Capítulo 0004

Xavier

—¿Todo bien Xavier?— Me preguntaba mi Beta, Bruno.

—No lo sé…estoy un poco ansioso desde que llegamos a este lugar— mi lobo Apolo estaba más nervioso que nunca.

Yo sabía que desde hace algún tiempo él se había convertido en una bestia insaciable. La necesidad de sangre de matar a los traidores y a los que eran nuestros enemigos era lo único que lo mantenía con vida.

Solo se calmaría cuando encontráramos a nuestra mate... y parecía ser que nunca iba a suceder. Era difícil controlarlo, y a veces… yo sabía que era como un toro fuera de control. Pero ahora estaba nervioso y eso era fuera de lo común.

Sabía lo que se decía de mí, que yo era una insaciable, cruel y despiadado. Y no podía decir que fuera mentira. Había muchos problemas en las manadas, y uno de ellos era que muchos alfas no aceptaban a los humanos, y si es posible querían acabar con ellos.

—Quizás es porque estamos cerca de la manada Luna de Sangre... —decía Bruno y yo gruñía.

—El estúpido de Aníbal…— decía y solo de recordarlo me molestaba.

Habíamos ido a la guerra porque él y otro alfa que querían toma un territorio. Y yo había matado a su hermano mayor, lo merecía. Él me odiaba y yo a él.

—¡Oh esos seres detestables! Escuché que tiene nuevo Alfa al fin. Debiste ser tú, por cierto… tú mataste al alfa— dice Bruno.

—Yo no quiero más territorio…y el rey pensó que era lo correcto—decía.

El rey era un flojo que no ayudaba en ningún problema de lobos, pero yo respetaba su decisión. Si era verdad que me correspondía, pero mis intereses eran otros.

Deseaba encontrar a mi mate con locura.

En la entrada nos esperaba Fabrizio. Él era mi amigo vampiro y que nos ayudaba sobre todo con la logística. Queríamos destruir una importante mafia de tráfico de humanos y hombres lobos, y si alguien podía hacer muchas cosas y muy bien era él.

—¿Tú también aquí? Te dije que podía solo…—le preguntaba y él miraba mi Beta.

—Puedo ver que nuestro querido amigo sigue de muy buen humor. Y aún todavía no se ha reconciliado con la afeitadora... —decía de él mirándome.

Era un vampiro muy elegante y bien vestido que parecía actor de Hollywood. No sabía su edad, seguro, décadas y era un hombre brillante y respetado. Al igual que yo… sin compañera.

—¡El mejor alfa de todos! ¡No te imaginas lo agradable que es estar con él todo el día!—dice Bruno de forma sarcástica y yo gruño.

—Cada vez más simpático, espero que Apolo esté más tranquilo…— dice Fabrizio y yo gruño aún más fuerte.

—Sí, esa es la forma de hablar de ahora del todo el tiempo, gruñir, gruñir. Un gruñido significa sí, dos gruñidos no... —decía Bruno y yo le daba un empujón. Fabrizio se reía.

—Déjese de tontería si hablemos de lo importante ¿Qué has visto?—

—Nuestro contacto adentro me contó que era realmente un mal lugar. Pero es peor de lo que pensé… esto es un infierno, parece ser que tienen a los humanos encadenados y... cosas bastante desagradables suceden aquí…— decía el vampiro ahora serio.

—Entonces no perdamos más tiempo y entremos... —decía yo y abría la puerta como un rinoceronte, entrando sin invitación y sin que nadie me detuviera.

—¡Hey!— gritaba el hombre de la entrada y yo seguía.

—Nosotros venimos con él... —decía Bruno mientras caminaba detrás de mí.

Él era un hombre un poco más pequeño que yo, aunque se podría considerar que era el tamaño normal, yo sabía que era particularmente grande y musculoso.

Tenía cara de buen tipo y como ya vieron tenía siempre un buen humor que contrastaba particularmente conmigo. Éramos amigos desde niños, y mi mejor amigo. Nunca me dejaba solo y daría la vida por mí, y yo por él.

—Algo anda mal gran Alfa... —me dice mi lobo Apolo. Y yo miro para todos lados.

El lugar es una completa pocilga y sin duda aquí hay una gran colección de tipos detestables. Veo humanos y lobos encadenados y estoy horrorizado. Tenemos que sacar a esta gente de aquí.

—¿En qué película de terror de bajo presupuesto nos metimos? Este es el peor lugar en el que hemos estado… y hemos visto cosas feas—pregunta Bruno mirando todo con asco.

—Es una que va a acabar dentro de muy poco... —digo yo entre dientes. Pasamos por un bar y mientras ellos se mezclan con todos, pidiendo bebidas, yo me siento inquieto.

—Juro que espero al menos encontrar una chica linda…es lo mínimo luego de entrar aquí ¡La cerveza es horrible! Yo quiero a mi mate, pero no ahora…me gustan las chicas tú me entiendes ¿verdad Fabrizio? — dice mi beta, mientras Apolo me habla de nuevo.

—¡Cállate Bruno!— grito y escucho a mi lobo

—Tenemos que movernos... hay algo aquí— dice Apolo. Mientras más me acercaba, mi lobo más enloquecía. Yo pensé que estaba emocionado por matar a todos estos desgraciados.

Hasta que lo sentí...

Era un olor delicioso como el mejor bizcocho de canela del mundo. Mi familia solía hacer unos así en vacaciones, se me hacía agua la boca y ahí me di cuenta.

—¡Mate! ¡Mate! —me gritaba mi lobo emocionado.

Me quedé prácticamente congelado, era la primera vez en años que lo sentía realmente emocionado y contento.

—¿Qué sucede? —preguntaba Fabrizio colocando una mano en mi brazo.

—Yo no…—no podía ni hablar.

—Debe ser malo. Ni siquiera gruñe…— decía Bruno colocándose frente a mí.

—Mate... — fue lo único que dije, no podía creerlo.

—¿Que qué? Repítemelo de nuevo... —decía Bruno con los ojos bien abiertos.

—Creo que está aquí... —

—No es buena señal Xavier, este lugar es horrible...— decía el vampiro.

—¡La diosa nos ha escuchado!— decía Bruno, feliz. Mientras yo los dejaba atrás y empezaba a caminar hacia el olor. Y la vi.

Yo había visto cosas horribles en este mundo, pero nada peor que... ver a tu mate ser subastada, mientras se ríen de ella y otros apuestan.

Sentía que veía rojo de pensar qué es lo que querían hacer con ella. Empecé a rugir y mis amigos me tomaron del brazo con toda la fuerza que pudieron.

—Cálmate... cálmate. Tenemos que hacer esto bien... —decía Fabrizio.

—¿Qué demonios quieres que haga? ¡La tratan como un objeto! —decía yo furioso cuando él se volteó y gritó una cantidad de dinero.

—Cómprala... cómprala antes que alguien lo haga— decía él y yo me acercaba más hacia el escenario.

—¿Comprarla? ¡Es mi mate!— decía yo furioso.

—¡Ve Xavier! ¡Ya!— gritaba el vampiro.

Hasta el momento solo la había olido y había quedado maravillado… pero ahora... veía que era una chica humana, con el cabello negro y corto, y cara de muñeca.

Prácticamente, me tuve que contener y no arrodillarme a mí mismo. Era lo más hermoso que había visto en toda mi vida.

—Mate... —susurré y por ese momento fui extremadamente feliz, hasta que más hombres empezaron a apostar y yo grité de repente.

—¡Veinte mil dólares! — y nadie ofertó nada más.

Me acerqué al escenario mientras el olor de ella me invadía cada vez más. El presentador dijo estupideces, pero inmediatamente le saqué el corazón de un solo golpe y escuché gritos, y ya sabía que Fabrizio y Bruno estaban acabando con el resto.

—¡Desgraciados! ¿Por qué no se venden a ustedes mismos?—gritaba mi Beta.

Sabía que dentro de poco vendría más de nuestra manada a acabar con los que intentaron huir. Pero yo solo tenía ojos para ella.

Estaba aterrada, le había ofrecido mi mano y la rechazó y Apolo lloraba. Cuando me acerqué a ella para protegerla, se desmayó, e igual la cargué en mis brazos.

—¡Aléjala de aquí!— gritaba Fabrizio mientras acababan con todo. Yo con una mano la tomaba, y con otra, mataba a lobos y vampiros.

—¡Solo de pensar que querían ponerle las manos encima a mate!— gritaba Apolo desaforado.

Me alejé yendo a la otra puerta, más de mi manada entraba y yo solo quería protegerla. La sostuve entre mis brazos, mi su piel clara, su boca pequeña, su nariz como un botoncito, sus pestañas oscuras. Podía ver que había sufrido.

¿Quién puede haberle hecho tanto daño a esta hermosa criatura? Y cuando de repente me encontré a alguien que sin duda no esperaba y me miró con rabia.

—¿Qué haces con mi mate?—
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