DIEZ

...

Finalizó la clase recomendando la lectura de un texto que él mismo se encargaría de subir durante el día. Luego, recogió sus cosas y revisó su reloj de pulsera, solo para constatar que contaba con tiempo de sobra hasta su próxima reunión, a las once. 

De camino a su oficina, recordó que su máquina de cafés continuaba presentando problemas, así que se devolvió y tomó el trayecto hacia la cafetería. Le apetecía un buen café, no uno aguado y con sabor a metal. 

No obstante, tan pronto abrió la puerta de la cafetería, se arrepintió de su decisión. El café aguado habría sido la mejor alternativa porque allí dentro, charlando con un chico con pinta de surfista, se encontraba su molesta estudiante. Por suerte, ella no reparó en él, de modo que logró lle

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