Carmen — ¡Suélteme! ¡No me toquen! — gritaba mientras veía que se llevaban a Xavier. Él había puesto en riesgo su vida por mí, y solo por eso había dejado de pelear, pero creo que lo mejor hubiera sido que no lo hiciera. A pesar de todo, sabía que Aníbal no me quería hacer daño... al menos no de
Carmen Me seguían arrastrando en la oscuridad, cargándome como si yo no pesara nada, dándome tumbos por los pasillos hasta que llegamos a una pequeña oficina, y cuando me soltaron, vi la cara de mi captor. — Alfa Ares...— El padre de Aníbal estaba furioso, y sin duda prefería enfrentarse a cualq
Él coloca una mano en mi cuello y aprieta mi garganta lo suficiente para que respire, pero sabiendo que tiene mi vida colgando de un hilo. — Pero si tienes algo humana… por supuesto que es mejor que sea alguien de Luna de sangre el que te tome... a que sea ese Alfa asesino... ese bastardo pudo tene
Xavier Ustedes podrían decir que yo había caído en su trampa, pero realmente no veía otra opción. No iba a dejar ni siquiera la mínima posibilidad de que le hicieran daño a mi mate. — ¿Ya por fin te cansaste? y tanto que nos estábamos divirtiendo —me gritaba el beta Gerardo luego de que me había
— ¿Cariño? ¿De verdad eres tú? —pregunté en voz alta. Por la diosa, debía estar alucinando, pero cuando lo tuve ahí cerca no lo podía creer. — ¡Carmen! ¡Carmen! —le dije, y ella corrió hacia mí acercándose a la celda. Yo moví mis manos todo lo que pude y logré acercarme a ella. Su solo contacto hac
Aníbal La noche transcurría perfectamente hasta que, en un breve instante de distracción, ella desapareció. — Maldición — gruñí para mis adentros. Comencé a buscarla por todas partes hasta que de repente detecté un sutil aroma que provenía de la oficina de mi padre. — Ella está cerca — afirmaba
Si él no se hubiese emocionado tanto, ahora el asesino no tendría una cortada. Freya miraba las heridas de Xavier y parecía molesta. — Él debe haber encontrado la manera — dije rugiendo. — Creo que deberíamos atender primero un juicio justo para mi Alfa — decía Bruno. — ¡Imposible! Primero neces
Aníbal — ¿No me digas que tienes visitas, Aníbal? Cualquiera pensaría que estarías muy ocupado con el tema del atentado a tu padre... pero no, aquí estás muy contento disfrutando de la vida — decía el beta y era obvio que sabía que me tenía en sus manos. — No es nada de lo que imaginas — decía yo