Aún era de noche cuando Massimo se sentó frente a Taylor, al otro lado de la mesa del comedor.—Me alegra verte comiendo —expresó, con un tono calmado y paternal.La joven permaneció en silencio y siguió en lo suyo, aunque en realidad no tuviese apetito. Solo lo hacía para alimentar a su bebé.—¿Hasta cuándo continuarás con esa actitud, Taylor? —preguntó, angustiado—. Tú y yo no deberíamos tener conflictos entre nosotros, deberíamos ser un equipo. Quiero que volvamos a tener la misma relación de padre e hijo que solíamos tener.—¿Y luego qué? ¿Me pedirás que mate a alguien también? —insinuó, con la vista en su plato.—Nunca te pediría eso. Tú no tendrás que mancharte las manos con sangre jamás, de eso me encargo yo —manifestó—. He decidido cargar con esos pecados con tal de protegerte.—Deja de mentir. No lo haces por mí, lo haces por ti —declaró, incrustando los ojos en su rostro.—Lo hago por los dos, Taylor, porque mis éxitos son los tuyos —replicó—. Por cierto, he estado pensándolo
Roger se dirigió a la ubicación que Bruno le indicó, en la hora establecida. Le entregó una maleta repleta de dinero y, a cambio, recibió un sobre de manila tamaño oficio y un bolso. Abrió el sobre y quitó las hojas que estaban dentro para echarles un vistazo, percatándose de que eran informaciones de las personas que fueron asesinadas y que Massimo ordenaba investigarlas antes de fueran ejecutadas. También había fotografías de las escenas y de cómo fueron montadas para que pareciera un caso de suicidio. No todas las víctimas fueron asesinadas por Bruno. Massimo se encargó personalmente de algunas y sus hombres debían proceder con la eliminación de cualquier evidencia que podría incriminarlo. Sin embargo, en lugar de destruir las pruebas, Bruno las guardaba todas. —No debes abrir ese bolso sin guantes o tus huellas quedarán impregnadas en lo que toques —señaló Bruno. —Debo decir que estoy impresionado, esperaba que te tomara unos meses reunir todo esto —manifestó Roger. —Siempre l
Al llegar a la mansión, Nathaniel ingresó a ella bastante descolocado por lo que le habían dicho sobre su hijo mayor y pensaba exigirle explicaciones del porqué inventaban semejantes barbaridades. ¿Acaso Massimo les hizo algo y ellos buscaban darle una lección? Sea cual fuese el motivo, ansiaba con todas sus fuerzas escuchar de Massimo que todo se trataba de una mentira y que jamás sería capaz de asesinar a alguien. —¡Massimo! —exclamó, retumbando la casa—. ¡Massimo! ¡¿Dónde estás?! ¡Tenemos que hablar inmediatamente! Caminó a paso apresurado cuando, de pronto, su bastón resbaló, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. La caída no fue grave, pero le costaba volver a ponerse de pie. Taylor salió de su habitación tras reconocer la voz de Nathaniel y dio un sobresalto al verlo en el piso. —¡Abuelo! —soltó, acercándose a él rápidamente para ayudarlo a levantarse. —Yo puedo, yo puedo… —replicó, tratando de que Taylor se hiciera a un lado para intentar incorporarse por su
A Nathaniel solo le tomó un par de días reinvestigar a las personas asesinadas por órdenes o a manos de Massimo. Comprobó que estuvieron relacionados con Taylor de alguna u otra forma y que, pocos meses después, perdieron la vida por un supuesto hecho de suicidio. Aunque Nathaniel ya no era el presidente de Traveling, seguía teniendo autoridad en la agencia y nadie pasaría por alto una consigna suya, fue así que tuvo acceso a las cámaras de vigilancia sin que fuera necesaria la autorización de Massimo. De ese modo, logró ver que Berenice había ido a la empresa y entró a la oficina de su hijo, para luego salir con él y posteriormente desaparecer. Roger quería lograr que Bruno hablara directamente con Nathaniel y respondiera todas sus dudas, pero el hombre se negó. Bruno estaba seguro de que el padre de Massimo no permitiría que él huyera y que su hijo fuera a la cárcel cargando con toda la culpa. Por esa razón, el CEO no tuvo más remedio que descartar esa idea. Definitivamente, const
Taylor había terminado de ducharse cuando extendió sus vendas para poder colocárselas alrededor de su pecho. Estaba tan acostumbrada a usarlas que nunca le habían causado tantas molestias, pero últimamente percibía sus senos más sensibles y tener que aplastarlos era bastante doloroso. Soltó un largo suspiro y se miró al espejo, situándose de lado para observar su abdomen. Ya había cumplido los tres meses de embarazo y, debido a su delgadez, su barriga se hacía visible como una ligera hinchazón, nada que un traje no pudiese ocultar. Su primo Maximiliano le había dicho que muy pronto ya no tendría la necesidad de vivir como hombre, por lo tanto, se preguntaba cuándo llegaría ese momento, cuándo sería el día en que obtuviera su tan anhelada libertad. Las palabras que su abuelo le había expresado no paraban de repetirse en su cabeza. "Vive tu vida, vívela como desees." Aquella frase parecía alentarla de alguna manera, para que nunca perdiera las esperanzas y se mantuviera fuerte. Se l
Roger se dirigió rápidamente al salón, encontrando solo a Maximiliano. —¡Max! ¿Dónde está Nathaniel? —Está atendiendo una llamada, volverá pronto —expuso—. ¿A dónde fuiste? —¡Massimo está furioso y Taylor se encerró con él en el vestuario! ¡Necesito que Nathaniel vaya para allá! —indicó, desesperado. —¿Qué? ¿Qué sucedió? ¿Acaso fuiste a buscar a Taylor? ¡Te dije que aún no era el momento! —reclamó. Tras unos segundos, Nathaniel regresó al salón del auditorio y se aproximó a ambos hombres. Antes de que Roger pudiera decirle algo, Nathaniel les dio la siguiente noticia. —La policía consiguió la orden de arresto en contra de Massimo, ya vienen en camino —declaró. —¿Lo arrestarán aquí? —preguntó Max, sorprendido. —Le daremos un buen material a estos periodistas —dijo Nathaniel con sarcasmo, pero, al mismo tiempo, dolido por lo que estaba a punto de ocurrir. De pronto, las cámaras fotográficas de los reporteros empezaron a emitir sonidos, llamando la atención de Roger y compañía. E
La joven permaneció observando la manera en que su padre huía del lugar, hasta que la voz de Roger captó su atención. —¡Taylor! —corrió hacia ella y la envolvió con los brazos. Luego, se apartó para examinarla—. ¿Te sientes bien? ¿Estás herida? Vamos, te llevaré a un hospital —estaba a punto de cargarla, pero la chica lo detuvo. —¡Espera! Eso no será necesario, estoy muy bien —replicó, para después abalanzarse sobre él—. Quiero irme de aquí, quiero irme contigo. La policía llegó a la zona y encontró el cuerpo de Bruno tendido en el suelo, entonces procedieron a llamar a los criminalistas para que analizaran la escena del crimen. Era un cadáver más que añadir a la larga lista de personas asesinadas por Massimo. Uno de los oficiales se acercó a la pareja para indicarles lo siguiente. —Tienen que acompañarnos a la delegación y describir todo lo que ha ocurrido. Aquel joven también debe venir —apuntó a Maximiliano. —De acuerdo —alegó Roger—. Iremos detrás de ustedes. Taylor y el CEO
—Wow… —luego de que Taylor cruzara el umbral, se dispuso a observar cada rincón de la casa a la que Roger la había llevado. —¿Te gusta? —preguntó él, siguiendo sus pasos. —Está hermosa, pero te confieso que pensé que viviríamos en tu departamento —acotó. —Ese departamento es pequeño para nosotros. —Eso no es verdad. Esta casa es muy grande solo para nosotros dos —comentó la joven. —No seremos solo nosotros dos —refutó, aproximándose a ella—. Seremos tres y estoy seguro de que nuestra familia tendrá nuevos miembros más adelante —insinuó con una sonrisa juguetona—. Los ni-ños necesitan mucho espacio para crecer apropiadamente. —¡Oye! ¡Dame un respiro! —Taylor soltó una risita tímida, pero le encantaba el hecho de que Roger se imaginara un futuro con ella. —Si crees que esta casa no es la adecuada, buscaremos otras opciones. Compraré la que tú escojas —señaló el CEO. —Cualquier lugar será un paraíso siempre y cuando sea contigo —coqueteó la muchacha, ofreciéndole una sonrisa travi