Thalia entra en la oficina policial con pasos apresurado, su expresión refleja la clara mezcla de frustración y enfado que siente. Acaba de colgar el teléfono, después de haber pasado media hora moviendo todas sus influencias para asegurarse de que el escándalo producido por su hermano no llegue a la prensa y de dar una jugosa donación a la escuela de su sobrino.Al cruzar la puerta, lo primero que la mujer ve es a George y Nicole, ambos se encuentran caminando hacia la salida. Al ver a Thalia, George coloca un semblante suave, contraste con el serio y casi burlón que tenía antes de verla, pero cuando están cerca y este intenta decir algo, Thalia lo fulmina con la mirada.—Espero que estés satisfecho con el espectáculo que armaste —le espeta, sin disimular el desprecio en su voz. Su mirada pasea por el rostro golpeado del hombre y no puede evitar sentir placer al ver el estado en que lo dejó su hermano—. No sabes el placer que siento al verte así.Al escuchar las palabras de Thalia, G
George estaciona el auto frente a las residencias, dejando que el motor murmure unos instantes antes de apagarlo. Las luces de los faros iluminan brevemente la fachada del edificio, mientras la noche ya toma protagonismo. En el asiento del copiloto, Nicole permanece en silencio, con la mirada perdida en la ventana, como si contemplara algo más allá de lo que tiene frente a ella.Después de unos segundos, George se gira ligeramente en su asiento, observando el perfil de Nicole. La suave curva de su rostro, iluminada por la tenue luz del interior del auto, muestra las señales del cansancio y la tensión acumulados durante el día.—Ha sido un día largo, ¿verdad? —comenta, rompiendo suavemente el silencio.Al escucharlo, Nicole parpadea, sacudiéndose de sus pensamientos, y se vuelve hacia él, esbozando una sonrisa ligera y cansada.—Sí, demasiado largo —admite, con una voz más baja de lo que esperaba.George la observa por un momento más, midiendo sus palabras. Sabe que hay algo que quiere
La presencia de Donatella es como una sombra que invade cada rincón del apartamento. Caminando lentamente por la sala, la mujer observando con ojos críticos la decoración modesta pero cuidada. Su mirada se detiene en la repisa llena de fotos, y al ver las imágenes de Thiago, sus labios se tensan. Las fotos muestran al niño sonriendo, con su cabello rubio alborotado y sus ojos llenos de vida, pero lo que realmente capta la atención de Donatella es el parecido innegable que comparte con Alessandro. Es como si estuviera viendo a su hijo de nuevo, a la misma edad.—Así que es cierto —murmura para sí misma, su voz baja y cargada de desdén. Cada línea del rostro del niño confirma las palabras de su tonto hijo.Cuando la puerta principal se abre, Nicole entra de nuevo en su casa, pero sola. Prefirió dejar a Thiago con su vecina mientras Donatella esté en su casa, no quiere seguir exponiendo a Thiago a emociones fuertes.—¿Por qué está aquí? —pregunta sin mayores rodeos.Donatella se vuelve t
Nicole se encuentra acostada en la cama, los ojos fijos en el techo, incapaz de encontrar descanso. La oscuridad de la habitación parece intensificar el desastre en su cabeza, donde las palabras de Donatella resuenan una y otra vez, como un eco persistente que no la deja en paz. A su lado, Thiago duerme profundamente, su pequeño cuerpo envuelto en las sábanas, abrazando con fuerza su peluche. Su respiración es suave y constante, ajena a la tormenta interna de su madre.Nicole observa a su hijo. Acaricia suavemente sus cabellos rubios, intentando calmarse, pero el peso de todo lo ocurrido la mantiene en vilo. La amenaza de Donatella, la tensión con Alessandro, todo se entrelaza en un nudo apretado que le oprime el pecho.Respirando profundamente, buscan un alivio que no llega. La idea de marcharse de Milán comienza a rondar su cabeza, como una solución desesperada. Pero sabe que huir no es una opción real. Los Bianchi la encontrarían, no importa a dónde fuera. No hay lugar donde realme
Nicole sigue sosteniendo el auricular en alto, su corazón aún latiendo desbocado por la llamada anterior. Alessandro, al otro lado de la línea, percibe su respiración entrecortada y la tensión que inunda el silencio entre ambos es mucho.—Nicole —repite él, esta vez con un tono más suave, pero igual de urgente que el primero—, ¿qué está pasando? ¿Está todo bien?Ella permanece en silencio, lidiando con su torbellino de pensamientos. Por primera vez, Nicole puede sentir el deseo de contarle todo lo que ha estado ocurriendo, las amenazas, el miedo que ha estado sintiendo, la lucha constante por mantener la calma frente a Thiago, empieza a abrirse paso en su corazón. Por un instante, se imagina confesándolo todo, buscando refugio en Alessandro, pero el temor de las posibles consecuencias, de verse decepcionada y dejada de lado una vez se alza como una barrera infranqueable. No puede permitirse el lujo de volver a ser débil, no ahora. Y menos frente a uno de los Bianchi. Las palabras luc
Para el momento que entra en el salón, la fiesta ya se encuentra en su mejor momento, con luces deslumbrantes iluminando la elegante sala de eventos y una orquesta tocando música suave en el fondo. Los invitados, vestidos con sus mejores galas, se mezclan y conversan animadamente, sus risas y murmullos llenando el aire. Nicole, sin embargo, al igual que pasa en cada oportunidad que ha tenido que estar en un evento como ese, sigue sintiéndose un poco fuera de lugar mientras observaba a su alrededor, reconociendo a muchas de las personas presentes como parte de las familias más ricas e influyentes del país.Tomada del brazo de George, Nicole se esfuerza por mantener una sonrisa mientras recibe miradas de los asistentes debido a la forma intima en que esta con el mayor.—Nicole, quisiera presentarte a algunos conocidos —dice George con una sonrisa, su tono casual pero cargado de una intención clara.Nicole se lo piensa un momento, pero termina asintiendo, ajustando su vestido con la mano
La mirada de Rosangela tiene una mezcla de incredulidad y rabia al observa el cómo Alessandro toma la mano de Nicole y se apresura a llevarla hacia una zona apartada y solitaria de la fiesta. La sonrisa forzada que mantiene en su rostro se desmorona por un instante, pero rápidamente la recompone, esbozando una expresión controlada, aunque tensa. —Disculpen, debo retirarme un momento —dice con una voz dulce, aunque su mirada está llena de intenciones ocultas.Con pasos decididos, se encamina hacia la salida por donde Alessandro y Nicole se han marchado. Su mente hierve con pensamientos de confrontación y planes para retomar el control y recordarle a esa mujerzuela cuál es su verdadero lugar. Sin embargo, antes de que pueda llegar muy lejos, una figura alta y segura se interpone en su camino.George, con una sonrisa tranquila y casi condescendiente, se coloca frente a ella, bloqueando su avance y todas sus intenciones.—Dígame algo, señorita Brown, ¿No cree que este no es el mejor luga
La primera en entrar en el hospital fue Nicole, siendo seguida de inmediato por Alessandro. Ambos entran al hospital con paso presuroso, sus rostros reflejan la preocupación que les consume. Los pasos de Nicole se aceleran a medida que se acerca al mostrador de recepción, donde una enfermera se encuentra detrás del escritorio, ocupada con papeleo.—Disculpe, necesito información— pide mientras se fija en la mujer.—Señorita, si me da un momento yo.—¿Un momento? —pregunta, y solo eso basta para que pierda la poca calma que le quedaba— ¡No tengo un momento! Necesito información del estado de salud de mi hijo, ¡y lo necesito ahora!Al escuchar sus palabras, la enferme se sobresalta por el estado alterado en que se encuentra, pero antes de que pueda decir nada, la mirada asesina de Nicole la silencia y teclea en el computador.—No…nombre del paciente.—Thiago Antonelli, y Camie De Angeli —responde de forma rápida, su voz temblando y quebrándose por las lágrimas mientras da los nombres—.