Durante meses, Lucia trabajó en su estado físico y mental sin descanso con ayuda de varios profesionales contratados por Gregory en la ciudad de Sicilia. Al principio le costó mucho adaptarse a la casa y a la ciudad en general, lloraba a diario y se sentía muy sola, pues veía muy poco a Mariano, que se había convertido en un gran amigo, y Gregory desde el viaje, seguía siendo él, pero un poco más callado, lo que le atribuía al cansancio del trabajo, pues jamás se llegó a imaginar que tuviera tanto dinero y una empresa de vinos demandara tanto tiempo; aun así, siempre estaba al pendiente de ella, y la ayudaba en todo lo que pudiera. —Creo que deberíamos ir a comprarte algo de ropa, es obvio que has bajado mucho de peso, y esa ropa holgada no se te ve muy bien. —Le sugiere Gregory mientras almuerzan. —Me gusta esta ropa, es muy cómoda, pero tienes razón. No te preocupes, cuando tengas tiempo iremos. Por cierto… Mariano hace mucho que no lo veo. —Entre el trabajo y sus conquista
—Viajaremos la próxima semana —Le dice Gregory a Lucia al llegar a casa, quien estuvo todo el trayecto silenciosa y pensativa. —¡Está bien! —Afirma con ojos tristes —¿Cómo estás? —¿Cómo crees? —Le responde y él asiente, entendiendo que no es un buen momento para hablar. —Si no te sientes capaz… —No termina de hablar, cuando ella lo mira con furia. —¡No! —Ni siquiera me has terminado dejar de hablar, como puedes decirme que no, si no sabes lo que te iba a decir. —Que esperemos un poco más. Que cuando me sienta segura… Y, ¡no! No es necesario esperar más, porque nunca me voy a sentir segura, pero no puedo seguir con este hueco en el corazón que cada día crece más y más, al ver cómo se aprovecharon de mí, y ahora disfrutan tomando el crédito por cosas que yo cree. —Su voz entrecortada hace que Gregory entienda su frustración. —Está bien, entonces no hay más que hablar. Llamaré a Mariano y desde mañana pondremos en marcha todo por lo que te has preparado este tiempo.
Santiago, que llega algo estresado a Rose Green, después de no haber dormido bien, por la preocupación que le generaba que la nueva colección fracasara. Toda la mañana se la pasa dando gritos, porque nada parecía gustarle. —Amor, tal vez deberías calmarte. Vamos a tu oficina, allí pediré que te lleven un té de valeriana. Debes controlar esos nervios. —Le dice Lorena, mientras están en el taller. Todos los empleados los ven, detallándolos, para confirmar si realmente tienen o no un romance, pues aunque no hay nada que lo confirme, las actitudes de ambos han hecho que se tengan sospechas, pero es un chisme que, desde hace algunos meses, ronda por los pasillos de la empresa y se mantiene a baja voz. Al entrar a la oficina, Lorena abraza fuertemente a Santiago. —No me gusta verte así. —Le dice y este se aferra a ella, aspirando su olor. —¡Lo siento! Es que, no sé qué me pasa. En estos últimos días, he estado algo estresado. ¡No lo sé!, es como si tuviera el presentimiento
—¿Qué tal el viaje? —Les pregunta Mariano, que había llegado un par de días antes, y ahora los recogía en el aeropuerto. —Tranquilo —Responde Gregory que mira por el rabillo del ojo a Lucia, que está a unos pocos pasos de él, en silencio, con la mirada perdida. —¿Y tu Lucia? ¿Cómo estás? ¿Feliz de volver? —Feliz, es una palabra que no existe en mi vida. —Dice la mujer de forma seria y triste mientras se acerca y lo saluda con un beso en la mejilla, para luego adelantarse y subirse al auto. —¿Aún sigue enojada por qué no le contaste la verdad sobre Lorena antes? —Le pregunta Mariano a Gregory. —No, aunque no somos los más cercanos después de eso, creo que está así porque al volver finalmente se está dando cuenta de cuál es la realidad que deberá enfrentar. Mariano entiende las palabras de Gregory, y le hace un gesto para que suban al auto. Todo el trayecto mientras él les explicaba, hora y lugar de la recepción. La vida de Lucia Ricci, como debería presen
—¡Vaya! ¡Hasta que por fin llegas! Gregory acaba de irse. —Le dice Mariano a la mujer quien observa de espaldas mientras subía por las escaleras. —Pronto lo alcanzaré. —Se gira dejando sorprendido en el buen sentido a Mariano. —¡Mujer! Te ves muy bien con ese estilo —Gracias, aunque espero verme más que solo "bien" esta noche. —Sube a su habitación, toma una ducha rápida, se viste y maquilla, observando en el espejo a la mujer deslumbrante en que se había convertido. Baja al cabo de unos cuarenta minutos, y Mariano, que la esperaba para llevarla, queda completamente anonadado por la belleza de Lucia. —Te juro que si no fueras mi amiga, coquetearía contigo. —Bromea el hombre y hace que Lucia se sonroje. —¿Eso significa que me veo bien? —Más que bien... —¿Crees que a Gregory le guste? —¿Por qué? ¿Te preocupa no gustarle? —Le pregunta con doble intención, pero no es lo que él piensa. —Bueno, se supone que soy su prometida; además, si le gusto a él, que parece un
Santiago, que hace evidente su molestia, mira a Gregory de forma diferente. Quizás un poco retador, mientras a Lorena ni siquiera le dedica una mirada, después de haberle mentido con descaro, y permitir que lo estuvieran haciendo sentir como un completo imbécil. —No sabía. Pero espero que se interesen más por comprar las prendas, por su calidad y belleza, y no simplemente por haber tenido una relación en el pasado con mi novia. —¡Por supuesto! —Contesta, Gregory. —Además, es algo del pasado. Lo de Lorena y yo fue algo… Sin importancia. —Admite tan cruelmente que Lorena no puede evitar sentirse lastimada, pero no dice nada porque no quiere agravar la situación con Santiago. —Sin embargo, si compro o no la colección, dependerá única y exclusivamente de Lucia. —Acaricia dulcemente su mejilla, lo que molesta a Lorena que está llena de sentimientos encontrados. —¿Qué dices amor? ¿Te gustaron las prendas? —Tendría que ver el resto del desfile. —Afirma y Santiago sabe que para log
—Ven conmigo. —Lucia toma del brazo a Macarena, y empieza a acompañarla a la salida, parando el bochornoso incidente, pero los invitados están suficientemente consternados, y varios empiezan a levantarse de sus asientos y a recoger sus cosas. —Santiago, haz algo. —Le pide Lorena, al ver lo que pasa, pero Santiago permanece inmóvil sin saber qué decir. —¡Tranquila! —Le dice Gregory que no sabe en qué momento subió al escenario, y toma el micrófono. —Señores por favor... Mi nombre es Gregory Charmes, quizás no me conocen, pero soy el dueño de "Vinicius"... Así es, la empresa que fabrica el vino que ahora degustan. —Murmullos se escuchan, entre la multitud. —Y créanme, yo personalmente me he asegurado de que esta talentosa diseñadora que ven hoy aquí, parada frente a ustedes, creara cada una de las prendas que les fueron mostradas el día de hoy. Yo personalmente pedí la creación de esta colección, con la intención de regalársela a mi novia. Es por eso que nuestra querida Lorena
—¿Te parece si hablamos en privado? —Le dice Gregory a Lucia. —¿Es necesario? —Le pregunta con sarcasmo. —Sí. —Puedo irme, si te estoy causando algún problema. —Dice Macarena, que no quería ser la tercera en discordia. —No, quédate. —Le dice Lucia y se dirige hacia Mariano. —¿Puedes quedarte otro rato con ella haciéndole compañía? —Encantado. —Dice con una enorme sonrisa, pues Macarena había llamado su atención desde que la vio, y un coqueto como él, no perdería la oportunidad de estar otro rato con ella. ... —¿Me puedes explicar qué pasó exactamente cuando te llevaste a Macarena de la fiesta? —Le dice Gregory apenas entran al estudio, y cierra la puerta. —Estaba muy nerviosa al verme. Junto a Rupert, el abogado de Rose Green, la llevamos a afuera, él recibió una llamada, y yo, simplemente no pude aguantarme, me emocioné al verla, y le conté quién era. Le dije que le explicaría todo más tarde. Llame a Mariano, que por suerte estaba cerca, y le pedí que la trajera a