Narrador.Ignacia había recibido varias llamadas por parte de Gregorio, en las que siempre le rogaba para que le diera una oportunidad de explicarse, y esta última llamada la conmovió más, ya que lo escucho totalmente abatido y analizó que tenía justamente un año que no le veía, y ansiaba hacerlo.«Fui demasiado dura» pensó con sentimiento de culpa.Ensimismada en esos pensamientos escuchó un arrullo que emitió Mateo, y sonrió al bebé cuando comprendió que ese sonido era su manera de exigirle que continuara alimentándole.—Eres un bebé muy inteligente, preciosura de mami— le hablaba de forma infantil.Pensó que ni siquiera le había dado la oportunidad a Gregorio de conocer a Mateo y aunque él fue un hombre cruel y malicioso que no tiene excusa para perdonarlo. Igual sigue siendo su padre y quiere seguir viviendo feliz, pero sobre todo en paz y sin rencor hacia los que ama.—Mamá, ¿estás llorando?— le preguntó Camil que no se apartaba de ella, queriendo cargar a Mateo, sin embargo,
Narrador.Las sirenas de las patrullas de la policía sonaron e Ignacia supuso que perseguirían la furgoneta en la que estaba siendo llevada, pero no; simplemente una patrulla policial pasó por el lado como si nada hubiera sucedido.Ella estaba tan ida que se sentía en otra dimensión, mientras se observaba las manos manchadas por la sangre de su padre y no se atrevió a luchar más, solo se dedicó a recrear en su mente como su padre agonizaba entre sus brazos sin poder hacer nada para salvarlo, y justo el día en que decidió perdonarlo. Todo eso la dejó traumada tanto que no paraba de llorar.«Papá cómo haré para vivir con este remordimiento tan grande», se lamentó tan desgarrada por dentro como lo está por fuera.También pensaba en el hecho de ser engañados una vez más por Patricia y aunque esta vez no los vendió por dinero sí lo hizo por liberarse de la penuria, esa mujer nunca quiso a nadie más que a sí misma, fue egoísta hasta en su último momento.En el lugar de la balacera, Alexis
Narrador. Matías estaba de vuelta en Tijuana, y tras desmontarse de su avioneta sonrió aliviado de estar nuevamente en tierra mexicana y apenas a una hora de distancia de su casa, porque ya podría ir con su capricho y sus hijos. Sin borrar la sonrisa de sus labios encendió su móvil recibiendo varias notificaciones al mismo tiempo, pero decidió omitir todas las demás y fijarse que entre esas notificaciones se encontraban unas cuantas llamadas perdidas de su gente por lo que no pensó y devolvió la llamada. —¡¡Ahhh me lleva el mismo diablo!!— gritó totalmente descontrolado cuando le comunicaron lo que estaba sucediendo y no encontraba como sacar la furia, el desasosiego y la preocupación que empezó a sentir en ese momento. —Matías, será mejor que nos vayamos directo a la casa, estando allá sabremos qué hacer. — propuso Daniel que igual recibió una llamada por parte de Soraya que estaba descontrolada y llorando sin parar al no saber qué estaba sucediendo con su hija. Matías asintió
Continuación.«¿Qué dirás Matías?» preguntó en su fuero interno y aunque dolía saber que podría dejarla en ese momento ver qué había posibilidad de que los dos salieran con vida prefería que él cediera a la petición de Az. En cambio, él empezó a carcajearse como si ella hubiera dicho algo muy gracioso.—Siempre haces cosas tan ridículas para llamar mi atención. Das pena. Ella le dio una bofetada. —¡Maldito! — chilló histérica y él resistió el ruido que creó su molesta voz. —Sabes que lo soy, y no me ofendes. –A tu propuesta mi respuesta es y seguirá siendo no. Antonieta eres tan ilusa que no, pensaste en la razón por la que me acerqué a ti en primer lugar.Ella se quedó expectante y él detuvo su confesión. —¡¡Habla desgraciado!!— Insistió con muchas dudas, pues la cercanía de Matías a ella fue un tanto inusual. —Tu padre mandó a matarme cuando estuve en prisión. Fueron muchas las veces que me enfrenté a matones crueles que querían la recompensa que tu padre ofreció por mi cabe
Narrador. Jalada por el brazo estaba siendo Ignacia cuando la pasaron por el lado de Antonieta, quien la miró con desprecio, e Ignacia igual la vio con odio intenso. Ese tipo de sentimiento que ni siquiera por Patricia que le destruyó la vida llegó a sentir.Forcejeó para poder zafarse y golpearla, pero le fue imposible: —Te vas a arrepentir de haberme dejado con vida— le sentenció con ojos rojos de lo tanto que ha llorado.—Has creado de mí un demonio sediento de sangre Antonieta Cardona.Volvió a decir con dientes apretados y dejando escapar una lágrima, no de miedo o dolor, sino de impotencia por la imposibilidad de no poder asesinarla.Az se echó a reír burlona, y al igual sus ojos estaban irritados, porque, aunque le pidiera a su gente hacer una gran celebración estaba ardida por dentro, saber que Matías prefirió morir en vez de aceptar ser su marido la terminó por despedazar.—Llévate a esta ridícula antes de que me arrepienta de no haberle partido todos los huesos— le ordenó a
Narrador. 9 días ese fue el tiempo que duró el duelo de Ignacia, y se mantuvo encerrada en ese aposento que solo le recordaba los momentos felices que vivió junto a su esposo y visualizando esas cuatro paredes sonrió amargamente. —¡Murió por mi culpa! Y vivir para recordarlo será mi condena — Esas palabras no abandonaban su mente, pues no dejaba de recriminarse. Encasillada en echarse la culpa por todo lo que ha sucedido. —Si tan solo pudiera devolver el tiempo, y aunque tuviera que repetir esos momentos en los que Matías decía odiarme, igual lo haría — habló a la nada ansiando que algo como eso pudiera pasar. Sin embargo, no era tonta y sabía que era imposible, solo un deseo infantil que se apoderaba de su desesperación. De igual modo extrañaba a sus hijos, y a su madre, pero el terror a qué Antonieta cumpliera con esa última amenaza la tenía mal y por tal razón decidió mantenerlos alejados de ella. Estaba frente al espejo mirando su reflejo y por primera vez odió tanto el co
Continuación.«Chulada en la guerra y el amor todo se vale, tú me gusta, y no te daré un motivo para perder tiempo detrás de un cadáver», pensó malicioso y puso cara de yo no fui. —No sé, pues Antonieta envió a sus perros a quitármelo. Ella odió esa respuesta, sin embargo, en su interior algo le decía que no se lo diría. —¡Ya veo! — Ignacia asintió mirando sus manos como si no hubiera nada más importante, claramente no creía en él. — Ahora dime, ¿qué te trae por aquí? Daniel y Tobías lo veían con recelo. —Calma chulada. Él se colocó ambas manos en los bolsillos delanteros de su vaquero, y la vio fijo a medida que se relamía los labios. — Pues quedaste mal y me preocupabas, pero eso no es todo. Quiero hablar contigo a solas. Tobías emitió un gruñido que dejaba ver su desaprobación. —Bien— aceptó ella y luego observó a los presentes. —Me disculpan— Demandó con semblante serio, y sin mostrar emociones. «Lo siento mucho, pero he visto que el débil es pisoteado por el fuer
Narrador.A Ignacia le costó mucho convencer a su hermano para que accediera a ayudarle y aunque él no pudo entregar al camaleón como lo solicitó su superior en su lugar había atrapado a varios narcos importantes, de modo que su jefe no se negó del todo cuando él le explico sobre el jugoso caso que tenía en su poder, pero tampoco acepto a la primera, sino que después de tres intentos de ruego fue que el hombre accedió dándole el equipo necesario para que no tuviera que involucrar a los federales, puesto que muchos dentro de esa organización trabajaban como informantes de Antonieta.En una misma noche les desmantelaron todos los laboratorios.—¡¡Me lleva el diablo!!, ¿cómo demonios pudieron darme este golpe? — Gritaba Antonieta jalando su propio cabello teniendo una crisis de histeria. Su inestabilidad emocional la hace parecer loca ante los ojos de todo el que está bajo su mando.—Alguien la delató, patrona— expuso Katy y Eddy que estaba justo allí asintió de acuerdo.—Tienes razón, c