—¿Vamos a ver afuera? —preguntó Susana, para salvar el pellejo de su hijo, el cual estaba casi segura que era menor de los tres, su don de madre se lo decía.
Todos decidieron salir a terminar de conocer el lugar, después cada uno conocería sus propias habitaciones, Gael se quedó de último y tomó la mano de Audrey para que se quedara junto a él.
—Espera cariño, quiero decirte algo — le dijo sintiéndose miserable. Ella frunció el ceño al oírlo.
—¿Qué pasa? — dijo preocupada.
—Que soy el peor hombre que existe en la tierra. — ella lo miró sin comprender.
—¿Gael de que hablas?
—Que justo en la mañana te decía que nadie puede cortar
Suspiros y jadeos era lo único que se escuchaba en la habitación mientras Gael lamía y chupaba los senos de su mujer, y la masturbarla con los dedos al mismo tiempo, Audrey sólo podía sentir miles de sensaciones y todas eran deliciosas. Pronto empezó a sentir como todas esas sensaciones se concentraban en un solo lugar, mientras un calor se apoderó de ella, sabía que estaba cerca y así fue explotó en un poderoso orgasmo.Gael seguía con sus dedos dentro de la cálida y húmeda vulva de su mujer, llenándose de las sabias de ella, la miraba a los ojos mientras sonreía, ya que logró su cometido y era poder hacerla venir solo con sus dedos, poco a poco sacó de ese precioso tesoro y se los llevó a la boca, saboreando el dulce néctar.—Exquisita — ambos tenían las pupilas dilatadas por el
Cuando Audrey abrió sus ojos Gael no estaba a su lado, sentía su cuerpo relajado, observó el reloj en la mesita de noche y eran exactamente a las ocho de la mañana, por lo que decidió levantarse así darse un baño, tenía que estar a las nueve y media en el café dónde siempre se veía con William.Mientras se duchaba sus pensamientos estaban en todo lo que había pasado desde que conoció a Gael, sabía que si no lo hubiera conocido su historia sería otra, lo sabía, y le agradecia a Dios en silencio por haberlo puesto en su camino algo en ella aún la inquietaba y no sabía explicar la razón.Después de bañarse y mudarse, se roció de su perfume favorito, y decidió irse de una vez, no se iba a maquillar, su cabello lo llevaba suelto, su atuendo era muy informal, el cual acompa&nti
En cuanto Audrey entró al lugar sus ojos se toparon con los de William, quien al verla se levantó de su asiento, ella no le sonrió como siempre había hecho, no podía, ya que después de que la última vez que se habían visto, él la había tratado tan mal.William que no quitaba sus ojos de los de ella, inmediatamente se dio cuenta que ya no era virgen, que a pesar de que seguía con su mirada de niña, también había un brillo especial y eso le dolió, ella se suponía que sería suya, su mujer, la madre de sus hijos y nada fue como pensó.—Hola —saludo en cuanto llegó junto a él. Su voz sonó sin ningún sentimiento y eso le dolió a William, ante todo Audrey era su mejor amiga, y no podía perder eso también, él había tenido la culpa en todo y
—Hola querida hija — a Audrey el corazón se le detuvo, sus miedos empezaron a salir, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, su primera reacción fue huir, pero en cuanto hizo intento de huir, su padre la detuvo. — ¿A dónde crees que vas pequeña zorra? — Audrey se volvió con sus ojos llenos de lágrimas y pánico, su estado no la dejaba pronunciar palabra alguna, ni siquiera podía controlar los latidos de su corazón que iban muy rápido. Cuando por fin conectó su lengua con el cerebro e hizo a gritar, pero una vez más su padre se adelantaba y de un manotazo en el rostro la tiró al piso. — Ni siquiera se te ocurra complicarme nada — la tomó por los cabellos y la levantó del suelo. — Vamos a salir por detrás y no quiero que intentes ninguna estupidez.…Gael mi
Audrey no podía dejar de llorar, el miedo dominaba su cuerpo, no quería hacer o decir algo que molestara a su padre. Su pánico iba en aumento cuando vio que en el auto entraba Malcolm y esas dos mujeres que la miraban con odio.—Se te acabó el reinado zorra — Rachel estaba llena de odio con esa mujer que le había quitado a Gael. — Voy a gozar esto.Todas las miradas hacia ella eran de odio y envidia pura. Estaba perdida, porque sabía que Gael no sabía nada de lo que estaba pasando.—Fede, tenemos compañía — dijo Indiana mirando por la ventana. El hombre se acercó a dónde se encontraba la rubia y de inmediato se tensó al ver quién era, Federico buscó con la mirada a Malcolm.—Llévala arriba de una vez y empieza a prepararla — la sonr
Montserrat miraba su celular preocupada, se giró hacia las chicas que la veían a la espera de una respuesta.—Bueno, resulta que los chicos sí están juntos, sí estaban vigilando a Audrey, pero no por lo que nosotros creíamos. —Jenny frunció el ceño al oírla, Mason no había sido sincero y ella lo supo.—¿Entonces por qué? — Montserrat las miró y suspiró antes de hablar.—Audrey está en peligro, al parecer ellos estaban ahí para protegerla.—¿De William? — preguntó Jenny, sin saber por qué motivo empezaba a sentir su corazón ir muy rápido.—No, del que se supone es el padre.—Maldita sea — dijo Jenny y salió corrien
Audrey sentía su piel arder, y aunque quería llorar, no lo hacía, estaba cansada de mostrarse débil, de hacerles ver como la dañaban.—Tu calvario apenas comienza, así que vamos a ver que tan fuerte vas hacer. — Federico la conocía bien, sabía que si se lo proponía podía hacerla sentir miserable. Ella lo miró y aún no entendía que vio su madre en él, si ella fue tan buena. Federico se acercó a ella y empezó a recorrer con sus manos el cuerpo de su hermosa hija, Audrey sentía asco y repulsión, no quería que ningún hombre que no fuera Gael la tocara, y menos uno que se suponía era su padre, por lo que en un acto reflejo y por querer salir de ahí, alzó su rodilla y lo golpeó en medio de las piernas, el hombre empezó a quejarse de dolor, el golpe había sido certero, hiz
Gael besaba la espalda de Audrey con una ternura infinita, había pasado un mes desde que su mujer había pasado por el segundo susto de su vida al igual que él.—Si sigues consintiéndome de esa forma, me vas a mal acostumbrar y voy a querer pasar así toda mi vida — le dijo sumergida en esas sensaciones tan placenteras que su hombre le daba, Gael se detuvo por un momento, incluso se incorporó un poco y ella lo notó, por lo que giró su cabeza para mirarlo —¿Qué pasa? — preguntó preocupada pensando que había dicho algo malo.—¿Pasarías el resto de tu vida conmigo? — dijo con miedo de que ella le dijera que no, tenía el anillo comprado hace casi un mes, un día sus hermanos lo acompañaron a escogerlo, pero no se atrevía por miedo a que dijera que no, o que era muy pronto, pero &eacu