...
May dibujaba garabatos en la hoja, sin prestar atención a la clase. Como todo viernes, sus neuronas habían decidido tomarse el fin de semana de forma anticipada. Solo cuando el maestro habló de un posible control la próxima semana, ella se irguió en su asiento y transcribió a la velocidad de la luz todo lo que estaba en el pizarrón. Soltó el lápiz, triunfante, justo en el instante en que el profesor comenzaba a borrar el contenido y a despedir a la clase.
El reloj marcaba las 12.30 y había dejado de llover. En esas fechas, el tiempo parecía un niño caprichoso. A veces el sol resplandecía en lo alto del cielo, y otras veces, como ese día, el cielo amanecía cubierto por nubes grises y en el aire caliente se presagi
William comenzó a arrepentirse de su decisión en cuanto May abrió la puerta de su pequeño apartamento y lo invitó a entrar con una sonrisa amable.Dubitativo, dio un paso hacia adelante y se detuvo en el umbral, con aquella sensación de arrepentimiento de pronto convertida en un remordimiento casi moral. No debía estar allí. No era correcto.— ¿Ocurre algo? — la voz de su estudiante le llegó lejana, como si proviniera de otra dimensión. Bajó la cabeza y sus ojos se encontraron con ella. El cabello pelirrojo en ondas sobre sus pequeños hombros, los ojos verdes, grandes y brillantes, observándolo con genuina curiosidad.Sí, debía largarse de allí. Pero no fue
...William recibió una llamada de la tintorería el sábado por la mañana. Ya estaba en pie y listo para salir de su apartamento, pero se detuvo en medio del vestíbulo para atender el teléfono. Apenas la mujer le dijo que una de las manchas no había salido por más que la había restregado, él comenzó a experimentar una dolorosa punzada en la sien derecha.— Pienso aplicar algo un poco más drástico — agregó — Pero podría dañar el material. Aunque no es una tela muy complicada, siempre existe el riesgo, ¿sabe?En realidad, William no tenía idea sobre telas ni productos para lavar. Pero, le dijo que sí por pura cortesí
...Acaban de terminar de desayunar y May se disponía a recostarse en el sofá cuando el timbre se disparó sobre sus cabezas.— Ve tú, ¿quieres? — dijo, tendiéndose a lo largo. Desde allí, contempló como Lesta, perezoso y casi arrastrando los pies, iba a la puerta para abrirla.Durante unos segundos, May no supo bien que ocurrió. Lo oyó gruñir un "¿puedo ayudarte en algo?" y luego nada, silencio y un aparente enfrentamiento. O eso parecía. Ella se encontraba en un mal ángulo y la figura corpulenta de su amigo no contribuía a mejorar su visión.— Lesta, ¿quién es? — pregun
...Lesta regresó borracho como una cuba. Eran cerca de las seis de la tarde cuando aporreó la puerta del apartamento, en lugar de presionar el timbre, y se presentó ante May con una sonrisa temblorosa, en parte provocada por el estado etílico que lo invadía.Al ingresar, sus pies se enredaron con el inexistente obstáculo en el pasillo y trastabilló un momento antes de caer, en precarias condiciones, sobre el sofá. May lo ayudó a acomodarse más o menos decente, aceptando con resignación cuando él la retuvo del brazo y la arrastró de vuelta al sofá, casi obligándola a echarse sobre él. Con dificultades, logró apartarlo y sentarse sobre la mesa de té.
...William no revisó el mensaje hasta que estuvo en su apartamento, sentado en su sofá y con un vaso de whisky en una mano. Solo entonces, cogió el teléfono, abrió su correo y leyó aquel inoportuno mensaje."Estimado profesor: Sé que dijo que solo se trataba de una compensación, pero de todos modos quiero darle las gracias por el gesto. El abrigo es hermoso, seguramente el más lindo que tendré. Prometo cuidarlo y trataré de no llevarlo puesto en días lluviosos, ya sabe, para evitar accidentes. Aunque, si debo ser sincera, la idea de que vuelva a embarrarme la ropa no me molesta del todo, quiero decir, pasar un rato a su lado fuera del contexto universitario ha sido una ex
...William recibió una llamada a eso de las seis de la tarde. Era la mujer de la tintorería para comunicarle que la mancha no había salido por completo del abrigo, pese a los esfuerzos y los sofisticados mecanismos utilizados. Él la dejó hablar un rato y por fin la cortó:— No se preocupe, hizo lo que pudo.Antes de que la mujer pudiera insistir en sus justificaciones, agregó:— En serio, agradezco muchísimo su esfuerzo. Iré por la prenda en un rato, ¿de acuerdo?, adiós.Colgó sin esperar una respuesta.El reloj marcaba
...May aguardó sentada en las banquetas de piedra fuera del salón de clase. Atajaría a su profesor en cuanto este pusiera un pie fuera del aula. O mejor aún, esperaría a que todos los estudiantes se hubieran retirado y lo atraparía dentro del salón, sin darle la oportunidad de inventarse excusas. Porque, al fin de cuentas, eso era lo que él hacía. Inventar excusas con las que pretendía disfrazar el desagrado que sentía por ella.Se habían dado la mano, ¿y para qué? Para que él volviera a comportarse como un déspota a pesar de que ella no le había dado ninguna razón para hacerlo. May era imprudente, eso lo sabía muy bien, pero se había comportado esta vez. No había intentado
...— ¿Te has vuelto loca? — exclamó Carol al verla llegar a la cafetería con un sencillo jersey de lana y unos vaqueros. Afuera, el viento soplaba con fuerza y los termómetros se negaban a subir más allá de los ocho grados.May se encogió de hombros, sin darle respuesta. Por un lado, no sabía qué decir y por otro, prefería mantener la boca cerrada para que no le castañearan los dientes.— May, hablo en serio, te morirás de frío — insistió Carol, en cuanto May se ubicó a su lado, recogida como una ostra.— Pídeme un café — susurró, aflojando un poco la mand&i