#22

Para el momento que Alessandro llega a su casa, se siente totalmente agotado y con el eco de su intercambio de palabras con Nicole aún resonando en su mente. Al abrir en casa, se sorprende de encontrar a Thalia cómodamente instalada en el sofá de su sala, con las piernas cruzadas y el control remoto en la mano, cambiando perezosamente los canales en la televisión. La visión de su hermana allí, relajada como si estuviera en su propia casa, le arranca un suspiro de resignación.

Sin prestarle mucha atención, Alessandro deja su bolso de cuero junto al sofá y se deja caer pesadamente a su lado. Thalia ni siquiera lo mira; sigue absorta en la pantalla, aunque es obvio que está consciente de su presencia.

Después de unos segundos de silencio entre ambos, Thalia finalmente habla, sin apartar la vista de la televisión.

—¿Para qué tienes una jodida mansión si vives más solo que un perro de la calle? —se queja con una mezcla de burla y genuina curiosidad.

Alessandro gira su rostro y la mira fija
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