.—Quiero que averigües donde vive una persona... —Ordena Santiago a uno de los hombres que últimamente había contratado, para hacer sus trabajos sucios, pues el vicio de las apuestas no lo había dejado, por el contrario, incluso en eso su suerte había cambiado, y en ese mundo necesitaba gente que pudiera mantener a raya a los deudores. —De quién se trata, señor... —De una mujer llamada Lucia Ricci. —Si señor. —Quiero que la vigiles, que averigües su pasado, que me digas todo de ella. ¿A dónde va? ¿Con quién se ve? En que lugar se encuentra... Todo... —Si señor. —Afirma el hombre que estira la mano para recibir la foto de la mujer que le ofrece Santiago, y sale de inmediato al ser interrumpidos por Lorena, que irrumpe en la oficina, mirando con sospecha al hombre que sale y que jamás había visto antes. —¿Quién es ese hombre? —Pregunta de inmediato. —Un nuevo empleado. —Dice Santiago y se coloca a ojear unos papeles. —¡Aja…! Ya... —Exclama, mientras chasquea la l
—¿Sigues preocupado por Lucia? —Le pregunta Mariano que estaba en la sala de la mansión junto con Gregory que parece pensativo. —Me preocupa que actúe precipitadamente, y salga lastimada nuevamente. —En casa de Macarena se veía muy afectada. Es lógico que quiera lastimar a quien intentó matarla. —Lo sé, solo no quiero que sea ella quien termine mal. —Te importa mucho, ¿cierto? —Le pregunta su amigo que lo mira detenidamente y él finalmente le devuelve la mirada mientras asiente. —Y si te importa tanto, por qué no formalizas la relación. —¿A qué te refieres con eso? —Bueno, me dijiste que tenían una relación donde dejarían que las cosas fluyeran, sin etiquetas. —¿Y? —Que tal vez deberías proponerle que sean… pareja formalmente. —¿Por qué te interesas en mi vida personal? ¿Acaso no eres tú el que vive pronosticando que nada de relaciones serias? —Le dice Gregory que lo mira con ceño fruncido, para después levantarse e ir al minibar a servir un par de whiskys.
Santiago, que estaba en su oficina, encerrado y desesperado, no dejaba de mirar la carta que había recibido. Un vaso de vidrio en el que tomaba whisky, termino roto en el suelo, producto de la so sobra. Lorena, que entra a la oficina, al escuchar los cuchicheos de varios empleados sobre el mal genio de su prometido, no duda en entrar, mientras desde afuera es observada con sigilo por Rupert, que últimamente no se hacía notar mucho, pues observaba de lejos muchas cosas que no le encajaban últimamente.—¡Otra vez, enojado! —Comenta Lorena con sarcasmo, mientras él levanta la vista para verla de mala gana. —¿Y qué te pasó ahora? ¿Acaso fuiste rechazado tan rápido por Lucia? —Se burla, y Santiago estira su mano con la carta, mostrándosela. —¿Qué es esto? ¿Una broma? —Pregunta seria, y arroja el trozo de papel a la cara del hombre. —Si lo es, no es gracioso. —¿Me crees tan estúpido como para hacer una broma de este tipo? —Le dice muy irritado. —Entonces, ¿quién la envío?—Crees que si l
Lucia, que mira por última vez el reloj, nota que falta media hora para las 10:00 pm, siente un profundo miedo, pues realmente no quiere entregar su corazón y ser nuevamente herida. Frustrada, cierra los ojos, y empieza a recordar lo que ha sido su vida los últimos años, dándose cuenta de que solo se ha sentido realmente feliz al lado de Gregory. Con él, simplemente es ella, y no tiene que intentar ser mejor o cambiar su físico para él, pues siempre la hace sentir como la mujer más hermosa del mundo. —Greg, no es igual a Santiago, lo sé... —Toma su bolso y sale del lugar lo más rápido que puede, y toma un taxi, para llegar a tiempo a la cita, pues tiene el tiempo justo y sabe que Gregory es muy puntual. ... —Señor, puede apurarse... —Le pide desesperada la mujer al taxista, que aumenta un poco la velocidad. Se baja al pie del puente para autos, y corre hacia el de peatones, observando unas pocas personas que caminan por él, y otras que en parejas colocan el candado con sus i
Lorena, que planeaba salir de la duda lo más pronto posible. Se había tomado la molestia de invitar a Lucia a un almuerzo. Según ella, para agradecerle por haber confiado en ella olvidando los percances que habían tenido al principio.—¿Te estás preparando para salir con Lorena? —Le pregunta Gregory que la observa cambiarse desde la cama, mientras la mira con deseo.—Si…—Debiste decirle que no irías. Hoy planeaba terminar la faena de anoche. —Lucia lo mira con vergüenza.—Pensé que esta mañana lo habías terminado.—¡Eso solo fue un aperitivo! —Afirma y la mujer no puede evitar echarse a reír muy apenada.—Acepte por qué quiero saber que pretende. —Finalmente, dice mientras observa su silueta en el espejo, para acomodarse la ropa.—Sí… es muy extraño que te invitara. Ambos sabemos que no le caes bien, por más que intente disimularlo. Además, es seguro que algo planea. Anoche si llegué tarde, fue precisamente por vigilarla y averiguar si planea algo.—¿A qué te refieres?—Anoche me la
—¡Hola! —Saluda Lucia a Gregory con un beso, mientras está sentado frente al portátil, apenas llega de su almuerzo con Lorena.—Hola, ¿cómo te fue? —Extraño…—¿Eh? —Se comportó demasiado amable. Incluso mencionó nuevos diseños como si todo estuviera muy bien, después de la última reunión que tuvimos.—¿No intentó persuadirte para que me convencieras de que no canceláramos el contrato?—No…—Ahora que lo pienso, el día que me la encontré en la estación, a mí tampoco me mencionó nada. Eso quiero decir que algo busca, y debe ser muy importante, como para ni siquiera interesarle lo que pase con la empresa. —Lo sé, pero aún no sé qué… —Responde la mujer que se siente algo frustrada. —Pues quién sabe, pero es obvio que algo buscan. Justamente mientras estaba vigilando la casa. —Le muestra a Lucia la pantalla de la computadora, observando la habitación y el estudio. —Pero, parece que salió desde hace un buen rato y no ha regresado. No he podido averiguar mucho. —Afirma el hombre. —No d
Macarena, que veía la hora, cada vez se colocaba más nerviosa.—Lucia dijo que venía saliendo para acá, y mira la hora. Aún nada que llega. —Le comenta a Rupert que está sentado en la sala, acompañándola por si Santiago regresaba, pues a pesar de la orden de alejamiento, no podía estar tranquilo, a sabiendas de que lo habían dejado en libertad a tan pocas horas. La justicia era una muerda en definitiva. —Tranquila, es hora pico, de seguro el tráfico debe estar imposible. —Pero la llamo y no me contesta…Su preocupación genuina por la mujer, confirman cada vez más las sospechas de Rupert. De pronto, el timbre suena, y la mujer corre rápidamente a abrir la puerta.—¡Alicia, te estaba esperando! —Se apresura a decir, pero se encuentra con la cara de sorpresa de Mariano, que instintivamente la abraza. ¿Estás bien? —Se aleja y observa las marcas en su cuello. —¡Ese desgraciado! ¡Juro que lo mataré! —Afirma empuñando la mano con fuerza.—Ma-Mariano… —Exclama sorprendida la mujer que no s
—¡Un gusto conocerlo! —Le dice el hombre que se levantaba de su mesa para recibir a Gregory, mientras le extiende la mano. —El gusto es mío señor Roberts. ¿Trajo lo que le pedí? —Le pregunta y el hombre asiente, entregándole una pequeña caja, con un enorme anillo de compromiso. —Espero sea de su agrado. Fue hecho con las especificaciones que nos pidió. —¡Es magnífico! —Exclama maravillado. Pues hace un tiempo, había hecho un pedido especial. Había mandado a hacer una joya única, aquella con la que decidía seguir el consejo que en algún momento Mariano le dio. Le propondría matrimonio a Lucia. Quería casarse con ella, estar siempre a su lado, y esa vez en el puente, confirmó que sus sentimientos por ella, eran más de lo que él mismo podía imaginar. La propuesta de vivir una nueva vida junto a ella, era en serio. —Pues si está feliz, me gustaría que firmara algunos documentos, y pase a caja para que realice la compra, señor. —¡Perfecto! …Luego de salir de la joyería, planea organ