Fabrizio —Lo siento, Su Majestad, creo que estamos llegando a un punto muerto —decía Tobías, quien, debía decir, no había hecho mucho de su parte. Parecía que su posición simplemente era decir no a todas las propuestas que nosotros le lleváramos, y yo sabía que Alaric estaba perdiendo la paciencia
Carmen —¿Quieren hablar conmigo? ¿Quiénes son esos lobos? —le pregunté a Fabrizio, y él me dio detalles. Parecían extraños, pocos habían escuchado hablar de ellos, y lo que me preocupaba es que nos perseguían.—Obviamente, les dije que no, pues ellos querían que fueras hasta su territorio y nosotro
Carmen—Alfa, esto es... la enfermedad... Venocromo —le digo.Veo a un par de hombres que deben haber sido jóvenes y saludables, pero que ahora están llenos de esas venas negras, tal cual como Marina, aunque en cantidades mucho mayores. Las líneas negras recorren sus labios y sus ojos, y los hombres
Xavier—¡Mate nos necesita! — escuché claramente la voz de mi lobo y mi corazón dio un salto.—Apolo... ¿Qué sucede?——¡Mate está en peligro! ¡Vamos inmediatamente! — estaba profundamente emocionado de volverlo a escuchar, pero nuestra mate estaba de primero.—¿Qué sucede, Xavier? —escuché que me pr
Aníbal —Todo esto no es suficiente para derrotar a Alaric. Yo he estado en el castillo y he visto a sus guerreros y su formación. Sé que es un lobo testarudo y molesto, pero también fuerte —le comento a Sangreoscura mientras vamos por el campamento.—Ya verás que Alaric no es invencible. Tenemos va
CarmenLos acontecimientos en la manada Luna Gris y todo lo que había pasado parecía ahora como una lejana pesadilla y nuestra estadía en Luces del Norte era tranquila. La manada era grande y próspera y los integrantes muy corteses, guerreros fuertes y bien entrenados y todos se mostraban muy atento
Xavier Había enloquecido estos días. El hecho de no tenerla me abrumaba, saber que ella y yo teníamos problemas, aunque fuera lo más normal del mundo. Las parejas solían tener pasar por varias cosas, pero yo no soportaba la idea de que estuviéramos separados. Me había comportado como un imbécil en
Carmen—¿Volviste a ver tu marca? —preguntaba cuando me levantaba y no lo encontraba a mi lado. De repente, él aparecía vestido, pero inmediatamente se acercaba a mí, quitándose poco a poco la ropa. Se veía sonriente, brillaba, mi mate estaba emocionado.—Culpable... fui hasta el espejo del salón pr