Sofía gritó y esos gritos fueron suficientes para que Ángel escuchará y corriera hacia el consultorio en dónde el médico trataba de levantar a Julia junto con Sofía.—¿Qué sucede? —dijo Ángel corriendo en ayuda de Julia, quien la tomó en sus brazos y la puso sobre la camilla.—Les agradezco que me dejen solo mientras reviso a la paciente —dijo el médico mirando a Sofía y a Ángel quien estaba justo al lado de Julia sosteniendo la mano.—Yo no pienso salir hasta no ver que Julia está bien —dijo Ángel mientras se interponía en medio del médico.—Por favor Angel, deja que revisen a mi hija. —Sofía caminó hacia Ángel para después tomarlo del brazo y hacer que saliera junto con ella.El cual se negó, pero termino por aceptar después de todo el quería que ella estuviese bien, los dos salieron del consultorio, solo que Angel no tenía paz, caminaba de lado a lado, lo que llamó la atención de Sofía, pues no era normal que el profesor actuará de esta forma, así que camino hacia el.—Profesor Bra
Ángel pegó un brinco para después tensar su mandíbula. Mientras aquella joven miraba la escena con algo de desconfianza, como si no fuera casualidad que aquel hombre estuviera aquí. —Nada, solo vine porque este ruido es incesante —respondió Ángel, mientras maldecía por dentro—. Fue algo que me preocupó, me parecía mejor venir a verificar que nada estuviera pasando.—Señor le pido que se retire, por favor—dijo la joven enfermera tratando de ayudar a Ethan quien empezaba a respirar con dificultad—. No puede estar aquí si no tiene permiso del médico. Ángel salió de allí como alma que lleva el diablo, pues se había esfumado la oportunidad de desconectar a Ethan, pero de algo si estaba seguro muy pronto volvería y lograría su objetivo.Mientras tanto, Sofía ingresaba a la habitación de Julia, quien acababa de abrir sus ojos.—Hija que bueno que despertaste —dijo Sofía mientras caminaba hacia la cama de Julia—. Quería hablar contigo, ver que estuvieras bien. —¿Y mi bebé?, ¿Cómo está mi b
Leo estaba como de costumbre con una botella de whisky en sus manos, el día anterior había ido a la empresa, pero no hizo que eso lo hiciera sentir mejor, al contrario, lo hizo sentir más miserable que nunca, pues no dejaba de pensar en Julia, y más por qué fue a la oficina en donde trabajaba el investigador privado Ángel Brown, solo que su secretaria le dijo que ya no estaba que se había ido del país.Leo se sintió una vez más solo, y no quiso seguir buscándola, él merecía estar solo y sin amor y más postrado en esa silla.—¡Cariño! Que bueno que te encuentro, pensé que te habías ido a la empresa —le dijo Soledad entrando a la habitación de Leo, para después correr las cortinas.—Deja todo cómo está, no te atrevas a moverlo —vociferó Leo con una su mirada puesta en la botella de whisky.—Está bien cariño, solo quería hablar hoy con más tranquilidad sobre nuestra boda, pues pienso que deberíamos seguir con lo planeado, a Victoria le hace falta una madre y yo estoy dispuesta a serlo —d
Leo se llevó sus manos a la cabeza mientras sentía que ya no aguantaba más, pero de algo estaba seguro Maya se quedaría con él, pues él necesitaba ayuda con Victoria, además que no quería tomar el control de las empresas Lennox, así que en la cena de la noche le propondría a Maya que se hiciera a cargo, ya que él no podría, pues el remordimiento y la ganas de clavarse un puñal en el pecho no se le iban a quitar.Por otro lado, Soledad había salido de la habitación de Leo totalmente sonriendo, estaba feliz y no habría nada ni nadie que le quitará su felicidad, bueno casi nadie.Soledad camino hacia su habitación entró y cerró con llave, quería guardar muy bien la foto de Julia, pues en su mente tenía algo que de seguro Leo se desengañaría de Julia y de eso estaba completamente segura.Solo que busco su bolsa en donde guardaba sus cosas importantes, pero no lo encontraba, saco casi todo lo que había en su closet y no encontró absolutamente nada, en la habitación de Soledad era como si h
Leo escucho como un fuerte golpe se había oído además de dos gritos, uno de ellos desde luego era el de Victoria, lo cual hizo que Leo se pusiera pálido por completo, pues su pequeña estaba pidiendo ayuda y él no había acudido a su ayuda, Leo pensó lo peor y quiso morir, así que empezó a rodar con más fuerza la silla de ruedas, pues temía encontrar el peor escenario.Al llegar vio a Maya tirada en el piso y a Victoria escalones más arriba, quiso pararse y bajar ayudar a Maya quien se quejaba de dolor, la impotencia empezó apoderarse de Leo, pues estaba en una silla de ruedas, así que se sentía como un completo estorbó.—Maya, ¿Estás bien? —dijo Leo acercándose al borde de las escaleras.—Ayúdame Leo —dijo Soledad con su voz entrecortada.Mientras Victoria estaba completamente asustada, pues no supo como se cayó Maya por las escaleras, si ella no la empujo.—¡Emma!, ¡Emma! —gritaba Leo desesperadamente, pues sentía impotencia al no poder hacer absolutamente nada.Emma acababa de hacer
Leo no la estaba pasando para nada bien, tenía la cabeza grande, aunque Maya no fuese mucho de su agrado no quería que nada malo le pasará, sin contar que también estaba preocupado por Victoria, quien estaba sola y asustada por lo que había pasado.—Señor Rossi. —Leo giro su cabeza y vio al médico el cual atendía a Maya.—Dígame doctor, ¿cómo sigue la señorita Salvatierra? —preguntó Leo alzando su vista para mirar al médico.—Sígame señor Rossi. —Los dos fueron directamente al consultorio.—Bueno señor Rossi lamento mucho decirle que su prometida —Leo abrió sus ojos como platos y frunció el ceño. —Sufrió una fractura simple de fémur, la señorita Salvatierra va a estar enyesada por lo menos tres meses.—Doctor la podemos llevar a casa. —Para Leo esto era un verdadero problema, y más ahora qué Maya iba a necesitar una enfermera.—Sí, claro en una hora la puede llevar a su casa, por ahora puede pasar a verla, creeme que lo va a necesitar —dijo el médico mientras estiraba su mano y desped
Victoria subió rápidamente a su habitación y se tiró a la cama y se echó a llorar, le dolía ver cómo por primera vez en su vida su papito no creía en sus palabras, cómo extrañaba los días en que era feliz, cuando su papito caminaba, o cuando su madre todavía vivía, que aunque no solía ser tan buena con ella, al menos disfrutaba cuando estaban los tres juntos.Eran los momentos más hermosos que victoria atesoraba en su corazón y que ya nunca iban a volver, pues ahora sí tía la mujer que nunca la había querido y ahora estaba en su casa su único lugar seguro, que había dejado de serlo en el mismo instante que ella puso un pie en la casa Victoria lloró por más de una hora, sin nadie que la consolara, ni siquiera Leo fue capaz de alentar el corazón de su pequeña, él tenía su propio dolor un dolor que no cesaba y que al contrario se estaba haciendo cada vez más grande.El día pasó rápidamente y Soledad estaba de nuevo en casa, ella al igual que Leo estaba en una silla de ruedas, la dejaron
Soledad pasó la peor noche de su vida, el médico hizo con ella lo que quiso, de miles de maneras, pero eso lo mantendría con la boca callada por unos días pues el médico le exigió que cada cuatro noches la quería tenerla en el apartamento dispuesta para él solo.Hoy Julia se levantaba más animada, el día anterior había tenido su primer ultrasonido el cual le indicaba que iba a ser madre de un varón, lo que hizo que sus ojos se llenarán de lágrimas por no poder compartir la felicidad con el padre de la criatura.Pero aun así estaba feliz, antes de ir a la universidad, iría a ver a Ethan a darle su beso en la frente y así después salir hacia la universidad, así que tomó su suéter y salió de su habitación.Bajo las escaleras pasó al comedor y tomó una manzana la cual se comía todas las mañanas, para después pasar a la sala en dónde dejó un beso en las mejillas de Sofía, quien tejía una hermosa mata azul para el bebé que ya estaba a escasos meses de nacer.—Julia no te vas a ir sin desayu