Álex caminó sin miedo hacia el grupo de pandilleros, cada uno estaba armado con cuchillos, machetes, katanas y pistolas, todos listos para enfrentarlo."¿Cómo te atreves a meterte con nuestra gente? ¡Morirás aquí!" Gruñó un hombre con la cara tatuada mientras daba un paso adelante para desafiar a Álex.Sin detenerse, Álex le asestó un golpe certero en el rostro que lo dejó inconsciente en el suelo. Los cien pandilleros apretaron sus armas mientras observaban a Álex con ojos entrecerrados, pero ninguno se atrevió a atacar, había algo inexplicablemente perturbador en su presencia, que los hacía dudar.Cualquier otro habría mostrado al menos un destello de miedo al enfrentar semejante multitud de asesinos armados, pero los ojos de Álex permanecían impasibles, incluso caminaba como si recorriera tranquilamente un parque solitario. Además, la facilidad con que había dejado inconsciente a uno de los suyos los dejó atónitos, acostumbrados como estaban a intimidar a los débiles y alardear de s
Dentro de la bolsa se encontraban diez fajos de billetes nuevos de billetes de cien dólares, perfectamente organizados, sumando un total de cien mil dólares.Josefina miró el dinero con los ojos desorbitados."Vaya, es bastante dinero", dijo Álex sin inmutarse. "Parece que se sintieron culpables por lo que hicieron".Josefina cerró la bolsa de golpe y se la devolvió. "No podemos aceptar esto".Álex arqueó una ceja. "¿Por qué no?""¡Porque es dinero sucio!" Gritó ella. "Lo consiguieron traficando drogas, sacándole dinero a gente inocente y echando a la gente de sus casas. ¿Quién sabe qué otros horrores han hecho? No quiero involucrarme en eso".Álex observó con atención el rostro determinado de Josefina, aun necesitando claramente el dinero, ella no cedía en sus convicciones. "¿Y si le preguntamos a la señora Ruth? A lo mejor ella nos dice qué hacer".En la humilde vivienda, Ruth contempló desde su silla de ruedas el dinero desplegado sobre la mesa."Lo siento, Álex", dijo suavemente. "
El dueño del restaurante estaba furioso al descubrir que Josefina se había atrevido a renunciar.Cegado por la ira, entró violentamente a su modesta casa y cerró la puerta con un estruendo tras él."¡Grace!" Le gritó a su esposa, que en ese momento doblaba ropa tranquilamente en la sala. "¡Mañana abrirás tú el restaurante!"La mujer levantó la mirada, asustada por su repentino estallido de ira. "¿Qué pasó con Josefina?""¡Renunció! ¡No hagas más preguntas!" Le espetó mientras caminaba por la habitación como una fiera enjaulada.Grace palideció. "Pero... no sé cocinar"."¡Hazlo como siempre has sabido hacerlo!" Ladró el hombre."Brock", suplicó ella con lágrimas asomándose a sus ojos. "De verdad no sé cómo manejar el restaurante. ¿No puedes encontrar a alguien más?""¡No me contradigas!" Gritó él, empujándola a un lado.Grace perdió el equilibrio y tuvo que apoyarse en la pared."¡Haz lo que te diga y ya!"A la mañana siguiente, Grace atendía sola el mostrador del abarrotado restaurante
"¿Sabes qué? Tienes razón, sí pertenezco aquí", respondió Álex, mirando directamente a los ojos de Florence. "¿Necesitas algo más?"Florence torció los labios con desprecio. "Por si tu cabeza dura todavía no lo entiende, te estoy insultando, maldito muerto de hambre"."Estamos en un país libre, señora. Puede decir lo que quiera", Álex se encogió ligeramente de hombros. "Pero eso no significa que me tenga que sentir ofendido"."No eres más que un don nadie", escupió la mujer. "¿En serio piensas que haciéndote el indiferente mantienes tu dignidad?""Para mí, la pobre aquí es usted. ¿Por qué me voy a sentir ofendido por alguien que no vale la pena?""No tienes vergüenza", siseó Florence. "¡Ojalá desaparecieras!"Álex esbozó una sonrisa tan fría como el hielo. "Y yo le deseo muchos años de vida... para que tenga todo el tiempo del mundo para tragarse su propio veneno".A Florence se le encendió la cara de la rabia, se levantó bruscamente y gritó por todo el restaurante: "¡Gerente! ¿Permite
Días después, Álex y Sofía arribaron al elegante banquete de la familia Lancaster, donde un lujoso salón rebosaba de invitados y expectativas.Amelia había organizado el evento para anunciar la adquisición de BioHealth Solutions de Roland y revelar su transformación bajo el liderazgo del Grupo Lancaster. Su asociación con Kingston causaría un gran impacto en toda la comunidad empresarial de Vancouver, simbolizando la ambiciosa expansión del imperio Lancaster.Por toda la sala circulaban comentarios sobre la presencia de Jasmine Kingston."¿Por qué tenemos que estar aquí?" Suspiró Sofía, mirando a su padre.Justin se ajustó la corbata con expresión firme. "Nuestra familia organizó este banquete, Sofía. Tenemos que estar presentes"."Pero ya ni nos toman en cuenta". Protestó ella en voz baja."Igual tenemos que estar presentes", insistió Justin. "Vivimos de lo que nos da el Grupo Lancaster. Imagínate que pasaría si tu abuela decide dejarnos sin nada".Cerca de allí, Florence miró a Álex
"No lo sé", murmuró el contador. "Dame un momento para resolverlo".Peter miró a Álex, la confusión y el miedo se reflejaban en su rostro.'¿Acaso Álex es el responsable de este desastre? ¿O solo es una desafortunada coincidencia?' Antes de que pudiera seguir reflexionando, el sonido de su celular interrumpió sus pensamientos y se apresuró a contestar."¿Sí, papá?""¡Desgraciado!" Rugió su padre al otro lado del teléfono. "¿Qué demonios hiciste? Han congelado todos nuestros bienes y nos están investigando. ¿Te das cuenta de lo grave que es esto? ¡Si no lo solucionas ya mismo, estamos acabados!""¡Escúchame, papá! Por favor, explícame lo que ocurre". Le suplicó Peter tratando de entender, aunque el pánico le oprimía el pecho."¿A quién demonios ofendiste? Alfred Kingston ha congelado nuestros bienes y dice que iniciará una investigación de todos nuestros negocios y cuentas. ¿Crees que podemos soportar ese tipo de revisión? ¡Van a sacar todos nuestros trapos sucios y terminaremos todos e
Sofía permaneció inmóvil en el centro del salón de banquetes, clavando su mirada en Álex, quien se mantenía discretamente en un rincón. Un nudo se formó en su garganta mientras la confusión y el asombro la invadían por completo.'¿Cómo consiguió Álex que Peter se pusiera así? Ni la familia Lancaster con todo su poder había logrado que temblara de esa manera'. Pensó.Al observar las súplicas desesperadas de Peter, Sofía se convenció de que Álex debió haberlo engañado de alguna manera, probablemente con su habitual arrogancia y sus historias exageradas. Después de todo, era un experto en mentiras. Por fortuna, ella no había caído en sus engaños como el ingenuo de Peter."Peter, por favor, levántate. La gente nos está mirando". Murmuró Sofía, sintiendo que sus mejillas se encendían por la vergüenza.Peter continuó arrodillado, con la cabeza inclinada. "Señorita Sofía, por favor, prométeme que me ayudarás a conseguir el perdón del señor Álex, solo así me levantaré"."Está bien, está bien"
En la acogedora cafetería, Sofía se encontraba sentada frente a Álex y entrelazaba nerviosamente los dedos sobre su regazo."Álex", comenzó con voz suave. "Quiero disculparme por todo lo que te he hecho".Él la miró con amable curiosidad. "¿Por qué?"Ella respiró profundo. "Me di cuenta de que sufro porque me aferro a cómo quiero que sean las cosas, en vez de aceptarlas como son. Ojalá hubiera escuchado a mi abuelo cuando pude".Él le ofreció una sonrisa tranquilizadora. "Está bien".Reuniendo valor, confesó: "En realidad... nunca legalicé los papeles del divorcio"."¿A qué te refieres?"Ella se mordió el labio, dudando antes de continuar: "Cuando iba a casarme con Chris, él me dijo que se ocuparía de todo lo relacionado con el divorcio y los papeles para el matrimonio. Después de lo que pasó, imaginé que ya no los habría mandado, además, nunca me llegó nada, ni un mensaje de confirmación".Álex permaneció en silencio."O sea que todavía estamos casados". Susurró Sofía, con las mejilla