Roger se dirigió al hotel en el que su ex se alojaba y, en cuanto encontró su habitación, comenzó a golpear la entrada con la palma de la mano. —¡Mónica! ¡Ábreme, ahora! —exclamó, furioso. La mujer abrió la puerta y miró al CEO con espanto. —¿Qué te pasa, Roger? —cuestionó, muy desconcertada. —¿A qué fuiste al departamento de Taylor? —reprochó sin perder tiempo. —N-No sé de qué me hablas —fingió demencia. —Por supuesto que lo sabes y ni siquiera intentes evadir esto, porque no tendrás manera de huir —ingresó a la habitación sin esperar invitación. —¿De dónde sacas que fui al departamento de ese chico? Es simplemente absurdo —se defendió ella—. Déjame adivinar. Lo inventó él, ¿cierto? —Mejor dime cómo conseguiste su dirección —impuso el CEO. —Por favor, Roger, date cuenta de lo que está haciendo —señaló Mónica—. Quiere ponerte en mi contra para que nos separemos… —Tú y yo no tenemos nada —aclaró él. —Eso no fue lo que dijiste delante de tu familia, y Taylor también estaba pre
Massimo empezó a caminar y Taylor siguió sus pasos. Se detenían a platicar con algunos grupos, para después continuar recorriendo. El salón era enorme, había demasiadas personas, lo cual abrumaba al chico. Quería salir corriendo de allí, pero sabía que era imposible. Se sentía perdido entre la multitud cuando, de pronto, vio una silueta que le resultó familiar. Se quedó mirando a la figura hasta que reconoció su identidad. Era Berenice, quien también lo había reconocido desde la distancia. —¡Taylor! —vociferó, agitando la mano en el aire. Se aproximó a él sin dudarlo y lo rodeó con los brazos—. ¡¿Qué estás haciendo aquí?! Se supone que eres mi novio, no puedes estar en una fiesta de solteros —reprochó. —No puedes reclamarme si estás en este sitio —le bromeó. —¡Oh! ¡No lo malinterpretes, jamás te sería infiel! —declaró—. Unas amigas me arrastraron a esta reunión. Para ser honesta, no quería venir. —Pues creo que es una gran oportunidad para que encuentres al tipo ideal para ti —ins
—Pues… no es mala idea —opinó Maximiliano, luego de que su prima le explicara su situación con Berenice. Se hallaban sentados en medio de la sala, dentro del departamento de Taylor. —Esperaba que me dijeras que no lo hiciera —suspiró ella. —Solo serán durante un año o dos hasta que encuentres una manera de ser libre. Una vez que se revele que eres una chica, tu matrimonio será anulado ya que en este país no está aprobada la unión entre dos mujeres. —¿Crees que funcionará? —cuestionó, dubitativa. —También podrías huir tú sola, pero me da la impresión de que eso te asusta —asumió—. Además, no me has comentado qué te dijo el tío Massimo cuando fuiste a hablar con él. —Lo que ya predecía, que no está de acuerdo —dio una respuesta vaga. —No tienes que aceptar la propuesta de Berenice tan rápidamente, aún tenemos un poco de tiempo para pensar en otras opciones. Aunque, si dices que el tío Massimo empezó a buscarte una esposa, la oferta de Berenice te viene como anillo al dedo. —El pro
Al acabar de cenar, la mesera retiró los platos de la mesa. —Oye, Tay, no quiero llevarte a tu departamento aún —manifestó Roger. —Ya es muy tarde. ¿No deberías presentarte mañana temprano en el hotel? Es el día del anuncio —respondió el joven. —Si no voy, no pasa nada. Para eso está Josh —se encogió de hombros—. Además, ya he celebrado bastante el logro de I’ll Castello, mañana estaré tranquilo. Vayamos a otro lugar esta noche, ¿si? —le brindó una sonrisa convincente. A decir verdad, Taylor también había extrañado mucho a Roger, a pesar de su enojo. Solo había transcurrido una semana, pero se sintió como si hubiera sido un año. El hecho de verlo hacía que su sistema liberara grandes cantidades de serotonina y sus malestares disminuyeran, así que no deseaba rechazar su invitación. Anhelaba pasar más tiempo con él. —Está bien —accedió. —¡Perfecto! —se levantó de su asiento—. Entonces, vámonos. En cuanto Taylor se puso de pie y se dispuso a dar unos pasos, colisionó contra un homb
Cierto escalofrío recorrió el cuerpo del hombre y dirigió la vista lentamente hacia el chico. —¿Qué? —soltó, completamente petrificado—. ¿Planeas… casarte con Berenice? —Mi papá desea que me case cuanto antes, así que, si todo sale bien, en poco tiempo recibirás una invitación —le brindó una sonrisa abatida. —¿Me estás diciendo que… en realidad no la amas? —preguntó, con los párpados expandidos. —Pues… "amar" es una palabra muy fuerte, ¿no lo crees? —rio con nerviosismo. —¿Cómo puedes pensar en casarte con una mujer que no amas, Taylor? —Esto no tiene nada que ver con el amor —exhaló con pesadez—. Ya tengo edad para casarme y mi papá lo espera con ansias. No puedo defraudarlo. —Entonces ¿solo lo haces por tu padre? ¡Eso es absurdo! —exclamó de pronto—. ¡Estás tomando el matrimonio a la ligera! ¡No puedes casarte con esa mentalidad! —¿Qué se supone que debo hacer? —articuló con resignación. —¡Dile a tu padre que no quieres casarte! Dile que no amas a Berenice, que no estás list
Taylor se había quedado petrificado en la playa y su mente se puso en blanco luego de escuchar la declaración de Roger. Al cabo de unos minutos, caminó hasta el coche y subió en él para marcharse. Había entrado en un estado de piloto automático hasta que llegó al edificio y subió a su departamento. Después de entrar y cerrar la puerta, apoyó la espalda contra ésta y permaneció quieto, asimilando finalmente lo que había ocurrido. —Roger… se me confesó… —murmuró, aún sorprendido—. ¿En verdad se me confesó? ¿No estoy soñando? —colocó las manos en sus mejillas, percibiéndolas calientes debido al rubor—. ¡Roger se me confesó! ¡Dijo estar enamorado de mí! ¡De mí! Se dirigió a su habitación y se tumbó en la cama. —No le dije absolutamente nada al respecto… —comentó en voz baja, dándose cuenta de que, mientras el CEO expresaba sus sentimientos, Taylor solo lo miró con escepticismo. Exhaló ruidosamente y empezó a dar vueltas sobre la cama. La noche se hizo bastante larga para el chico, tan
—¡¿Qué?! ¡¿Están juntos?! —Josh miró a Roger con los ojos desorbitados tras recibir la noticia. Ambos se hallaban en la oficina. —¡Sí! —exclamó él con una sonrisa radiante. —P-Pero… ¿cuándo pasó esto? Taylor ya ni siquiera trabaja aquí —comentó, sorprendido. —Lo busqué y le confesé lo que siento. ¿Y sabes qué? Él me corresponde —empezó a dar vueltas en su silla giratoria. —¿Estás seguro de lo que estás haciendo? —cuestionó con cierto grado de preocupación. —Para ser honesto, no lo estoy. De lo único que estoy completamente seguro es de que deseo estar con Taylor —manifestó sin vacilar. —Roger, no quiero ser aguafiestas, pero… debes ser consciente de que esto es muy peligroso para ustedes, pues ambos provienen de familias importantes. Quizás no reconozcan a Taylor, pero te reconocerán a ti porque la prensa sabe perfectamente quién eres. ¿Te imaginas que te quiten una foto comprometedora con él? Saldrá en todos los periódicos —asumió. —También lo he pensado, pero no tengo ganas de
Roger quedó en un estado de shock durante unos minutos, paralizado en su sitio, mientras era atacado por ciertos detalles que chocaban en su mente, todos al mismo tiempo: Una contextura física delicada, prácticamente sin nada de vello corporal, piernas que lucían muy femeninas, una voz poco masculina, manos pequeñas y ciertos acontecimientos como que nunca lo vio quitarse la playera, sino que siempre se cambiaba de ropa en el baño, y no permitía que nadie se le acercara demasiado. Todo parecía muy evidente, pero jamás logró notar nada extraño. ¿Cómo pudo dejarse engañar de esa forma? ¿Tan ciego estaba? Sin embargo, no era el único que lo veía como un hombre. El país entero creía que lo era y Massimo, Nathaniel y entre otras personas cercanas a Taylor, se referían a él como si fuese un chico de verdad. ¿Qué estaba pasando? ¿Porqué Taylor vivía como hombre? Quería salir de los pastos y aproximarse al joven para cuestionárselo, quería reclamárselo, pero en lugar de eso, regresó hacia