Mientras Audrey se perdía en la increíble sensación de la lengua de Gael recorriendo su cuello, no pudo advertir el viaje de sus manos hasta que sintió la cálida presión de sus dedos entre las piernas. Un jadeo sorprendido se escapó de sus labios cuando él deslizó los dedos entre sus pliegues, de arriba abajo, una y otra y otra vez.
—Déjame tocarte Audrey — le pidió marcando perezosos círculos con las yemas de los dedos sobre su clítoris — ¿Te gusta? ¿Te gusta que te toque así?
—Me encanta Gael, justo así me encanta.
Gael en respuesta gimió complacido y volvió a deslizarse una vez más, pero está vez dejó que su dedo medio se enterrara en ella, unos instantes después su dedo anular se había unido a la fiesta, entran
Gael abrió lentamente los ojos para encontrar a su bella mujer dormida, SU MUJER, al fin había sido suya, y podía asegurar que había sido la experiencia más maravillosa de todas, y él tenía de donde escoger por la vida que había llevado, pero ninguno de esos momentos se podía comparar con algo tan mágico como lo que había vivido anoche y parte de la madrugada. Con una enorme sonrisa se levantó de la cama sin hacer mucho ruido, aunque se moría de ganas por pasar todo el día en la cama con Audrey, también quería pasar con su familia, esa que había descubierto hace poco, pero que lo hacía sentir como nunca lo hizo sentir su familia de crianza.Podía decir que por primera vez en su vida se sentía completo e inmensamente feliz.Se dio un baño, que lo refresco y lo renovó, quería hablar con
Cinco hermosas Range Rover Evoque del año en color negro iban como en carabana, a pesar de que Gael tenía un club con todos los lujos y mucho personal, Susana y Alberto, padres de los trillizos habían alquilado una gran cabaña en la montaña, era un lugar de lujo casi una mansión donde iban a compartir como la gran familia que eran, tenía todo preparado, sabía que todos sus hijos eran ya hombres hechos y derechos, al igual que Camila que era una mujer, pero hoy haría que fueran de nuevo niños, hoy compartiría con ellos como debió hacerlo muchas veces, pero no pudo por que le habían arrebatado a dos de sus hijos, y aunque había hablado con Gael y Andrew y ninguno quería que denunciara a sus respectivos padres, no podía quedarse sin hacer nada, en especial con la maldita enfermera que se atrevió a vender a dos de sus hijos como si fueran limones, ya ajustaría cu
—¿Vamos a ver afuera? —preguntó Susana, para salvar el pellejo de su hijo, el cual estaba casi segura que era menor de los tres, su don de madre se lo decía.Todos decidieron salir a terminar de conocer el lugar, después cada uno conocería sus propias habitaciones, Gael se quedó de último y tomó la mano de Audrey para que se quedara junto a él.—Espera cariño, quiero decirte algo — le dijo sintiéndose miserable. Ella frunció el ceño al oírlo.—¿Qué pasa? — dijo preocupada.—Que soy el peor hombre que existe en la tierra. — ella lo miró sin comprender.—¿Gael de que hablas?—Que justo en la mañana te decía que nadie puede cortar
Suspiros y jadeos era lo único que se escuchaba en la habitación mientras Gael lamía y chupaba los senos de su mujer, y la masturbarla con los dedos al mismo tiempo, Audrey sólo podía sentir miles de sensaciones y todas eran deliciosas. Pronto empezó a sentir como todas esas sensaciones se concentraban en un solo lugar, mientras un calor se apoderó de ella, sabía que estaba cerca y así fue explotó en un poderoso orgasmo.Gael seguía con sus dedos dentro de la cálida y húmeda vulva de su mujer, llenándose de las sabias de ella, la miraba a los ojos mientras sonreía, ya que logró su cometido y era poder hacerla venir solo con sus dedos, poco a poco sacó de ese precioso tesoro y se los llevó a la boca, saboreando el dulce néctar.—Exquisita — ambos tenían las pupilas dilatadas por el
Cuando Audrey abrió sus ojos Gael no estaba a su lado, sentía su cuerpo relajado, observó el reloj en la mesita de noche y eran exactamente a las ocho de la mañana, por lo que decidió levantarse así darse un baño, tenía que estar a las nueve y media en el café dónde siempre se veía con William.Mientras se duchaba sus pensamientos estaban en todo lo que había pasado desde que conoció a Gael, sabía que si no lo hubiera conocido su historia sería otra, lo sabía, y le agradecia a Dios en silencio por haberlo puesto en su camino algo en ella aún la inquietaba y no sabía explicar la razón.Después de bañarse y mudarse, se roció de su perfume favorito, y decidió irse de una vez, no se iba a maquillar, su cabello lo llevaba suelto, su atuendo era muy informal, el cual acompa&nti
En cuanto Audrey entró al lugar sus ojos se toparon con los de William, quien al verla se levantó de su asiento, ella no le sonrió como siempre había hecho, no podía, ya que después de que la última vez que se habían visto, él la había tratado tan mal.William que no quitaba sus ojos de los de ella, inmediatamente se dio cuenta que ya no era virgen, que a pesar de que seguía con su mirada de niña, también había un brillo especial y eso le dolió, ella se suponía que sería suya, su mujer, la madre de sus hijos y nada fue como pensó.—Hola —saludo en cuanto llegó junto a él. Su voz sonó sin ningún sentimiento y eso le dolió a William, ante todo Audrey era su mejor amiga, y no podía perder eso también, él había tenido la culpa en todo y
—Hola querida hija — a Audrey el corazón se le detuvo, sus miedos empezaron a salir, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, su primera reacción fue huir, pero en cuanto hizo intento de huir, su padre la detuvo. — ¿A dónde crees que vas pequeña zorra? — Audrey se volvió con sus ojos llenos de lágrimas y pánico, su estado no la dejaba pronunciar palabra alguna, ni siquiera podía controlar los latidos de su corazón que iban muy rápido. Cuando por fin conectó su lengua con el cerebro e hizo a gritar, pero una vez más su padre se adelantaba y de un manotazo en el rostro la tiró al piso. — Ni siquiera se te ocurra complicarme nada — la tomó por los cabellos y la levantó del suelo. — Vamos a salir por detrás y no quiero que intentes ninguna estupidez.…Gael mi
Audrey no podía dejar de llorar, el miedo dominaba su cuerpo, no quería hacer o decir algo que molestara a su padre. Su pánico iba en aumento cuando vio que en el auto entraba Malcolm y esas dos mujeres que la miraban con odio.—Se te acabó el reinado zorra — Rachel estaba llena de odio con esa mujer que le había quitado a Gael. — Voy a gozar esto.Todas las miradas hacia ella eran de odio y envidia pura. Estaba perdida, porque sabía que Gael no sabía nada de lo que estaba pasando.—Fede, tenemos compañía — dijo Indiana mirando por la ventana. El hombre se acercó a dónde se encontraba la rubia y de inmediato se tensó al ver quién era, Federico buscó con la mirada a Malcolm.—Llévala arriba de una vez y empieza a prepararla — la sonr