Narrador.Eso de tener traidores trabajando en su organización a Matías lo tenía descontrolado y saber que habían matado al único que podía delatar si había otros más, lo dejaba aún más frustrado, sin embargo, no cuestionó el proceder de Gerald encontrando que actuó perfectamente. —Te queda limpiar el desastre, pues he utilizado el arma que tengo asignada y eso podría ser un gran problema para mí. Así que haz magia camaleón— le pidió Gerald cuando estaban solos en el pequeño estudio que tiene en ese nuevo lugar, y Tobías se echó a reír. —Papis John, el agente tiene bolitas. —Sí, es su primer muertito— se mofó Matías aprovechando la interacción con Tobías. —Par de infelices. Solo dime si te encargarás o no — le exigió fingiendo estar irritado, verdaderamente ser parte de algo donde no hay tanta formalidad le agradaba mucho. —Lo haré. Cómo tú qué vas a seguir cubriendo mi espalda. En cambio, yo te daré información de cada negocio que tenga Az y de otros más— Gerald lo miró con ojo
Narrador. A pesar del tiempo que había pasado Matías no podía dar con el paradero de Az. Estaba agotado de buscar en todos los lugares clave de los que ella le había comentado que tenía para esconderse sí en algún momento su verdadera identidad fuera descubierta por la policía. También ese tiempo transcurrido no le había servido de mucho porque seguía en lo mismo o tal vez peor, pues, ahora no sabía en cuál de sus empleados puede confiar. Sí era desconfiado, en estos momentos sospechaba hasta de su propia sombra, ya que esperaba que al entregarle la verdadera identidad de Az a la DEA. La misma se tornaría más vengativa, y aunque él no es de estar pasando información, lamentablemente Az fue la que lo conllevó a proceder de ese modo. En la habitación la luz de un nuevo día brillaba despertando a Matías que sonrió admirando al notar como el vientre de su amada estaba más grande que nunca. Como cada mañana le pasó la mano varias veces, sintió que vivir la paternidad en cada etapa era
Narrador.Ignacia había recibido varias llamadas por parte de Gregorio, en las que siempre le rogaba para que le diera una oportunidad de explicarse, y esta última llamada la conmovió más, ya que lo escucho totalmente abatido y analizó que tenía justamente un año que no le veía, y ansiaba hacerlo.«Fui demasiado dura» pensó con sentimiento de culpa.Ensimismada en esos pensamientos escuchó un arrullo que emitió Mateo, y sonrió al bebé cuando comprendió que ese sonido era su manera de exigirle que continuara alimentándole.—Eres un bebé muy inteligente, preciosura de mami— le hablaba de forma infantil.Pensó que ni siquiera le había dado la oportunidad a Gregorio de conocer a Mateo y aunque él fue un hombre cruel y malicioso que no tiene excusa para perdonarlo. Igual sigue siendo su padre y quiere seguir viviendo feliz, pero sobre todo en paz y sin rencor hacia los que ama.—Mamá, ¿estás llorando?— le preguntó Camil que no se apartaba de ella, queriendo cargar a Mateo, sin embargo,
Narrador.Las sirenas de las patrullas de la policía sonaron e Ignacia supuso que perseguirían la furgoneta en la que estaba siendo llevada, pero no; simplemente una patrulla policial pasó por el lado como si nada hubiera sucedido.Ella estaba tan ida que se sentía en otra dimensión, mientras se observaba las manos manchadas por la sangre de su padre y no se atrevió a luchar más, solo se dedicó a recrear en su mente como su padre agonizaba entre sus brazos sin poder hacer nada para salvarlo, y justo el día en que decidió perdonarlo. Todo eso la dejó traumada tanto que no paraba de llorar.«Papá cómo haré para vivir con este remordimiento tan grande», se lamentó tan desgarrada por dentro como lo está por fuera.También pensaba en el hecho de ser engañados una vez más por Patricia y aunque esta vez no los vendió por dinero sí lo hizo por liberarse de la penuria, esa mujer nunca quiso a nadie más que a sí misma, fue egoísta hasta en su último momento.En el lugar de la balacera, Alexis
Narrador. Matías estaba de vuelta en Tijuana, y tras desmontarse de su avioneta sonrió aliviado de estar nuevamente en tierra mexicana y apenas a una hora de distancia de su casa, porque ya podría ir con su capricho y sus hijos. Sin borrar la sonrisa de sus labios encendió su móvil recibiendo varias notificaciones al mismo tiempo, pero decidió omitir todas las demás y fijarse que entre esas notificaciones se encontraban unas cuantas llamadas perdidas de su gente por lo que no pensó y devolvió la llamada. —¡¡Ahhh me lleva el mismo diablo!!— gritó totalmente descontrolado cuando le comunicaron lo que estaba sucediendo y no encontraba como sacar la furia, el desasosiego y la preocupación que empezó a sentir en ese momento. —Matías, será mejor que nos vayamos directo a la casa, estando allá sabremos qué hacer. — propuso Daniel que igual recibió una llamada por parte de Soraya que estaba descontrolada y llorando sin parar al no saber qué estaba sucediendo con su hija. Matías asintió
Continuación.«¿Qué dirás Matías?» preguntó en su fuero interno y aunque dolía saber que podría dejarla en ese momento ver qué había posibilidad de que los dos salieran con vida prefería que él cediera a la petición de Az. En cambio, él empezó a carcajearse como si ella hubiera dicho algo muy gracioso.—Siempre haces cosas tan ridículas para llamar mi atención. Das pena. Ella le dio una bofetada. —¡Maldito! — chilló histérica y él resistió el ruido que creó su molesta voz. —Sabes que lo soy, y no me ofendes. –A tu propuesta mi respuesta es y seguirá siendo no. Antonieta eres tan ilusa que no, pensaste en la razón por la que me acerqué a ti en primer lugar.Ella se quedó expectante y él detuvo su confesión. —¡¡Habla desgraciado!!— Insistió con muchas dudas, pues la cercanía de Matías a ella fue un tanto inusual. —Tu padre mandó a matarme cuando estuve en prisión. Fueron muchas las veces que me enfrenté a matones crueles que querían la recompensa que tu padre ofreció por mi cabe
Narrador. Jalada por el brazo estaba siendo Ignacia cuando la pasaron por el lado de Antonieta, quien la miró con desprecio, e Ignacia igual la vio con odio intenso. Ese tipo de sentimiento que ni siquiera por Patricia que le destruyó la vida llegó a sentir.Forcejeó para poder zafarse y golpearla, pero le fue imposible: —Te vas a arrepentir de haberme dejado con vida— le sentenció con ojos rojos de lo tanto que ha llorado.—Has creado de mí un demonio sediento de sangre Antonieta Cardona.Volvió a decir con dientes apretados y dejando escapar una lágrima, no de miedo o dolor, sino de impotencia por la imposibilidad de no poder asesinarla.Az se echó a reír burlona, y al igual sus ojos estaban irritados, porque, aunque le pidiera a su gente hacer una gran celebración estaba ardida por dentro, saber que Matías prefirió morir en vez de aceptar ser su marido la terminó por despedazar.—Llévate a esta ridícula antes de que me arrepienta de no haberle partido todos los huesos— le ordenó a
Narrador. 9 días ese fue el tiempo que duró el duelo de Ignacia, y se mantuvo encerrada en ese aposento que solo le recordaba los momentos felices que vivió junto a su esposo y visualizando esas cuatro paredes sonrió amargamente. —¡Murió por mi culpa! Y vivir para recordarlo será mi condena — Esas palabras no abandonaban su mente, pues no dejaba de recriminarse. Encasillada en echarse la culpa por todo lo que ha sucedido. —Si tan solo pudiera devolver el tiempo, y aunque tuviera que repetir esos momentos en los que Matías decía odiarme, igual lo haría — habló a la nada ansiando que algo como eso pudiera pasar. Sin embargo, no era tonta y sabía que era imposible, solo un deseo infantil que se apoderaba de su desesperación. De igual modo extrañaba a sus hijos, y a su madre, pero el terror a qué Antonieta cumpliera con esa última amenaza la tenía mal y por tal razón decidió mantenerlos alejados de ella. Estaba frente al espejo mirando su reflejo y por primera vez odió tanto el co