Sofía y Álex estaban acostados uno al lado del otro en la cama, separados por una hilera de almohadas que marcaba la frontera entre ambos. Un silencio incómodo llenaba la habitación."Sofía", comenzó Álex suavemente, rompiendo la quietud."Hemos compartido momentos íntimos y conozco cada centímetro de tu cuerpo. ¿No te parece ridícula esta barrera?"Ella guardó silencio."¿No te parece algo infantil? Ambos somos adultos".Pero ella seguía sin responder."¿Ya estás dormida?", susurró con un leve tono burlón.Sofía reprimió las ganas de contestarle con un "Sí, así que cállate, por favor", pero se contuvo y siguió fingiendo estar dormida."Está bien", murmuró Álex después de un rato. "Oye, ese medallón que me regresaste... es lo único que me conecta con mis padres. Muchas gracias".La sinceridad de Álex conmovió a Sofía. Aunque sus padres le habían enseñado a ser siempre agradecida, contuvo el impulso de responderle y continuó con su farsa.Tras otra pausa, Álex volvió a hablar: "Sofía, l
A la mañana siguiente, Sofía le informó a Álex que necesitaba reunirse con su familia para abordar la crisis del Grupo Lancaster."¿Me acompañarás?" Le preguntó."Claro", respondió Álex.Al llegar a la Mansión Lancaster, encontraron a toda la familia reunida en el salón principal. Amelia, la abuela de Sofía, la recibió con una mirada severa."Sofía, como CEO del Grupo Lancaster, eres la única que puede salvarnos. La empresa está a punto de quebrar y en unos días no tendremos para pagar la nómina. Por si fuera poco, Charles Cole quiere quedarse con todo lo que tenemos por culpa de los préstamos que Chris sacó usando el nombre de la compañía".Se escucharon murmullos de apoyo entre los familiares presentes.Sofía respiró profundo. "Abuela, voy a verme con Cole hoy mismo para negociar de nuevo esos préstamos. Ya conseguimos una alianza con Kingston. Creo que podrán darnos algo más de crédito para aguantar".La abuela suavizó ligeramente su expresión. Se acercó y colocó una mano frágil sob
En uno de los salones de belleza más exclusivos de Vancouver, Cathy se entregaba al placer de las manos gentiles que le aplicaban un rítmico masaje facial. El aire, impregnado de lavanda y agua de rosas, arrullaba sus sentidos hasta que la vibración insistente de su reloj inteligente la arrancó de su plácido reposo.Abrió los ojos visiblemente irritada. "¿Sí?" Contestó secamente a la llamada."Señora, soy Jacqueline, la secretaria del señor Charles", respondió una voz firme al otro lado de la línea.Cathy escapó un suspiro cargado de impaciencia. "Dime"."El señor Charles ha invitado a Sofía Lancaster a su despacho y me ha ordenado alejarme de mi escritorio", informó.Al escuchar ese nombre, el rostro de Cathy se congeló."Sofía Lancaster", repitió, como si saboreara cada sílaba.La esteticista, que seguía aplicando cremas sobre el rostro de Cathy, intentó aliviar la tensión."Es la mujer más guapa de todo Vancouver", comentó en voz baja. "Una modelo muy famosa, en sus tiempos".A Cat
Tim, el chofer de Cathy Black, estaba empapado en sudor bajo su delgada camisa de algodón. Agarraba el volante con tanta fuerza que los nudillos se le tornaron blancos. Desde el asiento trasero, sentía cómo la mirada helada de Cathy le perforaba la nuca.Tras recibir la llamada de alerta de Bernard, Tim había intentado mentalizarse para lo peor, pero la situación actual sobrepasaba cualquier cosa que hubiera imaginado.Pisó el acelerador a fondo y comenzó a esquivar con audacia el tráfico que atestaba las calles de Vancouver, porque tenía que convertir los habituales treinta minutos de viaje hasta Cole Finance en apenas diez, costara lo que costara.Las palabras de Cathy aún resonaban en sus oídos, con un tono que no dejaba lugar a dudas: "Tienes diez minutos para llevarme allí, o te mando directo al cementerio". A la cabeza, los matones del Sindicato Black avanzaban en motocicletas entre el tráfico, abriéndose paso a base de escopetas y miradas amenazantes. Iban creando un sendero de
"¿Quién demonios eres tú?", gruñó Charles con la voz entrecortada que se elevó hasta convertirse en un chillido. "¡Si mi esposa dice que va a morir, entonces morirá!"Álex entró a la oficina con paso firme y sereno. Recorrió la escena con la mirada hasta detenerse en Sofía. Aun desde el otro extremo de la habitación, pudo notar que su situación era alarmante. Parecía sedada, tambaleante e indefensa."Quita tus sucias manos de mi esposa", dijo Álex en voz baja pero firme, transmitiendo una autoridad que paralizó a todos los presentes.Cathy estuvo a punto de soltar una carcajada, mientras sus ojos reflejaban incredulidad. A pesar de jactarse de no conocer el miedo, al cruzarse con la mirada de Álex, sintió un extraño escalofrío recorriéndole la espalda. Por primera vez en años, le temblaron las rodillas y las manos. Soltó el cabello de Sofía, dejando que la joven cayera nuevamente sobre el sofá."Bien", murmuró Álex, acercándose a Sofía.Con inquietud, Cathy lo examinó de pies a cabeza.
Cathy se rio mientras disparaba todas sus balas, pero quedó paralizada por la incredulidad cuando vio a Álex parado frente a ella, completamente ileso, sin agujeros de bala ni siquiera un rasguño."Imposible", jadeó ella, con los ojos desorbitados. Miró su pistola vacía mientras el chasquido hueco confirmaba lo que temía.Álex esbozó una fría sonrisa. "Qué suerte la tuya, pues yo nunca le pego a una mujer".Se dio la vuelta y caminó hacia Charles, quien temblaba cerca de la mesa de madera. "Pero tú", continuó Álex, sujetando firmemente el hombro de Charles con mano de hierro. "Le pegaste a mi esposa. Por lo visto se te da bien golpear a las mujeres"."¡No! ¡Claro que no!", tartamudeó Charles, temblando de pies a cabeza.Álex bajó la voz, impregnándola con un tono venenoso. "Tu mujer golpeó a la mía. ¿No te parece justo que tú recibas el golpe a cambio?"Sin esperar respuesta, Álex golpeó con fuerza la mesa de madera que estaba a su lado. Un estruendo ensordecedor llenó la habitación c
Álex dudó. "Pero...""No hay peros. Este es un asunto familiar", lo interrumpió Charles bruscamente."Está bien", suspiró Álex, retrocediendo, prefiriendo mantenerse al margen de aquel complicado conflicto familiar.Charles volvió su atención a Cathy mientras le gritaba furiosamente: "¿Acaso piensas que no me enteré de lo que andabas haciendo? ¡Amenazaste y torturaste a toda la gente cercana a mí! ¡Hasta a mi ex novia! ¡Eres un monstruo, eso es lo que eres!"Charles descargó sus puños contra su cuerpo inmóvil, liberando años de resentimiento acumulado."¿Sabes cuánto daño me has hecho? ¿En serio piensas que con dinero se arregla todo? ¿Para qué me sirve tener plata si no puedo ser feliz?"Agarró un jarrón de la esquina de la habitación, con la cara contraída por la rabia. "¿Crees que soy tu sirviente, tu esclavo, tu maldito juguete?"Con un último rugido, estrelló el jarrón contra el cuerpo inmóvil de ella, haciendo que los fragmentos se dispersaran por todo el suelo.Cuando el silenci
Unos minutos antes, Bruno se había enfurecido en el momento que recibió el mensaje de su hermana."¿Quién se atreve a amenazar a mi hermana? ¿Acaso no temen al Sindicato Black?", gruñó Bruno con ira desde el asiento trasero de la limusina.Descargó su furia contra su guardaespaldas personal. "Brad, necesitamos mostrarles quiénes somos realmente y tomar control del bajo mundo de Vancouver!""Sí, señor", respondió Brad mansamente."¡Por culpa de tu actitud tan dócil es que la gente no nos respeta!" Espetó Bruno, mirándolo con desprecio.Brad asintió. "Lo siento, jefe"."Tú... ¡Si no fuera por ese cuerpazo que tienes, nadie te daría trabajo!" Bruno se puso cada vez más furioso. "¡Hablar contigo es como hablar con un toro grande y estúpido!""Sí, señor".Bruno lo abofeteó con furia. "¡Cierra la boca. Me estás irritando!"Brad solo asintió nuevamente, tan silencioso como siempre.De no ser por sus dos metros de altura y su capacidad para moverse con la fuerza de un tren, Bruno nunca hubier