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La vio quedarse arrecostada a una pared y compro dos sodas de naranja, eran de las favoritas de la pelinegra cuando estaban en la universidad, sus ojos la miraban como la niña indefensa que debía volverse dura como roca, pero que era muy vulnerable.

-Mira -Le tendió la bebida – Vamos a la banca de allá atrás – Dijo el pequeño hombre a la fémina.

Ann lo miro con fastidio, pero su corazón se calentó ante el gesto, siempre todos estaban dispuestos ayudarle, de una u otra manera también Nicolae la había ayudado.

Además, ahora con cabeza más fría, podía darse cuenta del deje de protección que llevaban las palabras del castaño en la habitación, igual su orgullo la mandaba, pero admitiría que sabía que la acción fue mas para evitar que se volviera despiada.

Suspiro perdida en sus pensamientos mientras Martin la miraba fijamente.

La admirado siempre de lejos, y aunque nunca la vio como una mujer para él, no le gustaba verla triste.

- ¿Por qué tan seria cabello azabache? –

-Porque siempre he s
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