—Siiii —Andrea aplaudió con sus manitas.—No, no la quiero aquí, ella nos ha abandonado. —Andrés era pequeño aún para guardar resentimientos, sin embargo, los tenía.—Quizá ella no los abandono, quizá otra persona los alejó de ella. —Dijo Ana, le dolía ver la reacción de su hijo.—Si alguien nos alejó, ella nos hubiera buscado.—Quizá ella los ha buscado todo este tiempo sin encontrarlos y cuando lo hizo no sabía que eran sus hijos.Andrés se quedó callado, pues vio que Ana estaba llorando con mucho sentimiento, Antón no sabía qué hacer, si decirles en ese momento o esperar.—¿Cómo puedes saber que mi madre nos ha buscado, la conoces?—Sí, la conozco, la veo todos los días cuando veo mi reflejo en el espejo. —Ana lloró con mucho más sentimiento.—Lo que estás diciendo es... —Ana lo interrumpió, no podía callar más.—Si yo soy su madre. —Andrea cubrió su boca con sus manitas, después corrió a abrazar a Ana.—Mi pequeña, mi pequeña hija.Andrés se quedó en shock, frente a él tenía a la
Lucas se ofreció a acompañarlos a pescar en el lago, pasaron la tarde pescando, los gemelos estaban felices porque comerían lo que ellos habían pescado.—Nunca había pescado mamá, tómame fotos, así papá sabrá lo que he pescado. —Los gemelos posaron felices, más tarde Antón recibía las imágenes.—Creo que a mis hijos les ha hecho bien tener una madre. —Pensó mientras planeaba con Julio lo que harían.Los días pasaron, hasta ese momento los gemelos parecían no extrañarlo demasiado, hablaba con ellos diariamente y por las noches hacía videollamada para contarles cuentos.Lucas acudía todos los días a verlos, Carmen al principio se sintió aliviada de no tener que cuidarlos, pero ahora los extrañaba demasiado, así que pidió a Ana dejarla quedarse ese tiempo en su casa hasta que su jefe regresara.Ana aceptó gustosa, así podría ayudarle, ella estaba por la mañana en la empresa, cuando los gemelos salían del colegio, pasaba por ellos y trabajaba por las tardes desde su casa, le estaba siendo
En Madrid, Carmen quedó en shock al escuchar el nombre de su jefe en el noticiero, enseguida llamó a Ana, la chica se desmayó al escuchar la noticia que se estaba dando en ese momento.Antón Moreno y Julio Cáceres habían muerto, las autoridades estaban intentando recuperar los cuerpos.Ana no pudo soportar escuchar aquello, ¿Qué les diría a sus hijos?Sandra era una mujer muy fuerte, pero la noticia sobre la muerte de su nieto más querido la devastó por completo.Carmen se quedó al cuidado de los gemelos, Ana viajo con Sandra y Lilian hasta Madrid.—Señora Mondragón, hemos encontrado dos cuerpos, había una tercera persona en la embarcación, presumiblemente el hombre abandono el yate poco antes de la explosión.—¿Puedo ver a mi nieto?—Por el estado en el que quedaron los cuerpos sería casi imposible saber quienes son.—Exijo ver a mi nieto.—Sí, usted insiste, solo le advierto que será una impresión muy fuerte.—Ana, tú vendrás conmigo.—Señora Sandra, Laura viene hacia acá, debería e
Los gemelos al ver a ese hombre corrieron hacia él, mientras Ana corría tras ellos intentando detenerlos.—Niños esperen, no corran, podrían tropezar y caer.Los pequeños la ignoraron por completo, llegaron frente a aquel hombre, vestía un impecable traje hecho a la medida completamente blanco, sobre su cabeza un pequeño sombrero le daba un aire italiano.Los gemelos al verlo se acercaron a abrazarlo.—Papá, eres tú, has vuelto. —Andrés no podía creerlo.—Papito te extrañé, te quiero. —Andrea lloraba con mucho sentimiento.—Quiten a estos niños de aquí, no los conozco. —Dijo con tono de molestia a los hombres que lo acompañaban.Los gemelos se sorprendieron, ¿Qué era lo que pasaba con su padre? Antes de que los hombres los tocaran se retiraron.Ana se acercó, observó muy bien a aquel hombre, podría jurar que era Antón, lo único diferente era la cicatriz que tenía del lado derecho de su rostro, atravesaba toda su mejilla a lo largo.—¿Son de usted estos niños?—Sí, son mis hijos.—Pues
—Mucho gusto, señor Mondragón. —A Mario le sonaba aquel apellido, pero por más que intentó recordar no supo de dónde.—El gusto es mío. —Lucas sintió aún más escalofrío al estrechar su mano.Mario notó el gran parecido que tenía con ese hombre.—Me tengo que despedir, el deber me llama, ¿entonces paso por ti para comer juntos? —Lucas preguntó a Ana.—Siento mucho el inconveniente señor Mondragón, pero Ana y yo comeremos juntos, tenemos demasiados asuntos que arreglar, además tiene que ponerme al día sobre el manejo de la empresa.Ana lo miró asombrada, ¿en qué momento habían quedado de comer juntos? Lucas, por su parte, se molestó al ver que aquellos dos ya se tuteaban.—Entonces me retiro, espero pueda verte a la hora de la cena, quedé de ir a cenar con los gemelos.—Claro, nos vemos en la cena.Lucas se despidió amablemente de los dos, aunque en su interior sentía coraje y miedo, en cuanto subió a su auto hizo una llamada.—Acabo de conocer a un hombre, su nombre es Mario Dubedetti
Lilian y Sandra volvieron en sí después de que les pusieran unas sales aromáticas.—¿Dónde está? ¿Dónde está mi nieto?—Debe tranquilizarse Sandra, la persona que vio se llama Mario, es mi nuevo socio italiano.—¿Socio, italiano? No me vengas con esas gilipolleces, ese hombre es mi nieto, como no lo voy a conocer si yo le he cambiado los pañales cuando era tan solo un crío.—Shhh puede escucharla, no quiero que se entere de lo que pensamos, nos tachara de locas, al parecer no recuerda nada.—Hija, si salta a la vista que ese hombre es el mismísimo Antón Mondragón.—Lo sé madrina, pero por lo visto él no lo sabe.Mario regresó un poco después para ver que había ocurrido con esas dos extrañas señoras, le llamaba la atención como habían reaccionado al verlo.Sandra cuando lo vio entrar se le quedó viendo, sin poderlo evitar empezó a llorar.—¿Está usted bien señora?—Lo estoy, no se preocupe usted, solo que es muy parecido a mi nieto, él falleció hace tres años en un accidente en un barc
Mario estaba en su oficina, intentaba ordenar sus pensamientos, ¿Quién era ese hombre con el que lo confundían?Empezó a recordar el día que despertó de ese largo coma, se encontraba en la mansión de su padre, el temido capo de la mafia Enrico Dubedetti, no recordaba nada, ni siquiera reconoció a su propio padre.Poco a poco su padre le fue platicando lo que fue su vida, aunque le extrañó que su padre tenía guardadas fotos de su madre y sus hermanos y de él no, al menos no de adulto, le mostró algunas de cuando era adolescente, le costó reconocerse, sus ojos y color de pelo no habían cambiado, pero sus facciones lucían diferentes.—Es por el paso del tiempo hijo, además el sufrimiento nos hace cambiar totalmente. —Le decía su padre.—No logro recordar nada.—Lo sé, el médico dijo que es por tantos años que has permanecido en coma.Poco a poco empezó a hacer las actividades básicas, como limpiar su propio cuerpo.Su padre padecía cáncer en un estado muy avanzado, enseguida lo fue
Cristina se despidió de todos, salió de prisa para dirigirse a un laboratorio de genética.—Jefe, la señorita Cristina entró a un laboratorio de genética, ha dejado la muestra que tomó de su pelo en este lugar.—Investiga con qué fin lo ha hecho, después consigue una muestra de los resultados.—En cuanto los tenga se los envío jefe.Después de cortar la llamada, Mario se acercó a Ana y a los gemelos para despedirse, observó a aquellos pequeños que lo veían como si él fuera alguien importante.—Me despido, nos vemos mañana en la oficina.—Hasta mañana Mario. —Él se acercó como buen caballero, tomó su mano y le dio un beso en señal de despedida.—Hasta luego niños.—Hasta luego pa.. Señor Mario. —Andrés se resistía a creer que aquel hombre no era su padre, aunque tenía acento italiano, el tono de voz se parecía.La familia de Ana y Sandra se quedaron comentando sobre él, incluso se atrevieron a apostar sobre su verdadera identidad.—Les apuesto lo que quieran a que ese hombre es Antón M