Franco Bertinelli, el nombre que nadie había escuchado nunca, sin embargo, parecía estar en el centro de toda la locura que rodeaba a los D´Angelo. Aquel hombre había sido un auténtico don nadie durante toda su vida, sin nada de lo que sentirse orgulloso, a decir verdad. No había relación alguna entre él y la familia, al menos no de manera evidente.
Ángel no dejaba de darle vueltas en su cabeza al porqué aquel hombre estaba persiguiendo a la familia. Luego de regresar a casa pasó por encima de la investigación de Maurizio mil veces tratando de encontrar una razón, una fecha, un documento, un nombre, algo en la vida de Franco que le diera un mínimo de sentido a todo.
Franco Bertinelli había nacido en Roma en los ochenta del siglo pasado fuera de cualquier círculo relacionado con la mafia. Provenía de una familia de clase media que vivió toda su vida endeudada pero que a pesar de eso eran sumamente cumplidores de la ley. Graduado con c
Después de la última llamada no quedaba de otra que jugar al juego que les estaban poniendo sobre la mesa. Ángel y Óscar salieron del cuarto para avisar a Enzo, con ellos dos no iba a bastar si se veían en aprietos y una mano más con un arma en ella de seguro no vendría mal. -¿Llamo a Maurizio para que envíe refuerzos? - preguntó Diana. -.Llámalo y dile que tenga a sus hombres listos, pero en espera, vamos a ir solo nosotros tres y solo cuando les de la orden entrarán los demás, no podemos arriesgarnos a perder la oportunidad. -Está bien- dijo Diana y se dirigió a tomar el teléfono paras cumplir la orden. -Y Diana- dijo Ángel haciendo que Diana volteara de regreso hacia él- dile que vamos a necesitar armas, muchas armas. En cuestión de media hora ya todo estaba listo. Por último, a todos en la familia los habían educado con que ocasiones especiales requieren un aspecto especial. Cada uno calzó un traje negro de chaleco a juego y camisa blanca,
-Donde están mis modales, lo siento, pueden llamarme Fantoccio- dijo aquel hombre después de haber dejado a todos desconcertados con lo que acababa de decir. Compararse con Dios, a tal punto de locura o maestría en la comedia había llegado el lunático sobre el que se posaban as miradas fijas de los tres hombres de traje negro, en sus caras estaba reflejada una rara mezcla de sorpresa con desconcierto absoluto. Por su lado Fantoccio no para de sonreír, como si fuera esa la única expresión que su rostro fuera capaz de hacer. -Finalmente de frente, llevaba mucho esperando por este momento. ¡Estoy emocionado!- dijo ye incluso a su insufrible risa le añadió unos pequeños aplausos. -No tengo idea de porqué tanto tiempo buscando este encuentro pero supongo que si nos trajiste hasta aquí es porque tienes algo que decir- respondió Ángel. -Si, les tengo una pregunta, ¿qué se siente?- dijo Fantoccio. -¿A qué te refieres? -¿Qué se siente que a una
Luego de leer la nota Ángel fue con los demás hacia el contenedor que habían descubierto. El miedo de lo que pudiese haber dentro era la sensación generalizada entre los que estaban allí. Cuandolo abrieron, con solo abrir un poco la puertaya se escuchaban sollozos. El último regalo de Fantoccio resultó ser por mucho el más despiadado y el más teñido de rojo. Dentro del contenedor había gran cantidad de mujeres,algunas con el rostro como para ser llamadas niñas.Sus vestidos estaban rasgados, las manos ensangrentadas y en sus brazos se veían las secuelas en sangre la tortura por diversión a la que él las sometió. Palabras e incluso frases completas talladas en la piel a golpe de cuchillo de la misma manera que en las mujeres que ahora yacían muertas en la casa de los espejos, pero sin duda las mayores marcas que les habían dejado no eran físicas . Sus ojos que en algún momento estuvieron maquillados ahora lucían apagados y del maquillaje solo que
Recibir aquella llamada de Óscar había dejado a Ángel más que inquieto con la situación que tenía por delante. No era en lo absoluto común que el mayor rango dentro de la Mafia quisiera ver a alguien, en primer lugar,porque alguien de ese calibreno solicita,demanda. Y por otro lado es raro que pidiera ver a alguien que a su entender debería estar muerto. -¿Pasa algo?- le preguntó Luna al ver como su cara se tornó pálida al momento que terminó la llamada. -Pues sí, resulta que la persona que debería matarme, quiere verme- respondió Ángel. Ella se quedó en silencio confundida ante lo que estaba escuchando. -Vete a casa- le dijo él. -No, voy contigo- le dijo ella y casi que por reflejo lo tomó de la mano- al menos delante de un testigo hay menos posibilidades de que te mate. Ángel la miró y no dijo más nada, solo articuló una pequeñ
-Así que dime D´Angelo , un disparo a cambio de ser libre no suena como un mal trato para ti- decía Fernando, mientras sostenía aún para Ángel el arma en su mano. Ángel no sabía qué hacer, miró el arma y miraba a la persona sentada en la silla, las pocas fuerzas que todavía tenía las empleó en comenzar a llorar e intentar pedir clemencia, pero la mandíbula rota impedía que algún sonido que no fueran balbuceos sin sentido saliera de su boca. Luna parad justo al lado parecía horrorizada por lo que tenía enfrente y miraba con ojos temerosos a su esposo a la expectativa de lo que pudiera pasar. Finalmente tomó el arma en sus manos, recargó y apuntó al hombre a la cabeza. Una sensación nueva lo invadió, por primera vez en su vida una pistola le temblaba en la mano al sostenerlo. Apretó finalmente el gatillo, cuatro disparos seguidos que hicieron que Luna cerrara los ojos, al abrirlos vio como la pistola apuntaba hacia arriba y el hombre, aunque lejos de estar bien, aún re
Luego de dejar atrás la Catedral, Ángel y Luna seguían recorriendo las calles de Milán. Poco a poco iban dejando de lado todo el tema relacionado conFernando para concentrarse un poco más en los escasos momentos de tranquilidad que tenían. El fotógrafo no se pudo resistir a su modelo favorita,se la pasaba haciendo fotos con la cámara del móvil con Luna en el centro de todo y para él ninguna belleza era comparable. De igual manera las cosas buenas suelen durar poco. Luego de caminar por un raro casi que como turistas descubriendo las bellezas de Milán, un auto negro se detuvo justo junto a ellos. -¡Señor D´Angelo!- dijo el chóferal bajarse del auto. Era un muchacho joven, parecía nervioso. -¿Quién eres?- respondió Ángel. -Me envía el señor Maurizio,Óscar decidió permanecer en prisión pero pidió que usted fuera a verlo. -¡¿Qué?!- gritó
Cuando llegaron a la prisión que se encontraba a unos cuarenta y cinco minutos fuera de la ciudad de Milán, Ángel pidió a Luna que se quedara en el auto y entró solo a ver a Óscar. El lugar era deprimente, tanto como se puede esperar de un lugar así, mientras caminaba Ángel imaginaba cuantas veces estuvo a punto de terminar en un lugar así, dentro de una celda de dos por dos metros, con barrotes y esperando a que la vida se le escurriera entre las manos. Tomó un tiempo, pero luego de un par de conversaciones con los guardias que involucraron soltar un par de euros de más, le permitieron ver a Óscar en privado. Los llevaron a uno de los cuartos que la prisión dedicaba a visitas conyugales. -Sabía que eras imbécil pero ya esto es pasarse de la raya- dijo Ángel una vez que estuvo a solas con Óscar. -Hola a ti también cariño, ¿piensas darme un beso o te lo tengo que robar?- respondió Oscar riendo y le tiró un beso desde donde estaba a Ángel. -No est
-No puede ser, me niego a creer que pueda haber hecho algo así- Ángel se levantó de la cama y volvió a caminar inquieto, golpeó el suelo y gritó para liberar la rabia que tenía por dentro- era su único amigo por dios, al menos eso para él era sagrado. -Precisamenteporesoque no quería decirte nada hasta que no estuvieratotalmente seguro- dijo Óscar y era evidente que lo que más deseabaera poder retirar lo que había dicho. Ángel pegó un puñetazo contra una pared que iba de seguro a dejar estragos en su puño, pero para él fue la manera de liberarse de la carga por un momento. Luego se tiró al suelo y metió la cabeza entresus piernas. -Quizás no es verdad, pero al menos hay que comprobar la posibilidad y aclarar las cosas. -Estoy cansado Óscar- dijo- cansado de todo esto, y ahora me dices que pudiera ser que mi padre mató también al único hombre que se tomó el tiempo de estar ahí para mí- dijo Ángel todavía