Nicole siente como el pánico termina de apodera de su cuerpo al escuchar a la maestra decir que Thiago no está por ningún lado. Su mente corre a mil por hora, imaginando todos los escenarios posibles de lo que ha pasado, todos igual de aterradores. Las maestras, notando su estado, la llevan dentro de la escuela para intentar calmarla mientras llaman a la policía y reportan la desaparición del pequeño.—Tranquila, señora Nicole, lo vamos a encontrar —le dice una de las maestras, tratando de mantener la calma en la situación.Nicole apenas escucha las palabras, sus manos tiemblan mientras intenta no perder el control. El mundo a su alrededor parece desmoronarse. Pero de repente, un leve sonido, una risita suave, proveniente de uno de los armarios bajos en el salón, rompe levemente la tensión en el ambiente. Las tres mujeres se miran confundidas y sorprendidas.Nicole no duda en levantarse rápidamente, aun con pasos tambaleantes se acerca al armario casi sin respirar, y con el corazón en
Alessandro no sabe porque razón se mantiene en la oficina, si igualmente su mente está completamente desconectada de los papeles que tiene frente a él. Hace horas que no puede concentrarse en el trabajo, la imagen de George y sus palabras sigue rondando en su cabeza. La rabia aún está presente, mezclada con una creciente preocupación. Ha intentado llamar a Nicole varias veces, pero todas sus llamadas han sido enviadas al buzón.Finalmente, harto de la situación, Alessandro se pone de pie y toma su chaqueta. Sabe que tiene que hablar con Nicole, cara a cara. Necesita dejarle claro que no permitirá que George se acerque a Thiago, y es que ella tiene que saber la verdad sobre ese hombre. Hay algo que sabe George no va a confesarle, pero, aunque ella no quiera escucharlo no va a quedarse de brazos cruzados mientras alguien más trata de arrebatarle lo que siempre ha sido suyo.Con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, Alessandro sale de su oficina y le hace una señal a su chofer para q
El avión privado de Alessandro aterriza suavemente en la pista, pero el alivio de estar de regreso en Italia no borra el cansancio evidente en su rostro. A medida que desciende por la escalerilla, su semblante refleja el agotamiento de las últimas tres semanas, un periodo que ha sido una interminable prueba de paciencia y resistencia. Cada día en Suiza había sido una lucha constante para mantener su compostura, rodeado de la familia de Rosangela, quienes no cesaban de hablar sobre la inminente "boda", una palabra que hacía que la ira de Alessandro ardiera con más fuerza.Intenta pensar en algo más, pero no encuentra nada que logre distraerlo de sus pensamientos. Los tratos de negocios habían sido pesados, pero soportar las sonrisas falsas, las conversaciones forzadas y la interminable charlatanería sobre planes matrimoniales había sido una tortura mucho peor. Donatella había jugado sus cartas de manera brillante, dejándolo sin opciones más que cumplir con el viaje, pero el resentimien
Thiago y George tomaron la decisión de jugar un rato en el parque, mientras esperan a que Nicole termine de hablar con la maestra y los observa desde la distancia. Thiago tiene en sus brazos el peluche que se volvió su mejor amigo y juguete favorito mientras corre por el patio y juega a las atrapadas. Las risas del niño llenan el aire, pero una pequeña pregunta de George capta la atención del pequeño.—Thiago, — comienza George con voz suave, inclinándose un poco hacia el niño, una vez que este se detiene—. Dime, ¿te gustaría tener un papá?"Thiago se queda totalmente quieto al escuchar las palabras del hombre, su pequeña cabeza inclinándose mientras procesa la pregunta. No está seguro de cómo debe responder. Siempre ve la emoción de sus amigos cuando llegan sus papás, y él mismo ha soñado con tener uno, incluso usó su deseo de cumpleaños en ello. Su mami le dijo que su papá serpa un superhéroe, y esa idea le ha llenado de esperanza. Pero ahora, la pregunta de George lo toma por sorpr
Thalia entra en la oficina policial con pasos apresurado, su expresión refleja la clara mezcla de frustración y enfado que siente. Acaba de colgar el teléfono, después de haber pasado media hora moviendo todas sus influencias para asegurarse de que el escándalo producido por su hermano no llegue a la prensa y de dar una jugosa donación a la escuela de su sobrino.Al cruzar la puerta, lo primero que la mujer ve es a George y Nicole, ambos se encuentran caminando hacia la salida. Al ver a Thalia, George coloca un semblante suave, contraste con el serio y casi burlón que tenía antes de verla, pero cuando están cerca y este intenta decir algo, Thalia lo fulmina con la mirada.—Espero que estés satisfecho con el espectáculo que armaste —le espeta, sin disimular el desprecio en su voz. Su mirada pasea por el rostro golpeado del hombre y no puede evitar sentir placer al ver el estado en que lo dejó su hermano—. No sabes el placer que siento al verte así.Al escuchar las palabras de Thalia, G
George estaciona el auto frente a las residencias, dejando que el motor murmure unos instantes antes de apagarlo. Las luces de los faros iluminan brevemente la fachada del edificio, mientras la noche ya toma protagonismo. En el asiento del copiloto, Nicole permanece en silencio, con la mirada perdida en la ventana, como si contemplara algo más allá de lo que tiene frente a ella.Después de unos segundos, George se gira ligeramente en su asiento, observando el perfil de Nicole. La suave curva de su rostro, iluminada por la tenue luz del interior del auto, muestra las señales del cansancio y la tensión acumulados durante el día.—Ha sido un día largo, ¿verdad? —comenta, rompiendo suavemente el silencio.Al escucharlo, Nicole parpadea, sacudiéndose de sus pensamientos, y se vuelve hacia él, esbozando una sonrisa ligera y cansada.—Sí, demasiado largo —admite, con una voz más baja de lo que esperaba.George la observa por un momento más, midiendo sus palabras. Sabe que hay algo que quiere
La presencia de Donatella es como una sombra que invade cada rincón del apartamento. Caminando lentamente por la sala, la mujer observando con ojos críticos la decoración modesta pero cuidada. Su mirada se detiene en la repisa llena de fotos, y al ver las imágenes de Thiago, sus labios se tensan. Las fotos muestran al niño sonriendo, con su cabello rubio alborotado y sus ojos llenos de vida, pero lo que realmente capta la atención de Donatella es el parecido innegable que comparte con Alessandro. Es como si estuviera viendo a su hijo de nuevo, a la misma edad.—Así que es cierto —murmura para sí misma, su voz baja y cargada de desdén. Cada línea del rostro del niño confirma las palabras de su tonto hijo.Cuando la puerta principal se abre, Nicole entra de nuevo en su casa, pero sola. Prefirió dejar a Thiago con su vecina mientras Donatella esté en su casa, no quiere seguir exponiendo a Thiago a emociones fuertes.—¿Por qué está aquí? —pregunta sin mayores rodeos.Donatella se vuelve t
Nicole se encuentra acostada en la cama, los ojos fijos en el techo, incapaz de encontrar descanso. La oscuridad de la habitación parece intensificar el desastre en su cabeza, donde las palabras de Donatella resuenan una y otra vez, como un eco persistente que no la deja en paz. A su lado, Thiago duerme profundamente, su pequeño cuerpo envuelto en las sábanas, abrazando con fuerza su peluche. Su respiración es suave y constante, ajena a la tormenta interna de su madre.Nicole observa a su hijo. Acaricia suavemente sus cabellos rubios, intentando calmarse, pero el peso de todo lo ocurrido la mantiene en vilo. La amenaza de Donatella, la tensión con Alessandro, todo se entrelaza en un nudo apretado que le oprime el pecho.Respirando profundamente, buscan un alivio que no llega. La idea de marcharse de Milán comienza a rondar su cabeza, como una solución desesperada. Pero sabe que huir no es una opción real. Los Bianchi la encontrarían, no importa a dónde fuera. No hay lugar donde realme