Capítulo 62
Álex se abría paso entre las mesas repletas, sirviendo platos y rellenando bebidas mientras esquivaba hábilmente a clientes groseros por todos lados.

La mayoría solo sabía gritar de forma impaciente, pero ¿qué más podía esperarse de aquellos mineros rudos que vivían más de su fuerza que de su inteligencia?

Además, los precios bajos de la comida atraían un desfile constante de clientes que no paraban de entrar y salir.

Álex observaba de reojo a Josefina, quien se movía con su destreza habitual mientras el cansancio marcaba cada uno de sus gestos, adhiriéndose a ella como el penetrante olor a grasa que flotaba en el ambiente. Cuando por fin disminuyó el ajetreo del almuerzo, Josefina apoyó el cuerpo contra el mostrador y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.

"Gracias por la ayuda". Le agradeció, con la voz más suave ahora.

"Me alegra poder ayudar". Respondió Álex.

Ella lo examinó más de cerca, entrecerrando los ojos con curiosidad. "Me resultas familiar. ¿Nos hemos vis
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