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Cuando entré a la casa Helena ya estaba encerrada en su cuarto. Ni siquiera estoy seguro de querer hablar con ella. Cuando entré en mi habitación con el enorme osito de peluche, Samantha dijo:

- Wow, qué lindo es este oso. ¿Dónde lo obtuviste?

- Yo... Lo obtuve de un cliente. – Le volví a mentir.

Los últimos días todo lo que hice fue mentirle a todo el mundo, incluyéndome a mí mismo.

Se levantó de la cama, en pijama y aún maquillada. Abracé al enorme oso que dejé caer en mi cama.

- Es muy lindo, mira eso. Ella lo apretó aún más fuerte.

- Sí.

- ¿Me dejas dormir con él hoy? Ya no soporto dormir sola tanto tiempo.

- Él puede. - Dije un poco celoso.

Cuando la miré acostada en la cama abrazando al oso, inicialmente estaba celoso. Entonces culpa. Eventualmente me di cuenta de que tal vez él no me pertenecía a mí sino a ella. Si a mi amiga ya la había enloquecido el oso, imagínate si supiera de dónde venía: su amado Jonathan. Yo era un mal amigo y también me estaba convirtiendo en un mal ser
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