Adriano no había podido conciliar el sueño en toda esa noche, no era novedad, esa casa no se sentía como un hogar para él, el error sería pensar que alguna vez sería diferente. Asi que finalmente decidió que lo mejor era salir a pasear por el jardín.
Lo último que necesitó en esos instantes era verla ahí, la razón de su insomnio, Meredith.—Porqué el destino se esfuerza por dejarte bien, como si fueras inocente—susurra más para él que para ella, aun asi ella se voltea inmediatamente poniendose en alerta.—Tal vez porque lo soy—sonríe con sarcasmo—Una noche larga…—añadió ella mostrandole la taza de café en sus manos intentando no discutir con él. Era algo así como su bandera blanca. No quería caer en eso, ya que tenía todas las de convertirse en circulo vicioso nada p—¿Tú nombre?—preguntó Marlon fingiendo no saberlo cuando se había pasado los últimos días cautivado por ella, no se le había quitado de la cabeza. ¿Y cómo podría? Incluso en momentos como ese, donde Bianca Lombardo parecía una muerta con vida guardaba su escencia angelical, cualquiera que la viera podría caer facilmente rendido ante ella.Aun asi por su expresión se notaba que no había estado precisamente entre rosas, no pudo evitar recordar a Adriano y sus ojos afilados condenando a Bianca a morir por traición. —Eres otro pervertido asi que no pienso decirtelo—afirmó Bianca sin inmutarse. Finalmente se encogió de hombros intentando no demostrar su propio miedo, intentando fingir que los horrores que había vivido en estos últimos momentos no la afectaba. Podría jurar temblar cada vez que notaba un hombre
—Es mi cama. —Nuestra cama—la corrigió el rubio con una sonrisa sugerente.Ella lo miró frunciendo el ceño.—¿No se supone que estabas muerto? ¿Por qué has aparecido así mrs me quieren matar?—le preguntó ella cruzandose de brazos. —Pues porque no podía seguir huyendo, no soy ningún cobarde. He vuelto a reclamar lo que es mío—afirmó él encogiendose de hombros.—¿A reclamar lo que es tuyo?—repitió ella confundida.—Sí, y eso stellina mia te incluye también a ti—mira hacia la cama, se sienta poco después dando una pequeña palmada en la misma de forma sugerente—Y a nuestra cama—añade con diversión—Estoy cansado…¿Y tú?—añade. —También—suelta ella de forma tajante—Pero de ti, tu hermano, de todo—añade ella de mala manera sin sentarse.—No creerás que voy a hacer eso de las pelis—la fulmina con la mirada ofendido.Ella lo mira con sorpresa sin entender el comentario, al parecer ni siquiera la había estado escuchando.—Ya sabes, dormir en el suelo o algo así
Él ya sabía que estaba mal hecho y que lo descubrirían. Sus ojos lo gritaban, Enzo ya se lo esperaba, le decían también que comprendían lo estúpido que había sido su dueño… Peor, lo codicioso que había sido.Le clamaban con el horror de saberse perdidos que ya sabían que debían abandonarlo, dejarlo, pero que a cada ocasión en que les parecía que estaban a punto de dejarlo, llegaban a la misma conclusión: que hasta que nadie se diera cuenta no pasaría nada.Enzo, suponía, que era ahora cuando debían darse cuenta de que se habían metido en un buen lío. Hacía tiempo que no era Enzo quien se encargaba de los asuntos de pie, mundanales, pero este en concreto le había estado tocando mucho las narices, tanto que él mismo he querido formar parte del tribunal que hiciera justicia a este traidor. Enzo Lomb
Habían reunido a todos los hombres de Milano, no faltaba nadie. La finalidad era clara, Dominik quería que se corriera la voz esa noche en la ciudad, que todos supieran que el Boss había vuelto a pesar de todas las complicaciones. Que nada ni nadie podría quitarle lo que por sangre se le había pre-escrito, que el poder para Dominik era el mejor de los complementos. La sala estaba muy bien iluminada, antigua pero útil como ninguna, tenía serpientes de marmol en los bordillos de las paredes y en el tejado para que todo el mundo tuviera claro que esa era la casa de los Caruso.—¿Dominik?—preguntó uno de los presentes sin poder evitar su sorpresa, parpadeó ambas veces con fuerza como si estuviera asegurandose que no fuera un sueño, más bien una pesadilla. —En carne y hueso—respondió él con una sonrisa sin mostrar los dientes, finalmente tomó a
—¿Qué haces aquí solo cuando tu hermano ha regresado?—preguntó su madre preocupada, su aparición no afecta ni lo más minímo a un concentrado Adriano, observa a través del cristal a Meredith y a los Cuervo danzar con una sonrisa ajenos al mundo exterior.—Nada, madre. Me vuelvo a Nueva York—soltó él sin sentimiento en la voz.—¿Qué?—preguntó ella con sorpresa—¿Por qué?—añadió poco después de mala manera.—Porque ya no tengo nada más que hacer aquí. Este sitio no es el mío. Mi hermano ha regresado, seguramente por la manera en que ha cogido a su esposa no ha sido ella la que le ha hecho daño—añadió él después de tomar fuerza y pasar la cortina para encarar a Paige.—Pero, caro mio, no me hagas esto—susurró el
Meredith miró con cara de circunstancias a los Cuervo, se arregló el escote sin poder esconder su malestar y ellos blanquearon los ojos cansados de su actitud.—Tienes que fingir un poco más, tiempo al tiempo—los ojos afilados de Igor se posan encima de ella advirtiéndola que en caso de desobedecer tendría un castigo.Ella bufó de mala manera.—Todo sea por marcharme de este lugar—sentenció ella con malhumor.—Estás muy guapa—susurró John con una sonrisa intentando tranquilizar la escena.Ella le devolvió la sonrisa.—No he podido hacer nada cuando el séquito de maquilladoras y estilistas vinieron a por la mujer del boss—explicó ella mientras por sus ojos pasaban esas escenas de horror. Aun podía recordar sus gritos, gemidos de dolor e insultos en italiano por parte de las mujeres mientras ella ni siquiera las
Los disparos en lugar de ir disminuyendo fueron en aumento pero poco les importó, estaban demasiado ocupados devorando la boca del otro que todo lo que supusiera salir ahora parecía una tarea demasiado complicada, incluso sobrehumana.Aun asi como si en otra orbita estuvieran, se escucharon lejanos. De hecho cualquier cosa que pasara fuera ya no podría afectarles, estaban demasiado absortos en la atmósfera que se había formado. Pecaminosa, intensa y jodidamente adictiva.Pero de algún modo el timpano de hielo, Adriano, decidió hacerlo, decidió separarse de sus labios porque aunque era una dulce y suave tortura, no por eso dejaba de ser una tortura.Era la mujer de su hermano.La mujer con la que había fantaseado matar.La mujer que había hecho que sus peores demonios volvieran a él.Era una mujer…Una más, impertinente y caprichosa, no sabía amar como ninguna de ellas sabían hacer a efectos prácticos. —¿Qué crees que haces?—pregunto de mala manera ella una v
—Hermano.Dominik no dudó en abrazar a Adriano con fuerza como si una batalla campal entre ellos y los que aun eran desconocidos no se estuviera dando.Adriano sonrió ladino, Dominik Caruso jamás cambiaría sus formas de hacer. Un nudo se le forma en la garganta al recordar que había cerrado con llave a la mujer de su hermano tal como le había pedido él en casos de emergencia como era este. Las cosas no hacían más que complicarse teniendo en cuenta lo que había sucedido instantes antes entre ambos. Se había dejado llevar, se había dejado dominar por sus instintos más bajos y había tomado a la mujer de su hermano como obsesión. Estaba comportándose como el tipo de hombre que juró que nunca volvería a ser. Adriano prefería verse a si mismo como un témpano de hielo capaz de lidiar con los distintos problemas sin despeinarse, ver la vida con objetividad y no desde la emoción o el sentimiento. —¿Lo has hecho?—pregunto Dominik.—Sí.—Muy bien. No se quien de