Ella hizo una mueca, odiaba que Erick fuera así, desde que el volvió se convirtió en una persona fría y seria, pocas veces le demostraba cariño y no era nada detallista, el sexo entre ellos era poco y esto era un inconveniente si ella quería quedar embarazada desde hacía años. Erick la llevó a la mansión donde vivían juntos. Al entrar a la habitación ella se abalanzó a él besándolo. Erick la abrazo de la cintura y siguió su beso, pero no le causaba nada, solo lo hacía por complacerla pero lejos de eso quedaba un gran vacío en su corazón, sentía dolor al hacerlo, ya no la amaba, eso lo tenía bien claro, se había dado cuenta de esto desde que volvió del accidente, pero los planes de boda ya estaban a la vuelta de la esquina, todos sabían y él no podía hacerle eso a ella, además que el matrimonio entre ambas familias ayudaba a que los Estrada tuvieran mucho más poder. Tamara molesta se levantó de la cama y se vistió ella también notaba la indiferencia, él no lo hacía con pasión como a
El hombre encargado de la subasta se acercó a los dos hombres. “Señor, en media hora su pintura estará lista”. Erick sacó su tarjeta para pagar entregándola al encargado y firmó algunos papeles. Alonso miró a su amigo. “¿Ya estás mejor?”. Erick asintió. “Los dolores han sido más frecuentes”. Alonso entendió. Juntos esperaron la pintura, al llegar a la mansión Erick quitó la envoltura mientras Alonso se servía un trago mirando alrededor. “¿Dónde está tu esposa?”. Erick observaba la pintura. “No sé, creo que fue con sus padres o con amigas”. La verdad no le interesaba lo que hacía Tamara todo el tiempo. Erick observaba cada detalle, los trazos y el dibujo eran perfectos, Alonso se acercó y miró la pintura. “Oye, el hombre se parece a ti. Mira”. Erick observó al hombre, llevaba ropa casual y estaba sucia, por el fondo parecía que estaban en un taller, solo podías ver un poco del perfil del hombre y si los rasgos eran aparecidos, Erick sonrió, nunca se vestiría de esa manera. Alon
Al día siguiente leía un libro, se escuchaba algo de alboroto que lo molestaba. La puerta de la habitación se abrió y una enfermera entró, ella se quedó mirándolo de forma extraña. “¡Daniel!”. Escuchó que lo llamaba, él frunció el ceño, pero de un momento a otro la tenía encima abrazándolo. Al sentir el calor de la mujer la apartó. “¿Qué haces?”. Observo como la chica se quitó el cubrebocas y miro su rostro, sus ojos eran de un azul muy profundo. “Soy yo Marina”. Él negó. “No te conozco”. Marina se quedó por un momento perpleja. “¿Qué?”. Erick estaba cansado, no había podido dormir bien, tenía fuertes dolores de cabeza y ahora no podía leer a gusto. “Señorita, no la conozco y será mejor que respete a sus pacientes, no puede lanzarse así”. Ella le preguntó. “¿No me recuerdas?”. Erick la observó detenidamente y un fuerte dolor punzante en la cabeza apareció, era insoportable que lo hacía gemir. “Daniel ¿Qué pasa?”. El solo apretó más su cabeza al oír la voz de la mujer. “¡S
Quería salir del auto y correr hacia ella, pero no entendía el porqué, su corazón palpitaba a mil por hora y un fuerte dolor en su cabeza llegó. “Vámonos”. Le pidió al chofer que se alejara rápidamente, el observo por el espejo a la chica que seguía de pie mirando el auto. ……………… “¡No entiendo Erick! ¿Por qué todas estas pinturas? ¿Para qué quieres tantas?”. Erick frunció el ceño. “Me gusta eso es suficiente para mí”. Tamara negó. “Pero antes no te interesaba el arte ¿Qué cambió?”. Erick movió su cabeza cansado. “No voy a discutir contigo Tamara, se quedan, es mi casa y punto”. Él salió de la mansión, ellos discutían sobre su nueva casa, Tamara la estaba decorando, pero no entendía de donde Erick sacaba todas esas pinturas, ni siquiera eran artistas reconocidos, eran callejeros sin talento para ella. “Mar Varoli”. Susurro el nombre que leyó en una de las pinturas, observó algunas más y noto que había varias con ese nombre. Erick quería poner algunas en la sala y otras en su d
Tiempo después, la boda se celebró. Tamara estaba feliz y él solo saludaba a la gente en la iglesia, su padre se acercó advirtiéndole. “Deberías sonreír más, ¡Te estás casando por Dios!”. Erick observó a su padre con una mirada complicada. “Papá… no quiero hacerlo…” El señor Estrada lo miró confundido. “¿Qué dices?”. Erick repitió. No quiero casarme con Tamara, podrías posp…” El hombre mayor se alteró y con tono molesto le susurro para que los invitados no escucharan. “¡Estás loco! ¿Cómo vas a dejar a la pobre mujer en el altar ¿Ya olvidaste todo lo que ella ha esperado por ti?”. “Solo quiero esperar un tiempo, cuando recupere mi memoria yo…” Erick trataba de convencer a su padre. El hombre mayor negó. “Puede que nunca la recuperes, ¿Harás a Tamara esperar a un más?, recuerda que se conocen desde niños, en la adolescencia aceptamos que ustedes se casaran cuando fueran mayores, ella ha estado contigo tanto tiempo”. Erick trago pesado, observo la gente alrededor que los miraba e
El doctor Carlos llegó al centro, conversó con el director y después fue a buscar a Marina, la encontró en su clase. “Hola”. Carlos observó el cuadro que ella pintaba. Marina giro al escucharlo regalándole una sonrisa. “Hola”. Carlos sonrió y se acercó empezaron a hablar sobre la clase, Marina le mostró todo el lugar. David los observaba de reojo, desde el principio noto la actitud del doctor con su madre, muchos hombres se acercaron con esa misma intención, pero al conocer a David y su condición se alejaban, este doctor no lo hacía, al contrario, estaba muy interesado en su madre y en él y David no entendí el porqué. Además, le caía bien a David, era un hombre muy inteligente David sabía leer a la gente que se acercaba a ellos y leyendo las facciones de Carlos era bueno y amable. Carlos y Marina regresaron al aula. “Estuvieron en silencio mirándose y Marina se sintió algo incómoda, apenas lo conocía no tenía mucho tema de conversación. Él sonrió y le pido. “Me gustaría que cenár
David la miró. “No recuerdo nada de eso y como no lo recuerdo no hay ningún parentesco”. Él pensó en lo que ella decía, la vomitaba y la hacía sufrir con su excremento, el hizo una pequeña mueca riendo y pensando que sería genial haber visto la cara curiosa y los gestos de asco que Dinora hacía cuando lo cambiaba. Ella ofendida resopló y se giró a la ventana para no discutir, nunca le había ganado a este niño, mejor seguiría esperando a que su amiga llegara con el galán. Carlos llegó a la pequeña casa y ayudó a bajar a Marina. Marina sonrió agradeciendo. “Gracias, la película estuvo bien y gracias por la comida”. Carlos sonrió y le dijo. “Necesito hacer algo que he querido hacer desde el día que te vi entrar a mi consultorio”. Marina confundida preguntó “¿Qué es?”. Él se acercó, tomó su rostro y la besó. Dinora se cubrió la boca para no gritar, se levantó del sillón y brincó por la sala, David la miraba aturdido, Dinora se calmó y dijo en voz alta. “¡Guau!, en la primera cita,
Erick aturdido levantó la mirada. “¡Es ella!”. Alonso observó la computadora y preguntó. “¿Quién?”. Observo la imagen, al niño y luego a la mujer. “¿Es la mujer de la que me hablaste?”. Erick asintió con la cabeza. “Es la madre de David, el chico que pintó el cuadro”. Alonso se asombró, mirando bien al pequeño frunció el ceño. “Ese chico… ¿Se parece a ti?”. Erick miró al chico, sus grandes ojos azules le llamaron primero mucho la atención y no se fijó en las facciones del niño. Observándolo detenidamente noto el parecido. Alonso preguntó. “¿Cuántos años tiene?”. Erick buscó la fecha de nacimiento. “¿Cumplirá cinco años en unos meses?”. Alonso frunció el ceño. “Es el tiempo en que la conociste… ¿Será tu hijo?”. Erick se quedó pensativo, haciendo las cuentas el pequeño tenía la edad en que él conoció a la mujer. “Hablaré con mi padre sobre esto, me ayudará a investigar”. Erick se levantó y estaba a punto de salir. Alonso alterado le advirtió deteniéndolo. “¡No!”. Lo tomó del