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Capítulo 8

Luter se despertó de madrugada, había soñado que se convertía en lobo; definitivamente estar cerca de la manada ponía esa parte de él en alerta; de verdad no quería volver a pasar por el dolor que provoca la conversión, pero no creía poder controlarlo. Aún faltaba mucho para la luna y ya sentía su llamado. Se sentó en la cama y seco su sudorosa cara con su mano, iba al baño a darse una ducha y encontró las bragas de Mía junto al váter, supuso que, en el apuro por irse de ahí no las encontró y se fue sin ellas, las tomo en las manos y las acercó a su nariz, inspiró su aroma y al momento se excitó. No estaba seguro si eran sus instintos de lobo despertando o el hecho de estar con una loba por primera vez, o una liga de ambos. Pero Mía era adictiva, siempre quería más de ella. Se dio la ducha por la que fue al baño y salió de su habitación a buscar a Mía, tocó a su puerta. Ella abrió con una bata, en realidad muy ligera de ropa, ya que la bata era de una ceda rosa casi transpar
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