–¿Te apetece un aperitivo antes de cenar después de este... incidente tan desagradable? –le propuso cuando volvieron dentro y pasaron al comedor. –No es necesario; estoy bien. Pero agradezco que hayas venido en mi auxilio –murmuró ella, alzando la vista hacia él. –No tienes que darme las gracias; esta mañana no me porté bien contigo. Te ataqué y te juzgué mal. Ella lo miró a los ojos. –No pasa nada –murmuró ella en un tono juguetón, avanzando hacia él–;ya se me ha olvidado. . .No soy rencorosa. . . Dante –Pues no deberías perdonarme tan fácilmente –la reprendió él con una sonrisa sarcástica, al tiempo que retrocedía, intentando mantener las distancias entre ellos. Sin embargo, no pudo evitar tensarse cuando la cálida mirada de Sophie le provocó una punzada de deseo en la entrepierna. Sophie se dio cuenta de que, sin pretenderlo, estaba a punto de arrinconarlo contra la pared y se rio, sorprendida, preguntándose si Dante siempre sería tan inexpresivo, tan serio, tan dado a decir
Esa mañana, durante el desayuno, Dante apenas podía apartar la mirada del rostro de Sophie, quien estaba sentada en su silla con una expresión llena de felicidad, hablaba y bromeaba afectuosamente con él mientras se tomaba una tostada y le daba a Copito trozos de la corteza. Esa mañana Sophie se sentía con más animó y quería salir, busco que ponerse y luego de mirar se decidió por unos pantalones oscuros sueltos y cómodos igual las zapatillas. Al salir de la casa por primera vez desde su llegada se sentía más segura, y aliviada de que por fin hubiera reunido el valor suficiente para hacer lo que sentía que tenía que hacer para cerrar en su mente el episodio del accidente. Ella Iba a la consulta de su psiquiatra con seguridad, se sentía lo suficientemente segura como para tomar decisiones por sí misma. Decidió enfrentar sus miedos y en la consulta con el psiquiatra, Sophie se abrió como nunca antes lo había hecho, compartiendo los recuerdos vagos que comenzaban a aflorar en su ment
Sophie llena de dudas miraba a Dante con mucha molestia y comentaba . . . –La verdad es que, a pesar de que no recuerdo mucho desde que desperté he ido descubriendo más y más cosas sobre mí vida antes del accidente, creo que regreso a mi postura antes del accidente. . . no debemos estar juntos.–le explicó–. Y también está claro que no quiero seguir viviendo en tu casa, no está bien esta relación –añadió en un tono quedo. Dante bajó la vista y todo su cuerpo se tensó y exclamó con fiereza ... –No puedo dejarte marchar . . .–No estás en condiciones para valerte por sí sola. –Eso no es así . . . .–Respondió ella –No Sophie. . .Será como abandonarte a tu suerte, . . . me siento responsable de ti y mi hijo. . . –Apartarte de mí lado en este momento es algo prematuro. –Tengo una solución mejor –se oyó murmurar, antes de pensar bien siquiera lo que iba a decir. No era algo habitual en él, y eso lo sorprendió–. –¿Por qué no te vienes conmigo a Italia esta noche? –¿A Italia? –repitió
Ya iban llegando al hostal de los padres de Sophie, se sentía un poco tranquila, la brisa marina la relajó, ese ambiente era su paraíso. Ella miró por la ventanilla mientras subían por un serpenteante camino de piedra con frondosos árboles a ambos lados. Abrió mucho los ojos, admirada, al ver el enorme caserón con cuatro torres que se alzaba sobre la colina. Era un pequeño castillo. Debía haber una vista magnífica de la campiña desde allí arriba. –Es un sitio precioso –comentó cuando se detuvieron frente al caserío. –Está un poco apartado, no te parece . . . –le advirtió Dante mientras se bajaban del coche–. Espero no te sientas un poco sola aquí. . . tus padres y tu hermano trabajan en el hostal. Tú eres la encargada de la administración y tu hermano Olliver es uno de los chef. Tú madre y tu padre adpotivo están encargados de la recepción . . . los fines de semana se llena. –Estaré bien –le aseguró Sophie El chófer sacó del vehículo el transportín de copito. Sophie se agachó par
Esa noche Sophie preparó la cena, había sido el día libre de Jacobo y su esposa. Así que tomo una revista y preparó la cena para ella y Dante. Al otro día él tenía que salir de viaje luego de estar con ella dos semanas se marcharía. Sophie quería darle un detalle por la dedicación de él en las dos semanas que permaneció en el hotel. –¡Tú hiciste la cena! . . . no en serio . . . –Bueno, no me darán una estrella Michelín ni nada de eso, pero me ha quedado bien –respondió ella muy seria. –Tiene muy buena pinta –comentó él cuando ella puso el plato de él delante. –Espero que también sepa bien –respondió ella mientras se sentaba. Empezaron a comer con apetito. Dante saboreó el plato en silencio, disfrutando de cada bocado. Ella lo miro y sonriendo exclamó . . . –¡Te gusto! El la miro y asintió con la cabeza exclamando . . .–Realmente está exquisito, . . . cómo que lo llevas en la sangre. Olliver también cocina excelente. Le está enseñando a Ariana . –Si eso me conto mama, el
Por el estado de angustia de Sophie y que no era conveniente por su embarazo el psiquiatra acepto la consulta de Sophie para ese día, así que ella, Dante y su madre se presentaron a la consulta del psiquiatra de Sophie. Ella le comento sus recuerdos vagos y la pesadilla . . . –Esa pesadilla me hizo revivir el accidente –le confesó–, y al despertar he recobrado lo que me paso ese día doctor. El psiquiatra la miro con atención y exclamó. –¿Así, de repente?. .. –Lo que vio es lo que la tiene así de angustiada. . . señora Sophie –Así, de repente –le confirmó ella con un nudo en el estómago–.. . –Si. . . lo que vi me tiene mal y no se cómo proceder ahora. . . –¿Qué fue lo que vio . . . –A una mujer que me empujaba hacia la escalera. . . en su mirada había odio y antes de perder mi conciencia desde abajo vi que ella sonreía. . . –Reconoce a la mujer . . . es alguien cercana . . . –Si. . . es Angela. . la madre de Dante. –Está segura que fue esa persona a la que vio. . . –¡Si!.
Dante se paró frente a la imponente puerta de la casa de su madre, con el corazón lleno de incertidumbre y determinación. Sabía que esta conversación sería difícil, pero era necesario para desentrañar la verdad detrás de los oscuros eventos que rodeaban la caída de Sophie. Era ya de noche cuando Dante llegó a la casa de su madre. EL ama de llaves lo hizo pasar al salón y se fue a la biblioteca. –No dile que ahora no me siento bien señora Mariel . . . que venga mañana. En ese instante Dante que estaba parado detrás de la mucama exclamo . . . –No madre. . . me atenderás ahora. Angela dio automáticamente un paso atrás, pero no retiró la mano del pomo de la puerta. Esta estaba ligeramente abierta. Además, por el gesto airado que él tenía en el rostro, se veía que no iba a pensárselo mucho si tenía que forzar la entrada. Al entrar, Angela lo recibió con una mirada fría y distante, y el aire en la habitación se cargó con la tensión palpable entre madre e hijo. –Es domingo –dijo Ang
Dante había llegado el día anterior, pasaría unos días junto a Sophie y su familia. Luego de la cena mientras las damas se encargaban de ayudar a la ama de llaves Dante, Rene y Olliver se sentaron en el jardín a conversar mientras tomaba una copa de vino. –Cuñado que tal el viaje como está todo en tu trabajo –Preguntó Olliver Dante lo miro y con algo de pereza respondió –Tobo anda muy bien. El vuelo me canso algo, pero nada que una noche reparadora no logre sus efectos. –Ok. Bueno la noche está fresca y provoca un baño en ese mar. . .–Comento Rene sonriendo –Si. Es lo que tenemos pensado Airiana y yo, meternos un rato al agua, está un poco tibia y todo está tranquilo–Exclamo Olliver Dante miro a Olliver y con aprecio comentó –Me alegro por ustedes; mi hermana se ve radiante de felicidad, eso el algo que me da tranquilidad en estos momentos de tormenta para mi. –Entiendo. . . pero después de las tormentas. .. viene la calma –dijo Olliver a Dante dándole una palmada en el h