Narra Alexia. Desperté con la suave luz de la mañana filtrándose a través de las cortinas. Parpadeé lentamente acomodándome a la realidad, sentí todo el cuerpo pesado, me dolía todo, una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro cuando recordé la razón del porqué me sentía como si me hubiera atravesado un camión. El calor de las sábanas y la comodidad del colchón me invitaban a permanecer allí, pero algo más captó mi atención, algo que hizo que mi corazón diera un vuelco. Él dormía a mi lado plácidamente, su respiración profunda y constante, su pecho subía y bajaba en un ritmo calmado que casi se podía sincronizar con mi propio aliento. Me cubrí la boca con la sábana ahogando un Aaaaaaah de emoción. Me pregunté; es real todo lo que pasó, todo lo que me dijo, todo lo que le dije o yo estaba soñando. Me pellizqué y definitivamente no era un sueño, mordí mi mejilla con emoción, era tan grande lo que sentía en ese momento que quería gritar, saltar como una niña pequeña, pero debía
Estaba tan concentrado en lo que hacía que no se dio cuenta de mi presencia. Me quedé allí apoyada contra el marco de la puerta simplemente disfrutando del momento, de verlo en ese ambiente tan cotidiano, pero lleno de significado. Era una visión que jamás pensé que tendría, mi corazón se aceleró al pensar en lo afortunada que me sentía de tenerlo en mi vida, no solo en los momentos intensos sino también en esos pequeños gestos como prepararme el desayuno después de una noche como la que habíamos compartido.—Todo se ve tan delicioso que no sé qué comer primero —dije con una sonrisa malvada, dejé que mi mirada recorriera lentamente desde los platos en la mesa hasta su cuerpo.Él levantó la mirada, una hermosa sonrisa se curvó en sus labios, sus ojos brillaron con diversión y deseo. Extendió los brazos invitándome a acercarme, me lanzó una mirada juguetona que me hizo estremecer.—Lo que quieras comer, todo está a tu disposición —respondió con un tono bajo y seductor, dejando clara
No pude evitarlo, me volví a reír. Luego sonreí con nostalgia y le conté la historia. Cómo inició y la razón por la que se fue. —De verdad deseo que sea muy feliz y que haya logrado olvidarme —finalicé. —Deseo lo mismo. Solté una risita, entonces de repente sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo, me perdí en sus ojos.»Lo único bueno de todo esto es saber que eres sólo mía. Esa palabra “mía” se escuchaba hermosa. También le conté lo que hacía el alcohol en mí, él sonrió con maldad.—¿Y si tomas como ayer, te hará mal? Mordí mi labio inferior.—Estoy dispuesta a ofrecerme como voluntaria. De esa manera me vuelvo alcohólica. El vino en barra me encanta. Soltamos una pequeña risa, pero luego su rostro se volvió serio.—Necesito poner todo en orden para que Josh no tenga que seguir fingiendo que es tu novio —dijo con un toque de sarcasmo, lo que me hizo elevar una ceja—. Es tan considerado él, pero para qué abusar de su generosidad. —Totalmente de acuerdo. No quiero compartirte co
Dentro de todo lo que platicamos me preguntó si sabía conducir. Le dije que no. Dentro del vehículo el ambiente estaba cálido gracias a la calefacción. Me acomodé en el asiento del copiloto, mi vestido ajustado realzaba cada curva de mi cuerpo. Él se sentó detrás del volante con una sonrisa traviesa que hizo que mi corazón latiera más rápido.—¿Te gustaría que te diera unas clases? Lo miré descaradamente, mordí mi labio inferior. —Yo siempre estoy dispuesta a aprender. Con un movimiento suave él me levantó y me sentó sobre su regazo. Pasé saliva con fuerza, su calor se mezcló con el mío enviando una corriente por mi espalda. Me miró de esa manera que me hacía derramar lágrimas por las piernas. —Bueno, parece que ha llegado el momento de nuestra lección de conducción —dijo con una sensualidad que hizo que me estremeciera. Su mano se deslizó por mis caderas lentamente y la sensación de su contacto hizo que mi respiración se acelerara. La combinación de su cercanía y su toque era
…—Pasamos con su familia y luego nos fuimos juntos a coger como conejos. Tenía la cabeza en medio de sus piernas y las manos llenas, por esa razón olvidé llamar…—¡Alexia! —Gritó mamá, por poco se le salen los ojos.Me encogí de hombros. Respondí con sarcasmo.—¿Qué? No dices que nada de mí te sorprende, entonces por qué razón te escandalizas. Mamá frunció el ceño. —Que no te escuche tu papá. ¿Qué karma estaremos pagando contigo? Solté una risita. Me molestaba, pero no iba a demostrarlo. —Si me escucha se va sentir más orgulloso de mí —sonreí—. Un orgullo más a esa lista interminable.Mamá negó.—Contigo no se puede. Vienes y dices esas cosas. No te da vergüenza. Te has puesto a pensar dónde salgas embarazada. Deberías comportarte. Rodé los ojos y solté una risita endiablada.—Me preguntaste, yo solo respondí. Y si quedo embarazada, ¿no pues que quieren ser abuelos? Además tú te escandalizas por todo, eso de llegar castas al altar era en la era de los dinosaurios. Estamos en pl
Necesitaba lavarme los oídos y pasar el mal sabor de boca que me había quedado después de lo que había escuchado. Cinco días después. Viernes.Alan me avisó que el lunes llegó bien a casa, tal cual lo habíamos hablado, ah y también se había resfriado. Me comentó que el jueves viajaba a España para hablar con su tía. Eso me hacía sentir ansiosa, cada vez estábamos más cerca de enfrentarnos al caos. Estaba bajando las escaleras cuando escuché la voz de Vanessa en la sala. Últimamente se la pasa metida aquí; pensé.—El lunes llegó de su dichoso viaje. Ese día me quedé en casa, le cociné, me puse bonita para él —soltó una risita molesta—. Me dijo que no tenía hambre, que estaba cansado es más ni siquiera me miró. Me pegué a la pared para que no me notaran. »Fui a la habitación, intenté acercarme, pero me ignoró por completo. —Tal vez no le fue bien en su viaje de trabajo. —Seguro quiere castigarme por todas las veces que lo dejé solo, no es la primera vez que se pone en esa actit
Alan sonrió correspondiendo a su abrazo. —Hola, tía. También me da gusto verte. Ella miró hacia la puerta como buscando algo.—¿Vienes sólo? El volvió a sonreír y asintió. Ella lo conocía perfectamente, lo miró a los ojos y supo que algo había pasado. Le regaló otra sonrisa, lo volvió a abrazar. —Vente, vente, que tengo algo de comida lista. Siempre me alegra verte, pero hoy más, ¡tengo una paella que flipas! —dijo ella, guiándolo hacia la cocina.Mientras caminaban, Alan observó la decoración del hogar: azulejos coloridos y fotos familiares en las paredes. Era un lugar lleno de vida y recuerdos hermosos. —Me alegra tanto verte, cariño —continuó Margaret, mientras servía un plato—. Espero que te este yendo bien en Nueva York.—Sí, tía, todo bien, pero la ciudad es un caos —respondió Alan, pensando en todo lo que estaba pasando. —No te preocupes, aquí todo es más tranquilo. Ahora, cuéntame, ¿cómo va el diseño gráfico? ¡Seguro que sigues siendo un artista de primera! El mejor —di
Aspiró frenéticamente, sus manos comenzaron a temblar, el hecho de no tener el control de la situación la hacía sentir vulnerable y molesta. Sin poder controlarse más, soltó un grito ahogado y en un arranque de ira barrió la mesa lanzándo todo al suelo. Las copas estallaron en pedazos, un corte en la palma de su mano la hizo gritar más fuerte.El dolor físico fue instantáneo, pero no lograba apagar la impotencia que sentía, una tras otra empezó a gotear la sangre de su mano. No quería, no podía aceptar lo que Alan le pedía. Pensó tantas cosas en ese momento, su matrimonio no podía fracasar. Mi vida es perfecta; pensó antes de ponerse a gritar furiosa entre sollozos. —¡No te puedes ir! ¡No puedes dejarme así, Alan! —gritó sin importarle el dolor, su mirada se fijó en Alan que permanecía inmóvil.Alan escuchó el estruendo detrás de él, pero no se giró de inmediato. Cerró los ojos, él sabía que no iba a ser fácil. Aspiró con cansancio. Tenía claro que cada cosa que dijera empeoraría la