De largo varias personas los veían con envidia y molestia a esa pareja que estaba tan centrada en ellos mismos.
Una de esas personas se fue más que enojada hacia un lugar en específico, uno donde nadie lo vería o eso creía.
—Hola señor — le dijo al hombre que tenía una semana de estar encerrado.
—¿Qué quiere? — Federico no confiaba en ninguno de los hombres que trabajaba ahí, todos lo trataban mal, y se había jurado vengarse.
—¿Yo? Nada, solo he venido a sacarlo, puede irse, eso sí, ni se le ocurra detenerse en el club, primero porque si lo ven lo van a matar a golpes y segundo porque hoy no hay mucha gente, solo los empleados celebrando un cumpleaños. — Federico lo miró confundido, pero se levantó de inmediato, del horrible catre.
<Tanto Audrey como William iba sumergidos en sus pensamientos, él no podía hacerse el tonto a lo que vio.—Sé que no debería, pero necesito preguntarte algo Audrey — ella lo miró sin comprender. —¿Te gusta tu jefe? — ella lo miró sorprendida.—Yo.. no sé… osea, William eres mi amigo, pero también sé que ya no me ves como tal, y no sé cómo hablarte de ciertos temas.. —William asintió, él la comprendía, claro que lo hacía.—Preciosa eres mi amiga, puedes confiar en mí, además el culpable de que hoy no seamos más que amigos es mi culpa, así que no quiero que te sientas incómoda.—No, Will, ¿cómo dices eso? Nada es tu culpa.—Bien sabe q
Gael salió corriendo hasta su auto, que en realidad estaba algo alejado del club, maldijo al saber que tenía mucho tiempo de diferencia, en una hora a Audrey podría pasarle de todo, pero se detuvo en seco al recordar que no sabía dónde vivía.—Mierda, mierda, — llamó al guarda del garaje y le dijo que quería el auto de él en un minuto junto al club. Se devolvió a su oficina y buscó la carpeta con todos los datos de Audrey, ahí encontró la dirección, justo cuando salía de su oficina nuevamente se encontró con Mason que estaba algo agitado y preocupado.—Jefe, José me dijo lo que pasó — Gael asintió y siguió caminando, él lo hizo detrás de su jefe— Así es, pero ahora no puedo hablar Mason, cada segundo cuenta.<
Gael no podía dejar de sentirse culpable, aunque hubiera llegado antes de que las cosas fueran peores y causara más traumas, no lo veía así, en ese momento estaba sumido en ver cómo la mujer por la que sentía algo muy fuerte parecía muerta en vida.Mason le había dado una buena golpiza a los miserables esos, ahora hablaba con Jenny por celular y trataba de explicarle las cosas a medias, mientras esperaban que llegara la policía y ambulancia, la mujer lloraba al otro lado por su amiga, y le avisó a su esposo que iría de inmediato para el hospital.Después de diez minutos las autoridades llegaron al lugar, tanto Gael y Mason dijeron lo que había pasado, lo más rápido que pudieron, ya que Gael tenía pensado no soltar a Audrey a quien justo ahora la subían a una camilla.Audrey a pesar de sentir su cor
—Gael, deberías ir a descansar — él la miró enojado, por lo que Jenny levantó las manos en son de rendición. — te lo decía por tu bien, llevas dos días aquí, tienes que bañarte, comer, dormir.—Ya me he bañado, para eso cada habitación tiene un baño, ya he comido, y ya he dormido, ese Sofá es bastante cómodo. — dijo ya harto del asunto. — el doctor dijo que en cualquier momento ella puede despertar y yo quiero estar aquí cuando lo haga, aunque a estado inconsciente, ella se queja en medio de sueños, basta para que yo le hable y ella se queda tranquila, eso me reconforta, así que no pienso dejarla ¿está claro?.—De acuerdo, entonces me voy, debo ayudar a Mason. —Gael asintió.—¿Han hecho lo que les dije? &m
Gael alimentaba a Audrey cuando entró la doctora para darle una última revisión antes de darle el alta. Habían pasado tres días desde que Audrey se despertó y en cuanto el doctor entró ella se puso muy nerviosa, no quería a ningún hombre cerca de ella, por lo que Gael tuvo que mandar a llamar una doctora, cosa que para él era mejor.—¿Cómo estás hoy mi paciente preferida? — Audrey se sonrojó.—Me hacen sentir como una niña — dijo muerta de vergüenza, ya que Gael no dejaba que ella hiciera nada sola y la doctora siempre le hablaba como si tuviera nueve, es sólo que Audrey no sabía que la doctora Stuard, siempre había defendido a las mujeres golpeadas y maltratadas, siempre buscaba como ayudarlas a salir de ese hueco en que muchas entraban y a veces no salían vivas.<
De camino al hotel ninguno decía nada, Gael iba manejando con cuidado mientras pensaba en un plan para poder vengarse, mientras que Audrey pensaba en cómo sería su vida de ahora en adelante, tenía miedo, de todo y de todos, excepto de esas personas que sabía que nada le iban hacer, como Jenny, Mason, William y Gael, suspiró sin darse cuenta al pensar en él, lo miró con disimulo y vio que él iba con él ceño fruncido y le extrañó, pero decidió no decir nada. El silencio fue interrumpido por el celular de Gael, quien contestó de inmediato al ver que era Mason.—Dime. — contestó con sus manos libres.—El amigo de Audrey está aquí, Jenny decidió pasarlo a la que será tu nueva oficina. — oír eso no le gustó para nada a Gael, pero contra eso no podía hace
Tres pares de ojos veían como Gael desaparecía por el ascensor.—¿Qué fue lo que te pasó? — preguntó William ya desesperado por saber qué había pasado, más porque ella se veía golpeada y eso le dolía.—Federico, estaba en casa con unos amigos. — William maldijo molesto haciendo que ella se quedara en silencio.—Ese maldito desgraciado, yo no debí dejarte ir sola.— Nadie sabía que ese hombre estaba libre...—¿Y tú jefe no pudo avisarte? ¿No se supone que él era quién lo tenía encarcelado? — William interrumpió a Audrey quién lo miró asombrada, la manera en la que habló de Gael a ninguna de las dos mujeres les gustó. Por lo que Jenny se colocó
Gael entró a la oficina donde Indiana y Malcolm los esperaban, ambos ansiosos por el puesto nuevo y el gran aumento del que Jenny les habló.—¡Vaya!, se ven realmente felices. — dijo Gael en cuanto entró y los vio.—¡Cariño!, qué alegría verte, me has hecho falta — a Indiana nunca le había importado demostrar el interés que tenía hacia Gael.—Indiana cielo, quiero que te vayas a la habitación que usábamos aquí abajo, iré en unos minutos, sabes cómo debes esperarme. — a la mujer se le iluminaron los ojos al escucharlo.—Claro, cariño — la mujer salió excitada de ahí, la sonrisa de Malcolm era de alguien quién creía que había ganado, de alguien que creía que había cons