Thiago, lleno de vibrante energía, grita emocionado desde su asiento en la parte trasera del auto, su vocecita clara resonando en el interior totalmente maravillado por la imagen que se presenta ante él. —¡Mami, mami, mira! ¡Es el mar! — exclama mientras aplaude, para luego levantar su mano y señalar hacia la parte derecha de la ladera. Contagiada por la emoción de Thiago, Nicole vuelve su mirada, siguiendo la dirección en la que su hijo señala con entusiasmo. Teniendo que sujetar su cabello el cual baila con la brisa, se fija en la costa rocosa de Manarola, misma que se despliega ante ellos, con sus casas de colores pastel apiñadas en la ladera y el mar azul profundo que se extiende hasta donde alcanza la vista. Las olas golpean suavemente contra las rocas, y los barcos pequeños se balancean en el puerto, añadiendo un toque pintoresco al escenario. —Pero... —comienza a decir Nicole, aún sin comprender por qué están en Manarola en lugar de Vernazza, su destino original. Si
La casa del abuelo de Alessandro, es una mezcla de elegancia rústica y calidez hogareña. Las vigas de madera en el techo y los muebles antiguos de madera maciza crean un ambiente acogedor. Grandes ventanales permiten que la luz del sol inunde la estancia, ofreciendo vistas claras de los viñedos que se extienden hasta donde la vista alcanza. La decoración es tan sencilla que hace difícil de imaginar que aquel hombre es la cabeza principal de una de las casas de moda más importante del país. Las fotografías enmarcadas en las paredes, una estantería repleta de libros antiguos, y pequeños recuerdos de tiempos pasados lo hacen ver como una persona que siempre ha pertenecido a ese modesto lugar. En la terraza, justo fuera de la casa, Thiago se encuentra sentado en una vieja mecedora, balanceándose suavemente mientras mira a su alrededor con curiosidad. La brisa fresca acaricia su rostro y has de danzar su rubio cabello mientras él se siente a gusto, disfrutando del sonido del viento entr
La casa se mantiene en silencio, salvo por el suave crujido del viento que se pasea entre las hojas de los viñedos afuera. Alessandro y Enzo permanecen en el comedor, sentados en medio de un aura tensa. La luz del sol no parece suficiente para entibiar el ambiente entre ellos. La mirada y el rostro de Enzo se mantiene inmutable mientras observaba a su nieto.—Entonces... —comenzó, su tono calmado pero cargado de peso—, ¿qué estabas pensando, Alessandro? ¿Te parece correcto el tener un hijo y mantenerlo en secreto?Alessandro, había tomado la desición de mantener su miranda fija en sus manos entrelazadas. Levantando la mirada hacia su abuelo se prepara para enfrentar la conversación que esta por comenzar, pero no estaba preparado para la dureza en la voz y mirada de Enzo. Traga saliva antes de hablar, sabiendo que sus palabras serían difíciles de escuchar.—No fue intencional, abuelo. En realidad, todo este tiempo pensé que la situación de su embarazo no había sido más que una farsa.
Nicole siente como si el tiempo a su alrededor se detuviera por un momento, dejándola totalmente atrapada. Esa pregunta es ciertamente inesperada y la toma tan de sorpresa que no sabe qué es lo que se supone debe decir.Aunque trata de controlar sus expresiones lo mejor que puede, le es imposible no sentir cómo su corazón se llena con todo el dolor que había logrado mantener a raya durante los últimos cinco años. En todo momento, había intentado que su amor fuera suficiente para hacer feliz a Thiago, pero ahora, enfrentada a esa inocente pregunta, no puede evitar preguntarse si en realidad solo se había equivocado.Con un nudo en la garganta, Nicole se arrodilla frente a su hijo, tomándole las manitas entre las suyas mientras busca las palabras correctas.—Cariño, tener un papá... es algo muy especial —comienza, su voz temblorosa mientras intenta controlar el torrente de emociones que la ahogan—. Es saber que tienes a alguien que te cuida, que te ama y que siempre estará ahí para ti.
Alessandro observa fijamente a Thiago mientras este corre alrededor del auto, y no puede evitar que una sonrisa de felicidad se instale en su rostro al ver cómo algo tan simple causa una inmensa alegría en el pequeño. Al dirigir su mirada hacia el porche de la casa, ve a su abuelo conversando con Nicole, y aunque no logra escuchar nada de lo que hablan, sí nota cómo Nicole intenta secar sus lágrimas con marcado disimulo. —¿Tío, estás muy preocupado? —pregunta Thiago al llegar junto a él. —¿Perdón? —dice Alessandro, regresando su mirada al niño, quien lo observa con sus ojitos muy abiertos. —Mami dice que fumar es malo —explica al notar que Alessandro no entiende sus palabras—. Pero la tía Camie fuma, y el tío George también lo hace. Así que mami me dijo que ellos fuman cuando los asuntos de los adultos les preocupan —levantando su manito, señala el cigarrillo entre los dedos de Alessandro—. Este es el segundo, así que debes estar muy preocupado. Ante las palabras de su hijo, A
En el interior de la casa, Nicole está ocupada en la cocina, moviéndose con destreza en el acogedor lugar mientras prepara la comida para todos. Se concentra en cada cosa que hace, casi como si estuviera usando la cocina como un refugio para mantener su mente ocupada. La tranquilidad del lugar es interrumpida por la risa alegre de Thiago que resuena desde el jardín, donde corre descalzo entre las hileras de viñedos, con su ropa cómoda y suelta, mientras afirma estar ayudando a Enzo con las uvas. Desde la sala, Alessandro observa a Nicole a través de la puerta entreabierta en total silencio, sus ojos se posan en ella con una mezcla de duda y anhelo. Sabe que deben hablar, que entre ellos hay mucho que ha quedado sin decir. Tras pensarlo un poco más, se decide a dar un paso hacia la cocina, pero en ese momento el sonido del teléfono de Nicole rompe la tranquilidad que existe en el lugar. Alessandro nota como Nicole lo toma rápidamente y contesta, pensando en darle privacidad se prepara
◊ ◊ 3 DÍAS DESPUÉS ◊ ◊El auto se detiene suavemente frente a la fachada del edificio en el centro de la ciudad. Nicole, agotada por el viaje y el constante ir y venir de los últimos días, baja del auto con cuidado. En el asiento trasero, Thiago duerme profundamente, su cabeza recostada contra el respaldo, sus labios entreabiertos en un gesto de absoluta tranquilidad.Una vez fuera del auto, Nicole se inclina hacia adentro, dispuesta a tomar a su hijo en brazos para no despertarlo. Pero antes de que pueda alcanzarlo, Alessandro ya ha bajado del auto y, con movimientos cuidadosos, levanta a Thiago en sus brazos. El niño apenas si se mueve para acomodarse entre los brazos del mayor y seguir durmiendo.—Yo lo llevo —dice en voz baja.Nicole suspira, sabiendo que es inútil intentar discutir con Alessandro. Su mirada se fija en el hombre con una mezcla de resignación y aceptación mientras nota como el rubio toma a Thiago con suavidad, sosteniéndolo contra su pecho como si fuera lo más preci
Para el momento que Alessandro llega a su casa, se siente totalmente agotado y con el eco de su intercambio de palabras con Nicole aún resonando en su mente. Al abrir en casa, se sorprende de encontrar a Thalia cómodamente instalada en el sofá de su sala, con las piernas cruzadas y el control remoto en la mano, cambiando perezosamente los canales en la televisión. La visión de su hermana allí, relajada como si estuviera en su propia casa, le arranca un suspiro de resignación.Sin prestarle mucha atención, Alessandro deja su bolso de cuero junto al sofá y se deja caer pesadamente a su lado. Thalia ni siquiera lo mira; sigue absorta en la pantalla, aunque es obvio que está consciente de su presencia.Después de unos segundos de silencio entre ambos, Thalia finalmente habla, sin apartar la vista de la televisión.—¿Para qué tienes una jodida mansión si vives más solo que un perro de la calle? —se queja con una mezcla de burla y genuina curiosidad.Alessandro gira su rostro y la mira fija