Gael no podía dejar de sentirse culpable, aunque hubiera llegado antes de que las cosas fueran peores y causara más traumas, no lo veía así, en ese momento estaba sumido en ver cómo la mujer por la que sentía algo muy fuerte parecía muerta en vida.
Mason le había dado una buena golpiza a los miserables esos, ahora hablaba con Jenny por celular y trataba de explicarle las cosas a medias, mientras esperaban que llegara la policía y ambulancia, la mujer lloraba al otro lado por su amiga, y le avisó a su esposo que iría de inmediato para el hospital.
Después de diez minutos las autoridades llegaron al lugar, tanto Gael y Mason dijeron lo que había pasado, lo más rápido que pudieron, ya que Gael tenía pensado no soltar a Audrey a quien justo ahora la subían a una camilla.
Audrey a pesar de sentir su cor
—Gael, deberías ir a descansar — él la miró enojado, por lo que Jenny levantó las manos en son de rendición. — te lo decía por tu bien, llevas dos días aquí, tienes que bañarte, comer, dormir.—Ya me he bañado, para eso cada habitación tiene un baño, ya he comido, y ya he dormido, ese Sofá es bastante cómodo. — dijo ya harto del asunto. — el doctor dijo que en cualquier momento ella puede despertar y yo quiero estar aquí cuando lo haga, aunque a estado inconsciente, ella se queja en medio de sueños, basta para que yo le hable y ella se queda tranquila, eso me reconforta, así que no pienso dejarla ¿está claro?.—De acuerdo, entonces me voy, debo ayudar a Mason. —Gael asintió.—¿Han hecho lo que les dije? &m
Gael alimentaba a Audrey cuando entró la doctora para darle una última revisión antes de darle el alta. Habían pasado tres días desde que Audrey se despertó y en cuanto el doctor entró ella se puso muy nerviosa, no quería a ningún hombre cerca de ella, por lo que Gael tuvo que mandar a llamar una doctora, cosa que para él era mejor.—¿Cómo estás hoy mi paciente preferida? — Audrey se sonrojó.—Me hacen sentir como una niña — dijo muerta de vergüenza, ya que Gael no dejaba que ella hiciera nada sola y la doctora siempre le hablaba como si tuviera nueve, es sólo que Audrey no sabía que la doctora Stuard, siempre había defendido a las mujeres golpeadas y maltratadas, siempre buscaba como ayudarlas a salir de ese hueco en que muchas entraban y a veces no salían vivas.<
De camino al hotel ninguno decía nada, Gael iba manejando con cuidado mientras pensaba en un plan para poder vengarse, mientras que Audrey pensaba en cómo sería su vida de ahora en adelante, tenía miedo, de todo y de todos, excepto de esas personas que sabía que nada le iban hacer, como Jenny, Mason, William y Gael, suspiró sin darse cuenta al pensar en él, lo miró con disimulo y vio que él iba con él ceño fruncido y le extrañó, pero decidió no decir nada. El silencio fue interrumpido por el celular de Gael, quien contestó de inmediato al ver que era Mason.—Dime. — contestó con sus manos libres.—El amigo de Audrey está aquí, Jenny decidió pasarlo a la que será tu nueva oficina. — oír eso no le gustó para nada a Gael, pero contra eso no podía hace
Tres pares de ojos veían como Gael desaparecía por el ascensor.—¿Qué fue lo que te pasó? — preguntó William ya desesperado por saber qué había pasado, más porque ella se veía golpeada y eso le dolía.—Federico, estaba en casa con unos amigos. — William maldijo molesto haciendo que ella se quedara en silencio.—Ese maldito desgraciado, yo no debí dejarte ir sola.— Nadie sabía que ese hombre estaba libre...—¿Y tú jefe no pudo avisarte? ¿No se supone que él era quién lo tenía encarcelado? — William interrumpió a Audrey quién lo miró asombrada, la manera en la que habló de Gael a ninguna de las dos mujeres les gustó. Por lo que Jenny se colocó
Gael entró a la oficina donde Indiana y Malcolm los esperaban, ambos ansiosos por el puesto nuevo y el gran aumento del que Jenny les habló.—¡Vaya!, se ven realmente felices. — dijo Gael en cuanto entró y los vio.—¡Cariño!, qué alegría verte, me has hecho falta — a Indiana nunca le había importado demostrar el interés que tenía hacia Gael.—Indiana cielo, quiero que te vayas a la habitación que usábamos aquí abajo, iré en unos minutos, sabes cómo debes esperarme. — a la mujer se le iluminaron los ojos al escucharlo.—Claro, cariño — la mujer salió excitada de ahí, la sonrisa de Malcolm era de alguien quién creía que había ganado, de alguien que creía que había cons
Audrey se sentía cansada, Jenny la había hecho recorrer todo el centro comercial, había comprado ropa que jamás en la vida había pensado que podía, y eso la hizo sentirse feliz, ya que las pocas cosas que tenía era porque se las habían regalado y todo era ya usado, una que otra era nueva y eran regalos de William o de su madre.Jenny tenía un gusto increíble por la moda, su offits era increíbles, y su lencería era preciosa, no podía faltar bolsos, zapatos, carteras, maquillaje, perfumes, cremas, todo para uso personal, incluso los jabón de baño y para la tina escogieron fragancias que a Audrey le gustara ya que nunca había tenido ni una tina. Todo era un cambio radical.—¿Quieres irte ya? — preguntó al ver que ella ya estaba en silencio.—Sí, la verdad es
Gael había salido algo dolido, pero sabía que era normal, su reacción, ella debía procesar lo ocurrido, salió rumbo a su casa, no quería trabajar, quería estar solo para pensar cómo ayudar a Audrey en lo que ella había pasado. Así ella no le volviera a hablar él volvería hacer lo mismo una y otra vez, no se arrepentía. Recordó las palabras de la doctora y luego lo que Audrey le había dicho y decidió llamar a la doctora insolente y preguntarle por el lugar que le había mencionado.Luego de conseguir el número de la tal Montserrat Valencia, la llamó de inmediato.—Hola — una voz muy dulce contestó al otro lado.—Sí, hola, ¿Montserrat Valencia?—Sí, ella habla.—&iq
—Es increíble el parecido con mi esposo, si hasta parecen gemelos — dijo sin poder dejar de verlo.—Sí, y como usted ha dicho no es normal, pero ahora lo que importa es Audrey, lo único que deseo es que ella no me odie. — Montse lo miró con dulzura.—Y no lo hará. — En cuanto las puertas del ascensor se abrieron en el penthouse de Audrey, él la buscó con la mirada, pero no la vio.—No voy a pasar, ella no quiere verme, así que la dejo aquí — Montserrat salió del ascensor mientras observaba el lugar, escuchó ruidos no muy lejos de ahí y se dirigió al lugar, al entrar era una cocina enorme, y vio a una hermosa joven acomodando cosas.—Hola — dijo Montserrat asustando a Audrey.—¡Oh por Dios!