04 - Trampa engañosa

Welcome peachie

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La rubia melena de Olivia se movía de un lado a otro, negando ante lo que oyó, tanto había sido la agitación desde que la despertaron, muy apenas y había logrado dormir después de una noche tan cansada cociendo distintas prendas. En este momento se encontraba frente al espejo, observando con asombro el maquillaje y peinado que le habían hecho las sirvientas de su majestad.

Negó de nuevo, la idea de salir junto a ese hombre que la mirada sin ninguna expresión desde el umbral de la puerta la hacía ponerse encontrá. ¿Por qué ella haría algo que no era su deber?, estaba ahí solo para trabajar y no haría más que eso.

Le parecía una broma de mal gusto, estaba enojada, su mal humor solo se debía a que solo había dormido 3 horas y ahora tenía que acompañar a ese asqueroso hombre a un festejo por su día de vida. Ya era suficiente para ella el castigo que tenía, no quería más interacciones con él.

— No te estoy pidiendo tu permiso —amenazo—. Te estoy diciendo que iremos y punto. No puedes negarte a una orden mía —. Apretó sus dientes.

— ¿Por qué? —.

— Eres mía —.

— No lo soy —la furia se desencadenó en sus ojos—. Hoy es mi día de descanso, tengo permitido salir y despejarme de ti —.

— ¿Me pediste permiso? —.

— ¿Por qué lo haría? —. Contesto poniéndose de pie.

— Mientras estés bajo mi techo debes de hacer solo lo que yo diga y como no te di permiso para salir, no puedes salir —.

Olivia apretó sus dientes enojada, era una lucha entre los ojos durazno de la coneja y los ojos oscuros del jaguar. Para todos los demás en la habitación era incómodo el ambiente, hasta sofocante. Se logró apreciar como esa coneja ni siquiera temblaba ante una mirada tan oscura como la del rey, cualquiera ya estuviera pidiendo clemencia y se arrodillaría pidiendo perdón.

Esperaban un castigo, una muestra de poder de su majestad sobre la omega que no era sumisa hacia él. Algunos miraron como ella tenía la valentía que nadie más había tenido en tanto tiempo, nunca se ha visto que alguien rete a un Piralt como la coneja lo hace.

— Salgan —. Ordeno sin dejar de mirar a la hembra frente suyo.

Se acercó a ella en cuanto los sirvientes abandonaron la habitación, la tomo de las muñecas y la atrajo hacia él tomándola con fuerza de su espalda. Sus alientos se mezclaron y un pensamiento impuro paso por los ojos del jaguar al ver la belleza de omega que tenía frente a él, con esa mirada tan llena de enojo.

— Es solo una pequeña actuación de tu parte, serás mi acompañante en esta fiesta. Lo único que tienes que hacer es actuar como si fueras mi pareja para que dejen de proponerme propuestas de matrimonio. Es sencillo —.

— Sería sencillo si otro fuera mi pareja —.

— Deberías de ser agradecida, todas en esa fiesta estarán detrás de mí y al verte te odiarán. Serás su tema de conversación en cada reunión del té de las nobles —.

— ¿Quieres que vomite? —aparto su mirada disgustada—. Si hay tantas detrás de ti, ¿por qué yo tengo que jugar a las parejitas contigo? —.

— Son una molestia, al menos tú no piensas en mí como algo íntimo —.

Olivia se apartó de él al instante con una mueca de asco y miro hacia una ventana, penso que sería una muerte rápida si saltaba de la ventana. El jaguar se interpuso en su camino notando sus intenciones y sonrío con malicia inclinándose hacia ella.

— No tienes otra opción. Serás mi pareja —.

Termino de hablar y salió de la alcoba de Olivia dejando a una coneja desconcertada por lo que tiene que hacer. Cayó en sentada sobre su cama y solo se perdió en sus pensamientos, quería huir y esconderse como la coneja cobarde que era.

Se perdió tanto en sus pensamientos que no noto cuando Dmitry estaba de nuevo en la alcoba trayendo consigo una joya ancestral que es demasiado prestigiosa dentro de la sociedad y llama tanto la atención por lo elegante y destacada que es. Olivia reaccionó al toque del jaguar que la puso de pie, paso sus manos por el cuello del mamífero lagomorfo y se quedó por un segundo inmóvil.

El cuello de una omega es demasiado delicado y vulnerable al tacto de un alfa, por lo que era el rasgo más atractivo que usaban los omegas a su favor cuando intentaban acercarse a un alfa. La coneja apartó su cabello sintiendo que eso impedía que su majestad pusiera el collar adecuadamente, el jaguar reacciono parpadeando al instante y acomodo el collar.

Sintió un cosquilleo en las yemas de sus dedos al querer tocar aún por más tiempo el collar tan delgado de la hembra. Mientras ella admiraba la belleza de un collar que nunca antes había visto, un collar con demasiada historia que lleva uniendo parejas desde su creación y eso era del conocimiento de Olivia.

— ¿No cree que es mucho? —.

— Es un simple collar. Si llevas eso puesto, nadie dudará que eres mi prometida —.

— ¿Y qué sucederá cuando el contrato termine? —murmuro—. ¿No nos casaremos, verdad? —.

— ¿Tanto quieres casarte conmigo? —.

— Parece que hablo con un niño —.

— Solo lo usarás cuando yo lo diga, mantienes apartada a cualquier hambrienta de poder y ya. ¿Es algo difícil? —.

— Pero —.

— Entendiste —.

— Sí, mi señor —.

— Si me dejas complacido después de esta noche, ya no tendrás que trabajar en hacerme prendas de ropa y serás libre. ¿Qué piensas? —.

Los dulces ojos de la omega brillaron como nunca antes, atrayendo la mirada de su depredador hacia ella, quedando impaciente al ver que aquello trajo la felicidad a la coneja. Tosió trayendo a la coneja de nuevo a la realidad, ambos se quedaron en un silencio incómodo antes de apartarse uno del otro.

Olivia extendió su mano hacia Dmitry dando por aceptado aquel acuerdo, quería ser libre e irse rápido de ese sitio, no soportaba pasar más tiempo al lado de alguien como ese jaguar.

— Trato, haré mi mejor actuación para tenerte contento —.

Dmitry le tomo la mano sonriendo al ver como ella pensaba que había ganado contra él cuando no era nada de lo que ella creía, como si hubieran jugado con ella al darle una promesa engañosa que no escucho con lentitud para detectar la trampa. El Rey observó aquella emoción degustando un poco lo que se aproxima para Olivia que no entendería nada de lo ocurrido, nadie más sabía en ese momento que ella sería víctima de un Alfa tan como él.

— No te arrepentirás al último segundo, ¿verdad? —.

— No fallaré, no fallo a mis acuerdos —.

— Las sirvientas te ayudaran a ponerte el vestido más tarde, Kurk te ayudara a prepararte para que estés enterada de quienes estarán presentes y así no cometas un error —Olivia asintió —. No quiero fallas —.

La rubia asintió con una sonrisa en sus labios que llenaba de algo extraño el ser oscuro de aquel felino, uno que nunca había tenido en sus manos un dulce y ahora que lo tenía no dejaría que alguien más le quitara aquel dulce de durazno que él guardaba con recelo en la casa principal de la capital.

Dmitry salió del lugar algo ansioso por querer tocar más la piel tersa de la coneja que parecía haberlo hechizado, convirtiéndose en un joven inmaduro por sus pensamientos insanos sobre una hembra. Aquello nunca le había sucedido y no era algo de su sano juicio, no creía que una omega estaba causando estragos en su mente tan impenetrable.

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La mano temblorosa de Olivia fue tomada por Dmitry posándola en su brazo para por fin entrar al sitio donde se festejaría su aniversario del día. Las miradas rápidamente se dirigieron a Olivia en cuanto se anunció que el Rey y su acompañante habían llegado, el vestido color durazno que resaltaba a Olivia la hizo brillar entre tantas jóvenes que se encontraban en el lugar esperando al felino.

Miradas llenas de envidia y odio, añadiendo las de picardía que unos hombres lanzaban iban dirigidas hacia la coneja que parecía sentirse intimidada ante tantos depredadores.

La coneja clavó sus uñas al brazo del felino animándose en su mente a mostrarse fuerte, la mirada oscura de Dmitry se dirigió a ella observando que la rubia parecía estar a punto de caerse por el miedo palpable que expresaba. Olivia suspiró antes de alzar su rostro y sonreír con la única meta de poder estar lejos de ese felino. Dmitry la observo de removiendo como ella se volvía a recomponer, algo que se le hacía interesante por ver como aquella fortaleza parecía resurgir entre la timidez de una coneja que temblaba asustada.

Un temblor que le gustaba a Dmitry, uno que al sentir por primera vez le atrajo y llego hasta el punto de no poder dormir en paz por querer tener a aquella coneja que mostraba que al lado del felino podía estar cómoda.

Y verla tan plena de sí con una sonrisa en su rostro que provocaba el enojo de cientos de chicas, incluyendo una morena, eso le causaba diversión al rey. Atrayendo la mirada por la rareza de pareja que ambos daban de imagen, caminaron recibiendo halagos de cualquiera que quisiera quedar bien con la familia real.

Una chica morena miró con enojo a la coneja, por verla tan hipócrita al llamar la atención de hombres cuando estaba al lado de uno muy deseado por el poder y dinero que portaba el felino. Sin pensarlo mucho, un grupo de chicas se puso enfrente de ellos para dar un saludo amistoso, aunque las intensiones eran otras por parte de la líder de ellas.

La coneja solamente sonreía ante cada persona que se acercaba a saludar, hasta que aquel grupo lleno de envidia la enfrento, dejándola con un sabor de boca demasiado amargo. Uno que mirando a la loba enfrente de ella seguía prénsente, una mujer morena con un cuerpo esbelto y espectacular, vestida con un vestido negro que atraía las miradas por ser demasiado pegado a su cuerpo, mostrando aún más sus atributos.

— Dmitry —hablo la morena—. Qué justo tenerte nuevamente aquí. Aunque ahora trajiste a alguien —los ojos de la morena y de las demás chicas miraron a Olivia con burla—. ¿Ella es? —.

Olivia se adelantó a Dmitry y tomo la mano de la morena poniendo en marcha su papel de pareja, una que tenía que ser celosa y verse demasiado empalagosa a un alfa que era muy amargado, la morena que no escondía su disgusto por no tener la atención que tenía la rubia del felino miraba con odio a Olivia.

— Soy Olivia Quinn princesa del ducado del norte de Watspur, su pareja —.

— Mikaela Roosen hija del duque de Roosenblique —.

— ¿Cómo pudo caer tan bajo su gusto, señor? —.

— Eso cree, señorita Roseta —hablo Dmitry con pesadez—. Es raro escuchar eso, cuando de donde ella viene es una belleza al estándar de una diosa —.

— Parece ser, aun así, es raro que nuestro rey tuviera que conseguir a una extranjera cuando en su país hay más belleza —. Hablo Mikaela con acidez mirando a Olivia.

— Pues eso pregúnteselo usted a él, ya que parece ser que esas bellezas no están a su nivel como yo —. Su comentario término ardiendo a toda mujer presente en ese círculo.

Los recuerdos del pasado en donde ella era alguien tan inocente y cariñosa antes de ser traicionada por todos los que amaba y confiaba, le provocaron un dolor de cabeza en ese momento. Antes no atacaría como lo hace, solo guardaría silencio sin saber defenderse.

— Ah, ¿entonces ya te contó que yo fui su novia antes que tú? —alzo su ceja—. Soy alguien imposible de olvidar, lo siento por ti debe de ser difícil —.

— Difícil, ¿por qué? —.

Jugo Dmitry riéndose en la cara de aquella noble y nobles que creían tener una importancia dentro de la vida del jaguar, que muy a su pesar considera a todos los nobles dentro de ese festejo como una basura innecesaria, a excepción de la coneja a su lado, ya que es suya de una forma retorcida.

— Creo he tenido más presencia en su vida que usted, señorita Olivia, estoy segura de que rondo por la mente de él en más de una ocasión —sonrió orgullosa—. Soy inolvidable. Un tema de conversación siempre habrá habido sobre mí —.

— No —afirmo—. Mi Alfa nunca me contaría de su mal gusto por mujeres como usted. Tampoco me hablaría de mujeres que solo parecían interesadas por su dinero y poder, como usted entenderá señorita Mikaela Roosen —sonrió callando a todos —. Teniendo en cuenta eso, para tu rey, ¿Tú eres? —. Pregunto sin recibir respuesta de la morena que se fue enojada, seguida por su séquito de nobles que se mantuvieron intimidadas por Olivia después de aquella mirada rojiza.

Todos miraron como esa coneja miedosa había devorado a unas lobas y las intimido con una mirada que solo era vista entre alfas, el rojo que surgió en su mirada se volvió algo que cualquiera miro con miedo al ser algo que nunca antes se vio. La mano de Olivia se dirigió a su cuello tomando la joya del collar, llevando los ojos de todos a esa pieza tan significativa y valiosa, dejándoles en claro lo que ella era y el respeto que se le debía de tener.

Fotógrafos dentro del evento capturaron el momento donde la joya brillaba en el cuello de la coneja tan bella y única, la belleza de la hembra absorbía la atención de todos y también la del mismo soberano que no apartaba su mirada, ella orgulloso de la valentía de la omega.

Algo que llama mucho su atención.

Los halagos hacia la coneja comenzaron a escucharse mientras manchaban la imagen de la hija del duque de Roosenblique por la tal falta de respeto hacia la prometida del rey, demostrando que no es un juego por el collar, una pieza invaluable dentro de la familia Piralt que aclama la promesa de amor de un rey hacia su amada.

Una pieza que solo se da a la pareja destinada del rey y que quien lo usa solo puede ser la pareja destinada de este, siendo una creencia muy antigua y que muy pocos saben.

— Las mujeres de ahora —hablo un hombre poniéndose frente a ellos con una sonrisa—. No lo cree, señor, disculpe a mi hija por atreverse a incitar la burla en su pareja —.

Hablo el Duque de Roosenblique ante tal humillación que hizo su querida hija a su nombre y que puede cueste mucho-

— Tan solo vigilé a su hija, Markus. No queremos problemas —.

Fueron las únicas palabras de Dmitry que camino hacia el teatro por el pronto comienzo del espectáculo, la música clásica lo mantenía tranquilo y en ese momento necesitaba calmarse por ver como alguien quiso humillar a Olivia. Ya que solo él puede humillarla para su diversión.

Todos volvieron a lo suyo intentando ahora no molestar a Dmitry y su pareja, intentaban no pasar por su camino y tampoco por la butaca en donde ellos se encontraban para mirar el espectáculo con atención. Aunque Olivia solamente miraba todo aburrida, comenzaba a tener sueño por la música que sonaba en el lugar hasta que su nariz olfateo el aroma de comida recién preparada.

— ¿Puedo ir por comida? —.

— Ordenaré que alguien te traiga un platillo —.

— Es un buffet, debo de ir yo personalmente —soltó un puchero—. No comeré si me traen algo que no me gusta —.

— Está bien, no tardes —.

Los ojos negros de Dmitry miraron a la coneja que se escapó de su lado para ir hacia la mesa del buffet, con el brillo lleno de emoción al ver la comida, muchos estaban poniendo el ojo en ella. Sin duda la decisión de Dmitry en elegir un vestido del color de los ojos de la coneja había funcionado y el portar ese collar tan único en el mundo, eso la ataría a él a donde ella quisiera ir.

Ya que su plan había sido atarla a él desde hace unos días, ya no la haría trabajar, pero haría que ella fuera suya sin importar qué. Una forma de hacerlo es poniendo en su cuello el collar que para su reino es un regalo hacia la pareja destinada del rey, una historia tan estúpida, pero que sirve a favor de Dmitry.

Con las manos llenas de comida, Olivia regreso a la butaca, siendo esperada por el felino, que parecía divertirse por primera vez en su vida al ver lo tonta que se veía en ese momento la coneja.

— ¿Es cierto que vas al psicólogo? —. Dijo Olivia alejando el silencio de su entorno.

Dmitry cambio de semblante a uno serio asustando a la omega a su lado que dejo de comer, aquel tema era algo serio por lo que solamente dos personas aparte de él sabían de eso. Quería ser buena persona y mejorar un poco para no dar tanto miedo como se decía de él. Pero hasta ese momento nada daba resultado, aparte de Olivia, que permanecía tranquila al lado de él.

— ¿Quién te dijo aquello? —.

— Lo escuché de Kurk cuando llamaba para cambiar la cita. ¿Eso te funciona?—.

Mataría a su secretario en cuanto tuviera privacidad, un tema tan privado no se debe de hablar al aire como aquel sujeto lo había hecho. Pero aquello fue una jugada para que la coneja tuviera un sentimiento de preocupación por el jaguar, Kurk también quería que esa movida jugara a su favor para ya no ser regañado por su rey cada que está de malas.

A veces termina tan agotado y cansado que no puede disfrutar su vida con su pareja, ya que su rey se encarga de exprimir toda su energía hasta destruirlo cuando quiere sacar su ira peleando contra sus propios soldados.

La respuesta nunca llegó para Olivia, que solo se dignó a guardar silencio y comer pensando en aquello, no quería arruinar el buen momento que llevaban y estaba segura de que ya había arruinado su libertad. Cerro sus ojos mientras comía estando lista para un regaño o castigo, pero solo recibió una mirada intimidante de Dmitry que no estaba haciendo efecto en la omega que ahora parecía estar cómoda estando al lado de él, parecía que el aura del felino no tenía efecto en el aura rosa de la coneja.

— Señor —. Quiso hablar Olivia

— Guarda silencio —. La interrumpió.

Olivia frunció sus labios, pero Dmitry no le hizo caso a su gesto tierno y con atención empezó a ver el espectáculo sobre la historia de su país y escuchar la música que lo mantenía relajado. Escuchar música clásica, mientras miraba como chicas bailaban un baile clásico del país, se le hacía algo aburrido de ver a Olivia diferente a lo que notaba de Dmitry, que parecía encantado con eso.

Sin esperar mucho la omega termino quedando dormida en la silla al sentirse segura con la presencia del felino que estaba a su lado.

Dmitry giro su rostro hacia la coneja cuando el espectáculo termino, encontrando a Olivia dormida en su asiento con un puchero en sus labios, guardo su risa y la tomo en sus brazos cargándola con cuidado para que no se despertara. Pensó en lo poco inusual que era al dormir ella tan cómoda en sus brazos siendo tan peligroso, pero su plan estaba funcionando y esto le estaba dando un plus a su astuto plan.

Más después de llamarlo, Alfa frente a tantas personas, algo que Dmitry sabía que ella haría para no dejarse humillar por alguien que quisiera pisarla. Pero es solo lo que la ha terminado condenando a una vida sin salida de aquel felino, sellando sin darse cuenta su destino al lado de aquel hombre que pronto la tendrá solo para él.

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