Paciencia

En serio, no quería enojarse con su compañero… Pero Milo estaba agotando su paciencia y...

—Ya, no hace falta que te lo tomes tan a pecho, Etiel, fue una broma y…

—A la mierda —bramó, perdiendo toda la paciencia que le quedaba—. Me has hecho enojar en serio —Se acercó peligrosamente a Milo—. Pon atención a esto —Hundió un dedo en el pecho del chico, sin importarle si ejercía mucha presión y habló entre dientes—: No vuelvas a pronunciar mal mi jodido nombre, lo haces a propósito. Y otra cosa, haz tu maldito trabajo de una buena vez.

Empujó a Milo contra la pared más cercana, notando cómo el color abandonaba el rostro del chico, tornándose pálido de pronto.

—Bien, bien. Cálmate… —balbuceó Milo—. No era mi intención hacerte enojar. Lo siento. Por favor, discúlpame.

Inhaló hondo… Exhaló lento, dejando que el enojo se desvaneciera lentamente de su sistema.

—Vete de una buena vez y trae esas grapadoras —demandó.

Sin emitir una palabra, Milo se alejó a pasos rápido en dirección al depósito.
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