En un rincón oscuro de la ciudad, un hombre de mirada penetrante y cicatrices visibles en su rostro observaba su reflejo en un vaso de whisky. Jean-Luc Moreau, el antiguo socio y amigo de Andrei Cartier, había regresado de las sombras. Su nombre había sido borrado de los registros empresariales, su reputación destruida, y su vida casi terminada por culpa de un hombre al que alguna vez llamó amigo."Andrei… "—murmuró, apretando los dientes mientras su mano temblorosa sostenía el vaso—. "Creíste que me habías eliminado, ¿verdad? Pero aquí estoy. Y esta vez, no habrá escapatoria para ti."Jean-Luc recordaba con amargura cómo él y Andrei habían comenzado un negocio juntos en sus años más jóvenes. Todo iba bien hasta que las ambiciones desmedidas de Andrei comenzaron a salir a la luz. Jean-Luc, siendo un hombre honesto, había intentado frenar los excesos de su socio, pero Andrei no estaba dispuesto a compartir el poder ni el éxito. Así que hizo lo impensable: le tendió una trampa, lo invol
Amelia Cartier no podía creer lo que había escuchado. Sofía,, conocía a Andrei de una manera que nunca había imaginado. Aquella conversación telefónica que había escuchado escondida en la oficina de Andrei seguía resonando en su mente como un eco perturbador. ¿Cómo era posible que Sofía y Andrei tuvieran secretos en común? ¿Y quién era Jean-Luc Moreau, ese hombre que, según Andrei, estaba muerto pero que aparentemente había regresado para vengarse?Amelia, con el ceño fruncido y las manos temblorosas, se sentó en el borde de su cama. Su mente estaba llena de preguntas, y cada una parecía más inquietante que la anterior. Aunque siempre había sido la más reservada y neutral de los hermanos, esta vez sentía que debía actuar. Tenía que descubrir la verdad, incluso si eso significaba enfrentarse a los secretos más oscuros de su familia."¿Qué estás escondiendo, Andrei?" murmuró para sí misma, apretando los puños—. "Y tú, Sofía… ¿qué tienes que ver con todo esto?"Amelia decidió que no podí
Brith Cartier estaba sentado en su oficina, con el teléfono en la mano, mirándolo como si fuera un adversario al que no sabía cómo enfrentar. Era un hombre acostumbrado a tomar decisiones bajo presión, a liderar equipos y a resolver problemas aparentemente imposibles. Pero esa llamada… esa llamada era diferente.Brihana Kazcanov. Solo pensar en su nombre hacía que su pecho se apretara. Ella era la mujer más fuerte, inteligente y capaz que había conocido, y también la mujer a la que había perdido por su propia arrogancia. Habían sido un matrimonio brillante a los ojos del mundo, pero detrás de las puertas cerradas, Brith sabía que había fallado. Sus caprichos y su incapacidad para priorizar lo que realmente importaba habían destrozado algo que podría haber sido eterno.Ahora, enfrentando la peor crisis de su carrera, sabía que necesitaba a Brihana. No solo porque era brillante y experta en manejar situaciones como esta, sino porque, en el fondo, sabía que ella era la única persona que
Mientras tanto, Amelia Cartier continuaba con su propia investigación. Había seguido las pistas sobre Jean-Luc Moreau hasta un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad. Aunque todo indicaba que Jean-Luc estaba muerto, Amelia no podía ignorar lo que había escuchado en la llamada de Andrei. Si Jean-Luc estaba vivo, él tenía las respuestas que ella necesitaba.Conduciendo por una carretera solitaria, Amelia se sentía cada vez más nerviosa. Sabía que estaba entrando en territorio peligroso, pero su curiosidad y su necesidad de descubrir la verdad eran más fuertes que su miedo.Finalmente, llegó a una pequeña cabaña al final de un camino de tierra. Las luces estaban encendidas, y el lugar parecía habitado. Amelia se bajó del auto, respiró hondo y caminó hacia la puerta.Tocó suavemente, y su corazón latía con fuerza mientras esperaba. Después de unos segundos, la puerta se abrió, y un hombre apareció en el umbral. Su rostro estaba parcialmente cubierto por las sombras, pero sus ojos bril
En su oficina, Brith estaba hundido en la desesperación. Había perdido el control de la empresa, y la crisis seguía creciendo. No sabía qué más hacer. Finalmente, tomó su teléfono y marcó un número que no había llamado en mucho tiempo."¿Hola?" —respondió una voz femenina al otro lado de la línea.Brith sintió un nudo en la garganta al escucharla. Era una voz que conocía demasiado bien, una voz que todavía lo hacía sentir cosas que no quería admitir."Brihana… soy yo, Brith" —dijo, con voz baja.Hubo un silencio al otro lado de la línea antes de que ella respondiera."¿Qué quieres, Brith?""Necesito tu ayuda" —dijo, sin rodeos—. "La empresa está en crisis. Andrei ha tomado el control, y yo… yo no sé cómo solucionarlo. Tú eres la única persona que puede salvar esto. Por favor, Brihana. Ayúdame."Hubo otro silencio, más largo esta vez. Brith podía imaginarla debatiéndose consigo misma, luchando entre su orgullo y los sentimientos que todavía pudiera tener por él."Lo pensaré" —dijo final
El hospital estaba envuelto en un silencio sepulcral, roto solo por el sonido de los pasos apresurados de los médicos y las máquinas que pitaban en las salas de emergencias. Brith Cartier estaba sentado en una de las incómodas sillas de la sala de espera, con las manos entrelazadas y la mirada fija en el suelo. Su rostro reflejaba una mezcla de angustia, rabia y desesperación. Amelia, su hermana menor, estaba en el quirófano luchando por su vida.Cada segundo que pasaba parecía una eternidad. Brith apretó los puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos, recordando la llamada de Amelia antes del accidente. Ella sabía algo sobre Sofía y Andrei, algo importante, algo que podría cambiarlo todo. Pero ahora, ese secreto estaba atrapado en su mente inconsciente, y él no podía hacer nada más que esperar."Por favor, Amelia… no me dejes "—murmuró para sí mismo, con la voz quebrada.Liam y Marko estaban a su lado, tratando de consolarlo, aunque ellos mismos estaban visiblemente afectados.
El sonido monótono del monitor cardíaco llenaba la habitación del hospital, marcando el ritmo lento pero constante del corazón de Amelia Cartier. Su cuerpo estaba conectado a una serie de máquinas que mantenían sus signos vitales estables, pero su rostro, pálido y sereno, parecía el de una persona atrapada en un sueño profundo. Amelia estaba en coma.Brith estaba sentado junto a su cama, con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos. Desde el accidente, no había podido dormir ni comer. El peso de la culpa lo aplastaba. Si tan solo hubiera insistido en hablar con Amelia antes, si hubiera estado más alerta, tal vez todo esto se podría haber evitado."Amelia… "—susurró, levantando la cabeza para mirarla—. "Por favor, despierta. Necesito que estés bien. Necesito que me digas lo que sabes."Aunque su voz estaba cargada de tristeza, había algo más detrás de sus palabras: desesperación. Amelia no solo era su hermana, sino también la única persona que podía confirmar sus
Aunque la mayoría mostraba alegría y entusiasmo, Brihana podía sentir la falsedad en las sonrisas de algunos, la envidia disfrazada de cortesía y los intereses ocultos tras los gestos amables. Mientras el bullicio de la celebración inundaba el ambiente, ella luchaba por mantener la compostura, consciente de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.Poco a poco, Brihana comenzó a darse cuenta de la verdadera naturaleza de su matrimonio. Lo que una vez pareció un cuento de hadas se desvanecía ante la realidad de una vida marcada por las expectativas ajenas y las demandas implacables de una familia que no aceptaba un "no" como respuesta. La opresión y el control se apoderaron de su día a día, convirtiendo su hogar en una prisión dorada.La joven novia, que alguna vez soñó con amor y libertad, se vio atrapada en un mundo de apariencias y obligaciones, donde su voz se perdía entre susurros y sus deseos eran ignorados en aras del prestigio familiar. Aquella fiesta fastuosa se conv