La detuvo, estaba claro que si ella hablaba de más iba a ser un gran problema, ya sabía que abdel no tenía ni un más mínimo de tranquilidad en esos momentos, por lo que tendría que hacer era controlar la situación lo mejor que le era posible, alejó a abdel de la jaula y ella misma se acercó con decisión hacia ella, no era tonta, tenía la guardia alta, pasó sus manos a través de los grandes barrotes tal como lo había hecho el alpha, suspiró y tomo el brazo de Zaira que estaba media aturdida por el golpe que le estaba por dar Abdel.
—Es mejor que cierres el picó si quieres seguir con vida.—Aclaró—Vinimos aquí para hablar de ti y de tu sentencia.—¿Y en que tengo que ver yo en esto?—Preguntó mordaz, recibiendo otro gruñido por parte de Abdel.—Es muy simple en realidad, solo quiero que estés informada sobre tu destino, que te aseguro...es mucho peor que estar deshonrada en esta cárcel.—¿Algo peor que esto? Dime más, estoy deseosa de saber.—Sonrió de mala gana, quitando bruscamente las manos de April de su cuerpo.—¿Sabes que por tus crímenes podrías ser sentenciada a morir de la peor forma que podrías haber escuchado?—¿Acaso tengo algún derecho en ese tipo de decisiones?—Preguntó desde la obscuridad que la rodeaba, escuchando un suspiro de April.—No, tu ya decidiste antes que esto, cuando estabas entre hacer o no el mal, ahí tenías algún tipo de derecho.
—Esa es la verdad.—El frío dentro de la prisión escapaba por los huesos de la única humana, la humedad estaba pegada a las paredes con moho, no era un lugar totalmente habitable para un ser humano, normal para un lobo pero muy mal para las cosas especiales que este tenía.—¿Entonces para que están aquí?—Preguntó alterada, el estar sola en un lugar como ese hacia perder la poca cordura que ella guardaba.—Para informarte, ya te lo hemos dicho. No es muy difícil de entender.—Acotó Abdel, dando un paso más a la jaula para abrazar por detrás a April.—Bien, entonces díganme, que es eso que tanto hablan ustedes.
Las esposas apretaban su piel dejándole un leve raspón en sus muñecas, el ardor era poco pero la ira de verse tan debil y expuesta a los demás hacía hervir su mala sangre, sus ojos iban y venían, observando cada paso y ruido que dirigía su mirada hacía el lugar en concreto. Ls personas la miraban con asco y odio, el lugar estaba poblado, y los olores distintibos de cada uno se mezclavan sin llegar a ser uno solo, su corzón dio un pequeño revuelco, un sentimiento de miedo se posicioo en su lugar y desesperada trató de escaparse de las garras de esos dos guardias que la mantenían guiandola por el camino medio enbarrado en dirección hacía los lideres de todas las manadas del continente. Esto era lo que se llamaba rejunte, los alphas o representantes de ellos venían a juzgar a la potencial amenaza y determinar su desyino, uno muy largo y penoso o uno corto que acabaría con su vida apenas terminase el dia. Sus caras serías ni le dirigian la mirada, staba en problemas y lo sabía, no tendría
Los líderes mantenían su gracia y seriedad a toda costa, mientras que la figura pequeña de la malvada melliza era casi ignorada por todos, como un ser sin ninguna importancia. Abdel estaba junto a Aoril, en medio de todos los alphas de otra manada charlando animadamente con sus aliados, que posiblemente eran más de la mitad de los que habían venido para el caso de la muchacha. Cassumiro seguía embobado con la muchacha de ojos verdes, de tal forma no se daba cuenta de la mirada de auxilio que le pedía su hermana, eso sí, estaba muy atento a la pareja, por si llegasen a necesitar de su servicio.
Era su oportunidad, la muchacha de ojos verdes, unos parecidos a los de su jefa (Solo que mas claros y brillantes -Al menos para el-) estaba sola, y un poco alejada de los demás, un momento inoportuno y perfecto para que nadie los vea, el era muy vergonzudo por lo que tuvo que planear todo antes de siquiera pensar en ir con ella. Negó con la cabeza al oirse como un psicopata asesino; A pasos torpes y silenciosos caminó hasta ella, dudando entre ir o nopor cada cinco pasos que daba. Realmente estaba ansioso, pero todo se fue a la borda cuando ella se dio la vuelta, clavando su mirada aparentemente inocente en el, una fuerte corriente de viento los rodeo como un pequerño y minusculo huracan, dejando que el olor de ambos penetrara la nariz del contrario, hacíendo que la muchacha abriera los ojos en grande.
La muchacha de ojos verdes brillantes dejo salir una pequeña y timida sonrisa cuando divisó a Cassimiro, y este al notarlo giró su rostro tratando de que el sonrojo que surcaba por todo su rostro y cuello no fuera visible para los ojos de la loba. Esta soltó una risa mas ferte y a pasos cortos dejo que la brisa la guiara hacía el, quien no se había percatado de su movimiento a su dirección por tratar de ocultar su situación. Un leve peor cálido toque en su hombro hizo que quitara las manos que tenía en su cara para ponerla a los costados de su cuerpo, casi rendido, se dio la vuelta de forma lenta, como si estuviese esperando que la muchacha saliera corriendo al reconocerlo. La chica extendió su pequeña mano hacía el cuerpo enorme (En comparación al de ella) de Cassimiro, quien la miro entre confundido y avergonzado por ser descubierto. Este entendió lo que ella quería hacer, por lo que, con lentitud casi histerica cambió la posición de su mano para moverla hacía la de ella, dejando
Los dos lobos (Claro que el era un hibrido) caminaban a la par, en un paso suave y lento, queriendo guardar ese momento en sus cabezas como su primer encuentro y toque entre ambos, con sus manos unidas como si fuesen hierros fundidos despues de sacarlos de altas temperaturas, en un lindo y cálido apretón de manos que ellos mismos hacían. Sentía como su corazón desbocaba como loco, como si estuviera en un maratón galopando por su vida, latiendo tan rapido que hasta a el mismo le asustaba. La verguenza era notoria, siendo más visible en sus mejillas, y era obvio que la causante de esos problemas tan sensillos para los demás pero más horripilante para Cassimiro, era la chica que se hacía llamar Andrea. Sin embargo, era aún peor el saber que ella y los demas lobos que pasaban a su lado, podían escucharlos, pues en una de esas ocaciónes (Estando a mitad de camino en llegar a la mesa de bocadillos) algunos de los que iban caminando se daban la vuelta extrañados de oir a alguien que parec