Desde su lugar se escuchó el sonido del hueso deslizándose bruscamente para salirse, obligadamente, de su lugar. Hasta el mismísimo robusto beta se impresionó por la poca resistencia que tenían los huesos humanos.
—Oh mierda.—Susurró April mirando su mano, trago saliva que paso por su garganta seca y se armo de valor para impulsarse y golpear la cara de su contrincante con su puño. Este soltó un quejido y se vio obligado a soltarla para toquetear el área recientemente golpeada—Bueno me la devolviste así que no me quejó. Pero lo vas a lamentar.—Ella sabia que no podía usar sus poderes delante de la manada, al menos no en ese momento. Por lo que tendría que confiar en sus habilidades de combate humanas y rezar por hacerle tanto daño que ya no quiera seguir, o esquivar sus golpes hasta cantarlo. El beta río y c
Días después del suceso, April consiguió convencer a Abdel de entrenar con los novatos como si ella fuera una loba como ellos. Por lo que desde ese momento comenzó a levantarse a las cinco de la mañana para prepararse y estar lista para el entrenamiento a las cinco y media en punto. A pesar de la extensa manada que era Ricoparis, los que se anotaron ese año para ser guardias fueron pocos, con ella tan solo eran doce y se suponía que a medida que subían de nivel muchos se quedaban atrás. Por lo que, muchos de los menores eran obligados por las leyes dictadas por Abdel a participar en este entrenamiento extendido.—¡April!—Saludó una voz desde lejos, haciéndole detener. Tener esa libertad de salir a pesar de solo estar en territorio de manada y con tres lobos a unos 40 metros de ella, era gratificante. El niño de quince años se acercó corriendo a ella y la abrazo levemente como si la conociera de
{Capítulo con escenas fuertes y violentas. Leer bajo responsabilidad} Escuchó la puerta cerrarse dejando saber que su mate se había ido, suspiró dejando los papeles llenos de palabras a un costado y se levantó de su asiento para dirigirse a la ventana, la vio caminar con su ropa deportiva por el camino sin pasto justo en dirección a la institución. Había insistido durante horas que la dejara ir a entrenar con los novatos, tal determinación lo cautivo mucho más y no pudo decirle que no por más tiempo. El teléfono sonó de repente y el solo lo tomó para contestar la llamada sin leer el nombre del destinatario de ella.—¿Quién es?—Habló tosco, no le gustaba que interrumpieran su día o directamente que lo llamaran. Además nadie merecía que le hablara bien.—¿Así le hablas a el amor de tu vida?—Preguntó seductoramente una voz femenina y profunda.
El gruñido resonó por la sala, sus ojos ambarinos brillaban como nunca, la piel de April igual que la de una gallina, la morena tirada en el piso presa del pánico…olvidándose de la pastilla que había tragado. La pelinegra retrocedió un paso por instinto puro, pero Abdel no se dejaría, el adelanto dos más desafiándola y asustándola pero solo logro enojada aun más.—¿¡Sacas al lobo solo porque quieres liberarte!?—Preguntó irritada, claro que el miedo seguía ahí, pero sentía que el no le haría daño a pesar de estar descontrolado.—Mía.—Gruñó acercándose a ella, tomándola por desprevenida. De la nada y sin poder detenerlo…sintió unos brazos arropar toda su espalda, apretujándola en el proceso—Mía, solo mía…De nadie más.—Susurró escondiéndose entre su cuello, oliendo y acariciando su piel con la nariz delicadamente.—Abdel…tranquilo, solo aléjate.—Lo tomó de sus hombros para quitarlo de encima pero este
El primero en despertar fue el chico de pelo largo, miró a Abdel y asustado trató de levantarse, claro que las cadenas que sujetaban su piel y lo debilitaba sus brazos. Gruñó por instinto como si fuera a asustar a alguno de los tres presentes que no estaba sujetado se fuera a asustar. La mujer abrió los ojos y miró a a hermano quien estaba histérico y gruñendo como loco.—No nos lastimen.—Suplicó mirando a el beta y al alfa, deteniéndose en April—Por favor, no dejes que el nos lastime, somos mujeres….somos iguales.—Trato de convencerla.—¿En que sentido somos iguales? Entraste en territorio ajeno y solo por que tenemos vagina quieres que te deje libre aun sin saber si eres o no amenaza.—Preguntó irónica, Abdel seguía mirando al frente, como si no estuviera sorprendido de la actitud de April, orgulloso en su interior por tener una luna digna de sus ilusiones.—No lo somos, dejen explicarnos.—Susurró agachado la
Salió de las mazmorras y cerro la puerta con candado, a pesar de saber que tenían buenas intenciones no quería ningún inconveniente, suspiró antes de caminar en busca de Abdel, aunque presentía que estaba en su despacho por lo que se dirigió ahí. El hombre hablaba con su beta, pero estaba atento por si escuchaba un grito de su mate, pero al escuchar sus pasos dejo de hablar y abrió la puerta de su despacho antes de que ella siquiera tocara.—¿No te lastimaron no? No sentí olor a sangre…¿No digieren algo hiriente no?–La tomó de los hombros mientras la examinaba, por lo que April soltó una pequeña risa. Le parecía tan tierno y extraño que un chico de casi dos metros y con aspecto intimidante le hablase así.—No, claro que no. Solo necesitaban un poco de parloteo para que entraran en confianza conmigo para que me digan sus verdaderos motivos.–Aclaró orgullosa, claro que es no era toda la historia pero por
El día no podía estar mejor, el sol reluciente dejaba que sus rayos recaigan en la piel como si fuera una caricias calurosa. No era ni muy pesado ni muy frío, algunas que otras nubes pequeñas que favorecían el cielo, el pasto verde y sano, los árboles balanceándose con la fresca brisa que le proporcionaba el lugar. April tenía su pelo recogido en un gran rodete, donde algunos pelos rebeldes y cortos se escapaban de la atadura que los mantenía presos a todos, una remera suelta a tirantes donde dejaba ver un poco de su top deportivo, abajo tenía una calza por arriba de sus rodillas del mismo color que si ropa interior. Su acompañante, llevaba una camisa manga corta con cuello v donde dejaba ver el inicio de sus clavícula, un pantalón suelto corto al estilo militar con bolsillos a los costados. La caminata había empezado hace media hora, caminaban por el pequeño monte que había lejos de ahí, donde pequeñas montañas se formaban y se les dificultaba subir. Ambos llevaban unas canastas ll
Esperaba impaciente a que el le respondiera. No era una pregunta que el esperaba en realidad, podría decir que no, por que realmente el no sentía nada en contra de las brujas, el no era tonto y sabia de quien era la culpa de casi todas sus desgracias, además si sintiera algún tipo de rencor hacia esa especie mágica diría que no. Era la verdad.—Pregunta capciosa. No, realmente no tengo nada en contra de ellas, pero si con ese aquelarre. Son brujas sedientas de poder que harían lo que fuese para conseguirlo, como matar a las suyas o simplemente utilizando a inocentes. Ahora…siguiendo con el interrogatorio, quisiera ser yo el detective y pregúntate la primera pregunta de mi innumerable cuestionario. ¿De donde surgió aquella pregunta?—Preguntó mirándola fijamente. No sabía bien que responder a aq
El problema era mucho más grande de lo que imaginaban, tanto el como la tercera guardia lo creía. Era alerta roja, tenían que avisarle si o si a el alpha pues la situación era de vida o muerte. Morwen acomodó su ropa y salió por la puerta, dejando atrás a el cuerpo viejo del beta que había mandado a los hermanos a la manada. Estaban en peligro todos ellos, y ni siquiera era culpa de los hermanos en si. Tomó una carta y una lapicera que tenían y comenzó a escribir la carta que llegaría mucho más rápido que ellos en su forma lobuna. Tapo la lapicera y enrollo aquel pedazo de papel destruido para atarlo a bicho, el cuervo de April, quien a escondidas del alpha, les dio el ave por cualquier caso de peligro que requiera decirse rápido. Alzó el brazo con el ave encima de este y luego lo bajo, dejando que el cuervo comenzara su vuelo por donde antes habían estado los lobos.Ambos lobos se miraron, unos ojos con mirada serena y el otro nervioso, como s