Capítulo 30

La mañana del lunes llegó rápidamente, amanecer con el hombre de mi vida en su habitación y en su cama me hacía extremadamente feliz. Me levanté primero que él y tras hacer mis necesidades, ducharme y vestirme, decidí que quería hacer algo por él.

Fui a la cocina y preparé un desayuno completo para mi amor, esta mañana había amanecido con hambre ya que no quise cenar anoche. Recordé que le había prometido a Edward hacerme los exámenes de sangre lo más pronto posible, tenía la incertidumbre de saber qué rayos me pasaba.

Cuando estaba por terminar de organizar el desayuno para llevarlo a su habitación, sentí el aroma de Edward inundar mis fosas nasales y me deleité.

—Buenos días, mi cielo—susurró en mi oído al tiempo que dejaba un beso en mi mejilla.

—Buenos días, mi amor. Te preparé el desayuno.

Entonces sus manos se posaron a cada lado de mi cintura y giré sobre mis talones para mirarlo.

—¿Te he dicho lo hermosa que te ves hoy?

—Lo acabas de hacer. Tu también estás muy guapo, bueno
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