Las esposas apretaban su piel dejándole un leve raspón en sus muñecas, el ardor era poco pero la ira de verse tan debil y expuesta a los demás hacía hervir su mala sangre, sus ojos iban y venían, observando cada paso y ruido que dirigía su mirada hacía el lugar en concreto. Ls personas la miraban con asco y odio, el lugar estaba poblado, y los olores distintibos de cada uno se mezclavan sin llegar a ser uno solo, su corzón dio un pequeño revuelco, un sentimiento de miedo se posicioo en su lugar y desesperada trató de escaparse de las garras de esos dos guardias que la mantenían guiandola por el camino medio enbarrado en dirección hacía los lideres de todas las manadas del continente. Esto era lo que se llamaba rejunte, los alphas o representantes de ellos venían a juzgar a la potencial amenaza y determinar su desyino, uno muy largo y penoso o uno corto que acabaría con su vida apenas terminase el dia. Sus caras serías ni le dirigian la mirada, staba en problemas y lo sabía, no tendría
Los líderes mantenían su gracia y seriedad a toda costa, mientras que la figura pequeña de la malvada melliza era casi ignorada por todos, como un ser sin ninguna importancia. Abdel estaba junto a Aoril, en medio de todos los alphas de otra manada charlando animadamente con sus aliados, que posiblemente eran más de la mitad de los que habían venido para el caso de la muchacha. Cassumiro seguía embobado con la muchacha de ojos verdes, de tal forma no se daba cuenta de la mirada de auxilio que le pedía su hermana, eso sí, estaba muy atento a la pareja, por si llegasen a necesitar de su servicio.
Era su oportunidad, la muchacha de ojos verdes, unos parecidos a los de su jefa (Solo que mas claros y brillantes -Al menos para el-) estaba sola, y un poco alejada de los demás, un momento inoportuno y perfecto para que nadie los vea, el era muy vergonzudo por lo que tuvo que planear todo antes de siquiera pensar en ir con ella. Negó con la cabeza al oirse como un psicopata asesino; A pasos torpes y silenciosos caminó hasta ella, dudando entre ir o nopor cada cinco pasos que daba. Realmente estaba ansioso, pero todo se fue a la borda cuando ella se dio la vuelta, clavando su mirada aparentemente inocente en el, una fuerte corriente de viento los rodeo como un pequerño y minusculo huracan, dejando que el olor de ambos penetrara la nariz del contrario, hacíendo que la muchacha abriera los ojos en grande.
La muchacha de ojos verdes brillantes dejo salir una pequeña y timida sonrisa cuando divisó a Cassimiro, y este al notarlo giró su rostro tratando de que el sonrojo que surcaba por todo su rostro y cuello no fuera visible para los ojos de la loba. Esta soltó una risa mas ferte y a pasos cortos dejo que la brisa la guiara hacía el, quien no se había percatado de su movimiento a su dirección por tratar de ocultar su situación. Un leve peor cálido toque en su hombro hizo que quitara las manos que tenía en su cara para ponerla a los costados de su cuerpo, casi rendido, se dio la vuelta de forma lenta, como si estuviese esperando que la muchacha saliera corriendo al reconocerlo. La chica extendió su pequeña mano hacía el cuerpo enorme (En comparación al de ella) de Cassimiro, quien la miro entre confundido y avergonzado por ser descubierto. Este entendió lo que ella quería hacer, por lo que, con lentitud casi histerica cambió la posición de su mano para moverla hacía la de ella, dejando
Los dos lobos (Claro que el era un hibrido) caminaban a la par, en un paso suave y lento, queriendo guardar ese momento en sus cabezas como su primer encuentro y toque entre ambos, con sus manos unidas como si fuesen hierros fundidos despues de sacarlos de altas temperaturas, en un lindo y cálido apretón de manos que ellos mismos hacían. Sentía como su corazón desbocaba como loco, como si estuviera en un maratón galopando por su vida, latiendo tan rapido que hasta a el mismo le asustaba. La verguenza era notoria, siendo más visible en sus mejillas, y era obvio que la causante de esos problemas tan sensillos para los demás pero más horripilante para Cassimiro, era la chica que se hacía llamar Andrea. Sin embargo, era aún peor el saber que ella y los demas lobos que pasaban a su lado, podían escucharlos, pues en una de esas ocaciónes (Estando a mitad de camino en llegar a la mesa de bocadillos) algunos de los que iban caminando se daban la vuelta extrañados de oir a alguien que parec
Era muy dificil diferenciar quién era un alpha de los betas, todos vestían lo mismo y sus sentídos estaban nublados, estaba segura de que solo habían pasado un par de semana antes de que la cambiaran a la prisión de las brujas blancaas, saía que eso iba a terminar muy mal para ella. No sabía si seguir el camio que dicataba ella misma o escapar buscando un eslavón debil en las manadas. Miró para sus costados, a su derecha e izquierda includo detras de si, esperando que nadíe le estuviese viendo para cometer su plan, por que si, ella era la mismisima Zaira, era obvio que dejar que el destino hiciese lo que quisiese como ella como si nada.Giró su cuerpo en un inocente cambio de piernas para estar mirando su espalda, quedando frente a los lobos quienes ni se daban cuenta de su presencia ni de lo que ella estaba planeando. Dirigió su mirada hacía April, aquella mujer que quería que Zaira tomase el liquiodo para relentizar y parar la maldición que cotrolaba su cuerpo para hacer cosas hor
El moreno de linda sonrisa se encontraba junto a a ella, sostenía sus manos con fuerza, muy parecidos a como estaban Andrea y Cassimiro, quienes se encontraban hablando tranquila y pacificamente. Los alphas miraban a la muchacha con miradas criticas, era obvio que no les agradaa para nada una hibridaq con ese tipo de objetivos como los tenía ella, era letal y fuerte mentalmente, pues como habíamos dicho anteriormente ella esoporto durante toda su vida aquellas voces que se hacían cada vez mas fuerte a medida del paso de los años. Los tres alphas mas temidos del continente, y claramente Abdel estaba en el medio, liderando el rango, junto a April que se sentía orgullosa de lo que su marido había logrado solo, aún que no de la forma correcta con su gente, para los demás, era un beneficio tener su miedo, no era algo que todos tenian. —¡Silencio!—Gritó el segundo alpha al mando de el jucio, quien de ojos ambarsinos portaba junto a su increiblemente recta postura—Nos complace decir que hoy
El gruñído de Zaira fue potente, la furia de repente surco en sus venas, ella sabía que había perdido la oportunidad única, cuando la separaron de Mateo, sintió su magia debilitarse debilitarse, sabía que era porque era un efecto secundario ante esa interrupción tan salvaje por parte de los guardias. El cosquilleo en sus dedos se iba incrementendo he invadiendo sus musculos de una manera dolorosamente rapidqa, hacíendo que un jadeo se escuchara salir de su boca cuando los guardias la tiraron hacía un lado, justamente muy cerca de April, quien no distiguio aquello por estar enfocqada en Mateo, quien parecía haber despertado de un sueño totalmente ageno a lo que estaba pasando. Zaira parecía estar convulciónando en la tierra, esparciendo el suelo con fuerza mientras que miles de pelo blanquesinos y marrones se esparcian por su cuerpo como una plaga, sus huesos se rompian de una manera sobrenatural mientras que sus musculos se contraían pareciendo una verdadera exsorsista, de sus ojos