Capítulo 61: "Un viejo amigo".

Mi corazón comienza a latir rápidamente, como si anhelara recordarme su presencia en la escena. Luego de tomarme un par de segundos para respirar hondo con la vista clavada en el suelo del oscuro pasillo, me volteo hacia la cama.

Alcanzo a ver poco: solo sombras y leves formas. Me siento incómoda y quizás avergonzada ya que parezco cumplir el papel de husmear el interior de una habitación ajena desde afuera a través de un vidrio opaco, como si invadiera alguna privacidad.

Yo no debía estar aquí, no en su cuarto, no sin su permiso.

Tal como ocurrió cuando me inserté por primera vez en esta penumbra, tengo que forzar la vista nuevamente para notar algo, pero no llego a hacerlo, ya que una luz se enciende de repente y mis ojos se cierran de forma involuntaria, temiendo cegarse.

Cuando vuelvo a abrirlos, me encuentro con un Rafael incorporándose en la cama tras haber alargado el braz

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