#34

Nicole se encuentra acostada en la cama, los ojos fijos en el techo, incapaz de encontrar descanso. La oscuridad de la habitación parece intensificar el desastre en su cabeza, donde las palabras de Donatella resuenan una y otra vez, como un eco persistente que no la deja en paz. A su lado, Thiago duerme profundamente, su pequeño cuerpo envuelto en las sábanas, abrazando con fuerza su peluche. Su respiración es suave y constante, ajena a la tormenta interna de su madre.

Nicole observa a su hijo. Acaricia suavemente sus cabellos rubios, intentando calmarse, pero el peso de todo lo ocurrido la mantiene en vilo. La amenaza de Donatella, la tensión con Alessandro, todo se entrelaza en un nudo apretado que le oprime el pecho.

Respirando profundamente, buscan un alivio que no llega. La idea de marcharse de Milán comienza a rondar su cabeza, como una solución desesperada. Pero sabe que huir no es una opción real. Los Bianchi la encontrarían, no importa a dónde fuera. No hay lugar donde realme
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