TRECE

...

Su amigo, Lesta, era un ferviente convencido de que la vida en el campo no requería ninguna de las comodidades que los de la ciudad inventaban para hacerse la vida más simple y así pasar más tiempo viéndose el ombligo. De hecho, cuando May le ofreció un teléfono celular, este se negó terminantemente a aceptarlo. Solo después de varios intentos, y tras convencerlo de que solo debía utilizarlo en caso de emergencia, Lesta aceptó, pero no dejó un solo minuto de mirar el aparato con genuina desconfianza. Su amigo era bastante paranoico y entre sus grandes temores se encontraba precisamente la tecnología. Él creía, no, más bien estaba seguro, de que los teléfonos celulares eran dispositivos de espionaje inventados por los extraterrestres.

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