—Tú siempre serás perfecta Briana, dudo que en algún momento parezcas una bolsa de papas. Tendrías que hacer ejercicio conmigo.
Lo miré pálida, jamás había tomado una pesa en toda mi vida.—Pero yo...—Sí, tendrías que empezar a hacer ejercicio Briana. Ahora estás embarazada. De igual forma puedes hacer algo.—¿Y qué cosa puedo hacer?Media hora más tarde, me encontraba junto con Esteban, estaba levantando una pesa pequeña de un kilo, mientras que él levantaba de 8 kilos. Con razón sus brazos eran tan fuertes. Y los míos tan débiles.Él me iba guiando, yo seguía cada uno de sus movimientos. Primero empezamos trabajando los bíceps, después los cuádriceps creo, o era algo así.Bueno, después trabajamos los hombros y la espalda. Me sentía incluso más fortalecida. Aunque al día siguiente comenzó a dolerme todos los brazos.Estaba súper débil, y Eduardo me regañó diciendo que era un holgasana. Nunca hacía ejerciLlamé su médico. En cuestión de 15 minutos él llegó. Estaba abrazada a Eduardo, y él estaba muy pálido. —¿Qué ocurre..? —preguntó.—No puede mover el brazo —me acerqué corriendo y le expliqué.—Eduardo, vamos a tomarte la presión.—No, yo sabía que esto pasaría aunque no tan pronto ¿Qué más va a dejar de funcionar?—Eduardo... tienes que calmarte.—No, ahora ¿cómo podré levantar a mi hija..? si no puedo mover el brazo —dijo desesperado. —Eduardo, respira. —No, estoy cansado de esta vida, porque mi cuerpo no me responde. Estoy muy molesto, y tú me dices que me calme. Briana me dice que respires, no, no quiero respirar. No.me quiero caminar. Quiero volver a ser yo —comentó exaltado. Eduardo, mírame tienes que calmarte.—No, ¡no quiero calmarme! —comenzó a gritar, y se sobresaltó.El médico le inyectó algo y él se quedó dormido. Fue la peor escena que había experimentado en mi vida, d
Brianna Cuando finalmente llegó el día de la boda, Briana estaba sumamente nerviosa. Se mordió los labios. Caminaba de un lado al otro.—Te vas a arruinar el peinado —la regañó su amiga, y ella asintió divertida —Estoy bien, ¿no se me quitó el maquillaje ni nada de eso?—No, estás perfecta, ahora por favor deja de moverte. —Es que estoy muy nerviosa, solamente quiero estar perfecta para él.—Lo vas a estar Briana. Solamente tienes que quedarte quieta.Brianna Asintió. Minutos más tarde, caminó hacia el altar. Su vestido blanco, resplandecía ante el sol. Muchos espectadores, la observaron con ansias. Melissa, orgullosa sostenía entre sus brazos a su sobrino. Al llegar, con una sonrisa observó al novio. Pero la misma se desvaneció, al ver el semblante serio del novio."¿Acaso se arrepintió?", pensó y su ceño se frunció.—Brianna... no puedo.Brianna abrió los ojos con sorpr
Briana. No puedo creerlo. Me acerco a él, sin poder comprender sus palabras. Sostengo su barbilla y veo que, efectivamente, sus ojos no me están viendo. "¿De qué me estás hablando?", le pregunto confundida, sin querer aceptar sus palabras. "No… puedo verte", repite. En ese instante, mi corazón se encoge. "Amor, no puede ser cierto", murmuro mientras comienzo a llorar. "No puedo ver", comenta, y enseguida escucho a alguien decir "ambulancia". Supongo que es para él, pero todo a mi alrededor se desvanece y solo quiero concentrarme en una cosa: Eduardo. Era algo que no podía creer en ese instante. Pensé que era solo una fantasía de mi mente, pero no, era auténtico. ¿Cómo no escuchaba mis palabras, Eduardo? "Tienes que escucharme", murmuro en voz baja, pero él no responde. Simplemente siento que se ha desvanecido en la silla de ruedas. Se ha convertido en algo catastrófico. Pronto la ambulancia llega y lo llevan entre dos personas. En ese momento, no puedo ver otra cosa más qu
Con lágrimas en los ojos, me quedé en el pasillo del hospital. Llamé a Melisa. “Mel..”, dije con voz entrecortada. Melisa preguntó: "¿Otra vez no quiere que estés con él?". “Él dice que no quiere ser una carga para mí”, respondí con tristeza. "Pero esa es una decisión que tú tienes que tomar", dijo Melisa. "No sé, pero bien, dile tú, porque a mí no me hace caso", comenté llena de dolor. "Déjalo tranquilo, seguro que con el tiempo se le pasará", afirmó Melisa. "¿Cómo está mi hija?", pregunté. "Está perfecta. Y tú, ¿cómo estás?", respondió Melisa. "Mal. Pues… mi futuro esposo ya no me quiere de nuevo, y encima no puede ver", expresé con pesar. "Tienes que dejarlo, seguro que se le pasará toda esa tontería que te dice", me aconsejó Melisa. "Eso no es una tontería, es verdad. De nuevo, no quiere estar conmigo", dije con resignación.
"Da igual, cualquier cosa. Ya me darán el alta en una hora. No necesito de ti ni de nadie. Vendrás mi chofer y me llevará a la casa. Y no te preocupes, esa casa será para ti y mis hijos. Yo me iré a otra propiedad", respondió Eduardo."¿Te irás?", pregunté, sin poder contener mi sorpresa."Sí, estoy preparando la habitación de mis hijos. No lo has hecho tú, ahora ustedes", continuó Eduardo."¿Y cómo será la custodia?", pregunté preocupada."Después veremos", comentó Eduardo. "Por favor, vete", añadió."¿Podemos hablar de nosotros?, no olvidemos del amor que nos tenemos y…", dije, intentando mantener una conexión."Briana, pareces patética insistiendo en que yo me quede a tu
"Sí, creo que son de esa raza", respondí."Bueno, esos. Entonces estaré en un hotel", dijo Eduardo."¿Por qué no te quedas en una de las habitaciones?", pregunté."No, Briana, estoy bien de verdad", contestó mientras se alejaba. Suspiré y me di cuenta de que tenía que cocinar algo también para él. Sabía que le gustaba mucho la carne asada con papas fritas, así que me dispuse a prepararlo para todos."¿Necesitas ayuda, mamá?", preguntó Emma acercándose. Era sorprendente lo bien que hablaba y cómo comía, además de ser muy curiosa."No, cariño, ya estoy terminando las papas", murmuré."Qué rico", comentó Emma emocionada y se alejó dando saltitos."Ve y lávate las
Briana se sentía confusa. Al día siguiente, Eduardo se había llevado a sus dos hijos, y ahora se encontraba sola en casa. Limpió y acomodó las camas, e incluso limpió el baño, ya que era domingo y la empleada no venía en ese día. Después de terminar todas las tareas, se sentó en el sofá sin saber muy bien qué hacer."Tengo que volver a estudiar o hacer algo", comentó Briana, suspirando mientras pensaba en qué hacer.Se sentía sola, y ese sentimiento la invadía fácilmente. No sabía qué hacer y, además, todo le recordaba a Eduardo. Claro que ella lo extrañaba, y ahora esta separación la mantenía bastante confusa. Miró a su alrededor y se puso de pie. Estaba sola y tenía muchas cosas que hacer.De repente, recibió una llamada de alguien."Hola Bri
"No, tú solo puedes llevarme unos mates", respondió Agustín. "¿Estás seguro?", preguntó Briana nuevamente. "No te preocupes, en serio. Además, fuiste madre hace poco", dijo Agustín."Tienes razón. De igual forma, fue un parto natural", comentó Briana. "Está bien, hagamos una cosa. Yo haré un poco de cimiento y, cuando me canse, rotaremos tareas. ¿Quieres?", propuso Agustín."Me gusta la idea", comentó Briana y se sentó, contemplando a su amigo. Preparó el mate, colocó la hierba, lo sacudió para quitar el polvo y finalmente puso la bombilla. Sirvió con agua caliente pero no hirviendo y le dio uno."Gracias, Briana", dijo Agustín. "Entonces, uno de tus sueños era tener tu casa propia", preguntó Briana con curiosidad. Estaba caminando alrededor, se había levantado mientras sostenía con su mano izquierda el termo."La verdad es que sí, siempre había soñado tener una familia y poder construir mi casa poco a poco, con esfuerzo. Sabes, mis padres nunca fueron personas ricas ni nada por el es