La duquesa Sonia estaba tomando el té con el capitán Oro cuando, desde su dispositivo comunicador, recibió una notificación de que estaban atacando la isla con aviones.De inmediato, ambos miraron por la ventana y, en efecto, vieron a varios aviones sobrevolando la isla y disparando a quemarropa desde la distancia.- ¡Capitán! ¡Prepara las naves y atácalos! ¡Quiero a esos aviones hundiéndose en el mar!- ¡Sí, señora!Cuando el capitán fue para cumplir las órdenes de la duquesa, ella tomó unos binoculares y se dispuso a mirar los aviones. Estos eran de colores celeste y blanco y, en las alas, llevaba un pequeño símbolo del sol, similar a la bandera del reino del Este.“¿Por qué el reino del Este querrá atacarnos directamente?”, se preguntó Sonia. “Que yo sepa, nunca levantamos armas contra esa nación. A no ser que…”Pero no tuvo tiempo de indagar en el asunto porque uno de los proyectiles, provenientes del enemigo, impactó sobre el techo de su guarida. Eso le puso en alerta, debido a q
Una larga caravana conformada por vehículos, camionetas y motonetas cruzó la avenida principal de la ciudad. Y, encima de una tarima con ruedas, se encontraba el capitán Oro completamente atado por un pilar. La gente, al verlo, comenzaron a abuchearlo y lanzarle piedras, pero los guardias reales contuvieron a los espectadores para evitar que se abalanzasen sobre el pirata.- ¡Que la reina lo mande degollar!- ¡Maldito pirata! ¡Salvaje!- ¡Que se pudra en el infierno!El rey Zuberi, que encabezaba la comitiva, no evitó lanzar un suspiro de agotamiento. Aunque no salió de aquel puerto, sintió tanta tensión que le costó dormir por las noches. Y es que era la primera vez que enviaba a lord Aries a una zona muy alejada del continente, por lo que temía que la comunicación les fallara. Por suerte, la señal emitida desde el barco fue lo suficientemente potente como para lograr una buena conexión sin tantas interferencias debido al factor del ambiente.Una vez que llegó al trono, vio a su espo
- ¿Qué tal, querida sobrina? ¿Así es como recibes a tu tía?- ¿Qué haces en mi palacio?Brida estaba entre histérica y aterrada. Delante de ella se encontraba la persona que asesinó a su madre y quiso apoderarse del trono. Y a pesar de todo eso, no podía negar la realidad de que era su pariente y, solo por eso, no tuvo la suficiente sangre fría para sentenciarla a muerte.Zuberi, por instinto, rodeó a Brida con sus brazos y, sin apartar la mirada a la duquesa, comentó:- Supongo que alguien de la Corte, o el personal mismo del palacio, te dio una mano para ingresar aquí fácilmente. Si no, no me explico cómo pudieron sortear los radares anti intrusos que están instalados por los alrededores.Apenas dijo esas palabras, un par de soldados de la reina se acercaron y trajeron a rastras a una pareja, a quienes la pillaron rondando por los pasillos y haciéndoles pasar a los últimos piratas que quedaron retrasados.Rubí, al verlos, los señaló y gritó:- ¿Mamá? ¿Papá?La mamá de Rubí comenzó a
Los reyes, soldados, sirvientes e invitados vieron con impotencia cómo se llevaron a Mara y Rubí hacia las afueras del palacio. La duquesa Sonia y el capitán Oro se abrazaron, mientras que los piratas celebraban su pequeña victoria.La mujer miró por última vez a Brida y, con una sonrisa maliciosa, le exigió:— Entrégame cincuenta lotes de oro y diamantes y liberaré a las chicas. Firma tu renuncia al trono y dejaré de atacar el reino. Tienes una semana para prepararlo todo, si no quieres ver el cuerpo de tu hija flotando en alta mar.Una vez que se marcharon, todos los invitados permanecieron en sus puestos mientras intentaban recuperar la calma tras la invasión al palacio. Zuberi soltó a Brida y esta, ante la vista de todos, le golpeó en la cara.— ¡Majestad! – intervino lord Aries, quien se puso delante del rey Zuberi para defenderlo - ¡Todo esto es mi culpa! ¡Por favor, no se desquite con su esposo!— ¿Qué quieres decir, capitán? – preguntó Brida, al borde de la histeria.Lord Arie
El rey Zuberi convocó a lord Aries, a la duquesa Mila y al príncipe Abiel para ir todos juntos al rescate de la princesa. Esta vez irían de frente, dentro de un gran barco con avionetas de escape en caso de emergencia. Mila, quien leía la lista de aviones disponibles, comentó:— Esa perversa mujer ha cruzado la línea. ¿Cómo se le ocurre exigir a la reina Brida a que renuncie a su trono y se entregue? ¡Nadie de este reino lo aceptaría!— Ella siempre soñó con sentarse en esa silla, hermana – dijo Zuberi – su ambición la cegó hasta el punto de llegar a matar a su propia sangre, sin medir las consecuencias.— Mi hermano estará cuidando de mis terrenos en mi ausencia – dijo el príncipe Abiel – descuiden, él es alguien muy confiable y accesible, seguirá con el mismo trato que establecieron ambas coronas para el uso del cobre.— De todas formas debes cuidarte, querido esposo – le dijo Mila – y tú también, hermano. Ambos son parte de la realeza, no quiero imaginar el conflicto que se armaría
Mientras la llevaban al hospital, la reina Brida había perdido el conocimiento, no pudo soportar los mareos, las nauseas ni la vergüenza de mostrarse vulnerable ante una monarca extranjera.Cuando despertó, ya estaba acostada en una cama y siendo atendida por los enfermeros del hospital. El médico real se acercó a ella y, con una amplia sonrisa, le dijo:— Felicidades, majestad. Está usted embarazada.Brida no podía creer lo que estaba escuchando. Por un instante, pensó que seguía soñando y se pellizcó la mano para corroborarlo. Luego, se palpó el vientre y preguntó:— ¿Embarazada? ¿De verdad lo estoy?— Así es, su majestad – respondió el médico, manteniendo su sonrisa – la razón de los mareos y arcadas era por ese motivo. Ya lleva algo de tiempo en su vientre, pero tal parece que no pudo notarlo.Brida intentó recordar la última vez que tuvo su periodo. Normalmente, tanto ella como Zuberi habían sido muy meticulosos con eso, pero tras los últimos acontecimientos surgidos, se les olvi
El rey Zuberi se dio cuenta de que habían llegado a un punto muerto. Por un lado, ellos no podían atacar la isla, mientras que Mara y Rubí estuviesen ahí cautivas. Pero, por otro lado, si la duquesa las mataba en ese instante, sería ella quien tendría las de perder. Ni él quería sacrificar a las chicas ni ella destruir su reciente reinado.El capitán Aries, al verlo tan tenso, apoyó una mano sobre su hombro y le dijo:— Majestad, decida lo que decida, sabe que siempre lo apoyaré.— Hay cañones en las torres de vigilancia – señaló el príncipe Abiel – no podemos enviar botes de rescate hacia las laterales sin que nos detecten.En un momento, Zuberi notó que sonaba su dispositivo comunicador. Atendió y vio un mensaje de texto de la duquesa Mila, quien permaneció en el barco para comandar las naves voladoras en caso de emergencia.El texto decía: Tengo drones a disposición, cedidos por los técnicos de mi esposo. Esto no lo sabe nadie más que yo debido a que planeaba usarlos a nuestro favo
Los piratas activaron sus cañones, dispuestos a disparar. Mientras, el rey Zuberi se arrojó al mar e intentó nadar hacia el bote de sus compañeros. Pero debido al peso de su armadura, comenzó a sacársela para evitar hundirse en lo profundo. Por suerte, lord Aries tenía una cuerda a su disposición, la cual la lanzó directo a él para que la tomara y pudiera retornar al bote sin tener que sortear las olas.La duquesa Sonia, al ver esto, ordenó a uno de los piratas:— ¡Dispara hacia esas personas! ¡Quiero ver sus cadáveres flotando en el agua!Como si le hubiesen leído el pensamiento, un proyectil proveniente del barco impactó cerca de donde estaban, por lo que no pudieron atacar al equipo del rey desde la distancia.Tanto la duquesa como los piratas se arrojaron al suelo y se cubrieron las cabezas con sus manos, a modo de evitar ser alcanzados por los disparos.— ¿Es que no les importa lo que le pasen a esas chicas? – preguntó la duquesa Sonia, en voz alta.Un par de minutos después, se