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El ambiente templado no mejoraba las cosas, el día anterior había llovido dejando los árboles y tierra húmedos y con agua retenida. Se sentía pesado, cargar con el peso de varias vidas lo eran necesitaba correr y lo sabía. Sus pies se hundían en el barro a cada rápido paso que daba y su respiración forzosa retumbaba en sus oídos como si fuera lo único que en ese momento podía escuchar, además de su corazón. Usaba la poca energía de reserva que poseía para murmurar hechizos aumentados de velocidad, aunque sabía que en el futuro quedaría en coma al menos unos días, la fuerza era creciente en su interior, y empujaba con fuerza para liberarse y cometer una locura, sin embargo era eso lo q
—¿Yo? Oye nos conocemos desde hace días, no creo ser lo más valioso que tu tienes.—Aseguró cruzándose de brazos, realmente no creía que Abdel quisiera más a ella que a su madre.—Mi madre, la manada. Ellos saben cuidarse, entrenan desde pequeños para servir en las futuras y predecibles guerras que tenemos de vez en cuando. Ellos son capaces de protegerse, tu no.—Acotó sin darse cuenta de lo que dio a entender en esa frase.—Oh ¿Crees que soy débil?—Preguntó levemente indignada y divertida por saber que el alpha no tenía ni la más mínima idea de lo que ella sabía al estilo de lucha, ella estuvo en una batalla y mato tanto lobos como vampiros por igual.—Eres humana, lo siento…no pienso rebajarte…pero es la realidad.
Desde su lugar se escuchó el sonido del hueso deslizándose bruscamente para salirse, obligadamente, de su lugar. Hasta el mismísimo robusto beta se impresionó por la poca resistencia que tenían los huesos humanos.—Oh mierda.—Susurró April mirando su mano, trago saliva que paso por su garganta seca y se armo de valor para impulsarse y golpear la cara de su contrincante con su puño. Este soltó un quejido y se vio obligado a soltarla para toquetear el área recientemente golpeada—Bueno me la devolviste así que no me quejó. Pero lo vas a lamentar.—Ella sabia que no podía usar sus poderes delante de la manada, al menos no en ese momento. Por lo que tendría que confiar en sus habilidades de combate humanas y rezar por hacerle tanto daño que ya no quiera seguir, o esquivar sus golpes hasta cantarlo. El beta río y c
Días después del suceso, April consiguió convencer a Abdel de entrenar con los novatos como si ella fuera una loba como ellos. Por lo que desde ese momento comenzó a levantarse a las cinco de la mañana para prepararse y estar lista para el entrenamiento a las cinco y media en punto. A pesar de la extensa manada que era Ricoparis, los que se anotaron ese año para ser guardias fueron pocos, con ella tan solo eran doce y se suponía que a medida que subían de nivel muchos se quedaban atrás. Por lo que, muchos de los menores eran obligados por las leyes dictadas por Abdel a participar en este entrenamiento extendido.—¡April!—Saludó una voz desde lejos, haciéndole detener. Tener esa libertad de salir a pesar de solo estar en territorio de manada y con tres lobos a unos 40 metros de ella, era gratificante. El niño de quince años se acercó corriendo a ella y la abrazo levemente como si la conociera de
{Capítulo con escenas fuertes y violentas. Leer bajo responsabilidad} Escuchó la puerta cerrarse dejando saber que su mate se había ido, suspiró dejando los papeles llenos de palabras a un costado y se levantó de su asiento para dirigirse a la ventana, la vio caminar con su ropa deportiva por el camino sin pasto justo en dirección a la institución. Había insistido durante horas que la dejara ir a entrenar con los novatos, tal determinación lo cautivo mucho más y no pudo decirle que no por más tiempo. El teléfono sonó de repente y el solo lo tomó para contestar la llamada sin leer el nombre del destinatario de ella.—¿Quién es?—Habló tosco, no le gustaba que interrumpieran su día o directamente que lo llamaran. Además nadie merecía que le hablara bien.—¿Así le hablas a el amor de tu vida?—Preguntó seductoramente una voz femenina y profunda.
El gruñido resonó por la sala, sus ojos ambarinos brillaban como nunca, la piel de April igual que la de una gallina, la morena tirada en el piso presa del pánico…olvidándose de la pastilla que había tragado. La pelinegra retrocedió un paso por instinto puro, pero Abdel no se dejaría, el adelanto dos más desafiándola y asustándola pero solo logro enojada aun más.—¿¡Sacas al lobo solo porque quieres liberarte!?—Preguntó irritada, claro que el miedo seguía ahí, pero sentía que el no le haría daño a pesar de estar descontrolado.—Mía.—Gruñó acercándose a ella, tomándola por desprevenida. De la nada y sin poder detenerlo…sintió unos brazos arropar toda su espalda, apretujándola en el proceso—Mía, solo mía…De nadie más.—Susurró escondiéndose entre su cuello, oliendo y acariciando su piel con la nariz delicadamente.—Abdel…tranquilo, solo aléjate.—Lo tomó de sus hombros para quitarlo de encima pero este
El primero en despertar fue el chico de pelo largo, miró a Abdel y asustado trató de levantarse, claro que las cadenas que sujetaban su piel y lo debilitaba sus brazos. Gruñó por instinto como si fuera a asustar a alguno de los tres presentes que no estaba sujetado se fuera a asustar. La mujer abrió los ojos y miró a a hermano quien estaba histérico y gruñendo como loco.—No nos lastimen.—Suplicó mirando a el beta y al alfa, deteniéndose en April—Por favor, no dejes que el nos lastime, somos mujeres….somos iguales.—Trato de convencerla.—¿En que sentido somos iguales? Entraste en territorio ajeno y solo por que tenemos vagina quieres que te deje libre aun sin saber si eres o no amenaza.—Preguntó irónica, Abdel seguía mirando al frente, como si no estuviera sorprendido de la actitud de April, orgulloso en su interior por tener una luna digna de sus ilusiones.—No lo somos, dejen explicarnos.—Susurró agachado la
Salió de las mazmorras y cerro la puerta con candado, a pesar de saber que tenían buenas intenciones no quería ningún inconveniente, suspiró antes de caminar en busca de Abdel, aunque presentía que estaba en su despacho por lo que se dirigió ahí. El hombre hablaba con su beta, pero estaba atento por si escuchaba un grito de su mate, pero al escuchar sus pasos dejo de hablar y abrió la puerta de su despacho antes de que ella siquiera tocara.—¿No te lastimaron no? No sentí olor a sangre…¿No digieren algo hiriente no?–La tomó de los hombros mientras la examinaba, por lo que April soltó una pequeña risa. Le parecía tan tierno y extraño que un chico de casi dos metros y con aspecto intimidante le hablase así.—No, claro que no. Solo necesitaban un poco de parloteo para que entraran en confianza conmigo para que me digan sus verdaderos motivos.–Aclaró orgullosa, claro que es no era toda la historia pero por
El día no podía estar mejor, el sol reluciente dejaba que sus rayos recaigan en la piel como si fuera una caricias calurosa. No era ni muy pesado ni muy frío, algunas que otras nubes pequeñas que favorecían el cielo, el pasto verde y sano, los árboles balanceándose con la fresca brisa que le proporcionaba el lugar. April tenía su pelo recogido en un gran rodete, donde algunos pelos rebeldes y cortos se escapaban de la atadura que los mantenía presos a todos, una remera suelta a tirantes donde dejaba ver un poco de su top deportivo, abajo tenía una calza por arriba de sus rodillas del mismo color que si ropa interior. Su acompañante, llevaba una camisa manga corta con cuello v donde dejaba ver el inicio de sus clavícula, un pantalón suelto corto al estilo militar con bolsillos a los costados. La caminata había empezado hace media hora, caminaban por el pequeño monte que había lejos de ahí, donde pequeñas montañas se formaban y se les dificultaba subir. Ambos llevaban unas canastas ll