—Ningún Alfa extranjero nos va a decir lo que tenemos que hacer. ¿O es que quieres a la humana para tu propia diversión?— decía uno, y se empezaron a reír. Y yo, en mi lobo, actuaba inmediatamente. Me iba sobre ellos rápidamente lanzando golpes. El primero caía desmayado y ya los otros entendían que
Carmen Mi regreso a la manada fue particularmente complicado, y algo me decía que Luna de Sangre no había cambiado en absoluto. Ver a esos hombres con esa pobre chica y su hermanito... no lo podía creer. Pero Xavier estaba conmigo. Me había salvado, me había protegido con todo lo que él tenía. Hab
—Mi corazón duele solo de pensar que alguien te haga daño. Ellos te hirieron... te consideraron un objeto y tenían que sufrir las consecuencias de semejante acto. Eres mi mate, no eres mía… porque te compré. Eres mía porque la diosa te hizo especialmente para mí... y yo para ti. Somos uno, Carmen...
Fabrizio — ¿Qué encontraron? — pregunté. — Tal como lo mencionó su alteza, los rastreadores están muertos — me dijo uno de los guerreros, y suspiré. — ¿Al igual que Paul?— — Sí, señor— me responden. Suspiro. — Quemen los cuerpos y manténganse alejados. Si ven a alguien que se sienta mal o esté
— Encontraremos una solución, estoy seguro...— — ¿En todos esos años en que sucedió esto en el pasado, salvaron a alguien? — pregunta. Es fácil ver que no hay esperanza en sus ojos. Yo niego con la cabeza. — Es mejor entonces que no nos acerquemos mucho, que no esté conmigo. Yo quiero que él viva,
Aníbal —¿Adriana? ¿Qué demonios haces aquí? — le pregunto mientras ella está vestida como si fuera a una gala. Tiene un pequeño vestido color rojo sangre, con encajes transparentes, tacones altos y está toda maquillada. — ¿Cómo que qué hago aquí? ¡Yo soy tu futura luna! ¡Tu mate! — dice ella como
Carmen — ¡Suélteme! ¡No me toquen! — gritaba mientras veía que se llevaban a Xavier. Él había puesto en riesgo su vida por mí, y solo por eso había dejado de pelear, pero creo que lo mejor hubiera sido que no lo hiciera. A pesar de todo, sabía que Aníbal no me quería hacer daño... al menos no de
Carmen Me seguían arrastrando en la oscuridad, cargándome como si yo no pesara nada, dándome tumbos por los pasillos hasta que llegamos a una pequeña oficina, y cuando me soltaron, vi la cara de mi captor. — Alfa Ares...— El padre de Aníbal estaba furioso, y sin duda prefería enfrentarse a cualq