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EL PRINCIPIO DE MI DESGRACIA

─ ¡No voy a preguntarte que estás haciendo porque es más que obvio que estas robando! ─ Digo sacando mi móvil para llamar a seguridad sin dejar de mirarla ni un segundo.

─ ¡Por favor espere señor Tenesi, puedo explicarlo! ─ Suplica al borde de las lágrimas, pero no le creo nada.

─No tienes nada que explicarme, eso lo tienes que hacer con la policía, espero tengas un buen abogado ─ Sigo marcando hasta que contestan mi llamado.

─ ¡Es mi hermano está a punto de morir y si no pago un trasplante de corazón voy a perderlo! ─ Suplica nuevamente.

─ ¿Pagar un trasplante? ─ ¿Vas a comprarlo en el mercado negro? ─ Comento apartando el móvil de mi rostro.

─Para la gente con dinero es todo tan fácil; no voy a comprarlo solo debo pagar el hospital para los gastos y poder inscribirlo en la lista de espera ─ No sé mucho de eso, pero pienso investigarlo, después de sacarla de aquí.

─Conozco a mi padre y sé que es un hombre de buen corazón no se atrevería a negar un préstamo como esos para algo tan importante ─ Le argumento para que no le quede escapatoria.

─Si me puede escuchar durante diez minutos se lo puedo explicar ─ Pide y le concedo ese tiempo porque realmente quiero escuchar su historia y tener una base sólida para ponerla de patas en la calle.

─Muy bien te escucho ─ La miro directo a los ojos cuando ella se sienta en mi oficina, su mirada recae sobre mí y me encantan esos ojos de gata que tienen.

─Hace tres años atrás perdí a mi madre por la misma causa, no teníamos dinero para incluirá en esa lista y la vimos apagarse poco a poco, me jure que no permitiría de nuevo una cosa como esa y cuando la vida me estaba yendo mucho mejor, mi hermano de diez y seis años nos dio la fatal noticia. ─ Se nota muy segura en su mentira.

─ ¿Por qué no pediste un préstamo? ─ Pregunto un poco confundido ya que siento algo de tristeza.

─Si los pedí, con este son tres préstamos y llegue a mi limite, el departamento de contabilidad me dejo claro que no me permitían más y pedírselo directo a Alex me pareció un poco arribista ─ ¿Qué fue lo que acabo de decir?

─Es mejor robarlo a pedirlo y más cuando tienes argumentos de tanto peso ─ ¿Si sabes que estas quedando como una ladrona y no como una arribista? ─ Comento mientras juego con un bolígrafo que tengo en la mano.

─Lo sé, pero puedo pasarle los documentos de mi hermano si me deja ir a mi escritorio ─ Ella se ve muy segura, pero me han engañado antes con menos y no hay forma que pueda confiarme.

─ ¡Vete ahora no quiero verte más, necesito pensar! ─ Alzo la voz, estoy molesto no sé qué hacer ¿Y si es verdad? ¿Y si no lo es? Me molesta querer creerle.

Ella se levanta y sale de allí sin decir una sola palabra y sin mirar atrás, yo me quedo unos segundos más y luego tomo la chaqueta para irme, pero en eso me percato que ella no dejo el dinero y siento mucha más ira.

Voy a mi apartamento y empiezo a averiguar con varios amigos que tengo en el medio, ellos me confirman que hay una persona con ese nombre esperando por la inscripción en el hospital central, no hago ningún pago ya que ella se llevó el dinero pero no deja de molestarme lo que está pasando.

ANGIE

Llego a casa y me desplomo, para variar Rodrigo mi esposo no está ya que es piloto y se la pasa más en el aire que en la casa, tan solo tenemos un año de casados y al parecer somos un matrimonio viejo, nunca dormimos juntos el ahora nunca me toca, creo que desde que quedé con la responsabilidad de mi hermano y mis estudios, además de la casa todo se me hizo más pesado, pero jamás decaí, apenas a mis veintidós años siento el mundo sobre mi espalda.

Creo que me apresure para muchas cosas, entre ellas casarme o tomar el dinero que tome hoy, muy a pesar de ser descubierta por un hombre que ha demostrado no sentir mucha empatía por mí. Mis lágrimas bajan por mis mejillas cuando sé que en cualquier momento puede llegar la policía.

Me cambio y me duermo con mucha tristeza, pero al despertar no tengo llamadas o notificaciones, no sé si ir a trabajar y lo peor es que tengo pánico, pero necesito saber a qué atenerme, así que me aseo y sin mucho ánimo me pongo mi uniforme.

Me adentro en el banco y no pasa nada, nadie me detiene, suspiro solo un poco aliviada pero cada paso que doy me aterra más hasta que al final llego hasta mi oficina, él está allí no sé a qué hora llego, pero no me observa siquiera.

Sus ojos no se quitan de la laptop y yo empiezo a recibir gente, la mañana paso despacio y no lo vi moverse ni por un momento de su sitio, tal vez tenía mucho trabajo, yo no me atrevo a adentrarme allí, pero sé que es algo lógico, en cualquier momento tenemos que hablar, por más que haya comprobado la verdad no creo él sea una persona de dejar las cosas, así como así.

Estoy por levantarme, pero una visita inesperada me hace quedarme en mi puesto, siento mi sangre helarse y mi corazón casi detenerse.

─ ¡Señora Sáenz buenas tardes! ─ ¿Cómo puedo ayudarle hoy? ─ Rezo porque no quiera retirar dinero o verificar su caja.

─ ¡Angie mi niña querida vengo porque me surgió una emergencia y necesito retirar todo el efectivo que tengo en mi cuenta! ─ Dice y mis ojos se aguan, si no me delato el, ella no va a dudarlo.

─ ¡Claro que si señora Sáenz solo debe llenar algunas formas y listo! ─ Le alcanzo las formas y ella empieza a firmarlas mientras yo rezo todas las oraciones que se me pasan por la cabeza.

─ ¡Buenos días para las dos! ─ Lo único que me faltaba ahora si el espectáculo va a ser en grande, mis ojos van de uno al otro y luego a el que me observa fijamente.

─ ¡Libardo buenos días! ─ ¿Cómo estás? ─ pregunta ella pasándome las formas totalmente diligenciadas.

─Me pareció haberte visto ayer y jamás vienes dos veces por estos lados ─ Dice haciendo memoria.

─Como le comete ayer a Antonia tengo una oportunidad de invertir a lo grande y necesito todo mi dinero en este momento ─ Que maravilla de un día a otro pasó lo que en el trascurso de dos años no había pasado antes.

─Muy bien te deseo mucha suerte y vamos te acompaño ─ Dicho esto nos levantamos y veo salir a Rubén de su oficina también para saludar a su padre y unírsenos.

Caminamos por los pasillos que transite ayer y hoy se me hacen eternos, las piernas me tiemblan y casi no soy capaz de seguirles el ritmo, ellos hablan y ríen mientras mi vida pasa justo frente a mis ojos.

Le entregó las llaves a la señora Sáenz y ella se adentra mientras la esperamos fuera de las bóvedas, espero en cualquier momento salga para reclamar por el faltante, pero me quedo asombrada cuando veo que sale con una grata sonrisa en sus labios y pide le entreguen el dinero a un cajero para pasarlo a una cuenta.

No lo puedo creer estoy en estado de shock y es que no entiendo que pudo pasar, tengo el formulario en la mano, el dinero dice estar totalmente completo ─ A mi oficina ahora─ Comenta en voz baja.

Sin mucho que decir voy directo a su oficina, cierro la puerta porque me imagino que él está involucrado en lo que acaba de pasar, no quiero que nadie más lo escuche sin contar con que no sé cuánto va a valerme esto.

─Espero que esto realmente le sirva de lección señorita Laverde ─ Suelta y yo asiento con mi cabeza.

─Muchas gracias, señor Tenesi, créame que no tengo como pagarle y que voy a devolverle hasta el último centavo ─ Ya estoy mucho más tranquila y siento que este hombre es como un ángel en mi camino.

─Me informe anoche si era real o no lo que argumentabas y definitivamente no mientes, créeme que no voy a decirle a nadie, ahora que lo de tener o no como pagarme será algo que vamos a discutir en la tarde, después que todos se marchen de la oficia quiero que te presentes en este lugar con Linda ─ No estoy entendiendo muy bien.

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