La risa de los demás que se encontraban junto a nosotros alrededor de aquella mesa no se hizo esperar, al notar más que nada con algo de confusión el comportamiento tan respetuoso que Dominieck drásticamente había tomado y que fue por sobre todo objeto de sorpresa para aquellas dos mujeres. A partir de aquí desayunar se convirtió en una tarea sumamente más cómoda y amena para todos, una que disfrutábamos por igual como si realmente nos encontráramos en medio de una verdadera familia y tanto fue así que incluso Zoe, Leila y Bazili nos acompañaron. Pasado un tiempo tras terminar la ingesta de aquellos alimentos Dominieck me invito a pasear, aparentemente aquel vio como algo bastante agradable el hecho de dar una pequeña caminata alrededor del jardín, pero totalmente solos, cosa que me ofreció hacer tras ver como yo me había quedado contemplando desde hacía unos cuantos minutos el exterior desde el interior de la casa por uno de los ventanales que dan rumbo precisamente en esa dirección
— ¡je, je, je! — una risa nerviosa apareció en mi boca, pues algo me decía muy dentro de mí de que, aquel sin dudas era capaz de hacer eso y más, siempre y cuando fuese lo suficientemente provocado. — Como dije, tú y yo ahora estamos marcados y seremos uno durante todo el resto de nuestras vidas — Dominieck se colocó de pie, de la parte inferior tomo su camisa y elevándola hizo el mismo procedimiento que realizo conmigo, subiendo aquella prenda y descendiendo la cinturilla de aquel pantalón justo del lado izquierdo allí la divise sobre la parte superior de su pelvis reposaba la misma marca que yo ostentaba. Ante aquella imagen contemplándolo tan cerca de mí, sentí el llamamiento de la carne, del deseo y del furor nuevamente ligado un tanto a la esencia de la propia curiosidad, por lo que solo el ver su piel me hacía sentir extrañamente alocada, así que, mirando aquella marca plasmada en su ser, no pude evitar tomar mi mano y dirigirla hasta aquel lugar. Con las yemas de mis dedos,
Ver sus ojos atentos, como me divisaban al proclamar cada una de las palabras que de mi ser salían era casi imposible, su silencio dejaba mucho a la imaginación, pero antes de que ella dijera algo había una cosa en particular que debía de dejar bien en claro. — Espera... antes de que digas algo quiero que entiendas que, sé que parecerá extraño que quiera unirte a los recuerdos que este lugar trae de por medio, cosa que no hago por malicia, ni tampoco por hacerte menos, lo hago porque quiero redirigir a ti ese sentimiento de amor, de ternura, de lealtad y de unión que deja en mí y entregártelo a ti, quiero que hagas de este también tu hogar, quiero que hagas de este igualmente tu mundo, quiero que hagas de esto tu yo, como yo ya lo soy. La tranquilidad que su mirada me proporcionaba me otorgaba la suficiente libertad para expresarme tanto como yo quería, sin sentirme atado, ni mucho menos retenido por nada, me permitía ser lo suficientemente delicado tanto como para no fundir como
Ha transcurrido ya una semana desde aquel día en el que le di el sí a Dominieck, y aunque parece poco tiempo la verdad es que han cambiado muchas, muchas cosas aquí incluyendo yo misma, que me eh visto sin dudas en la obligación de madurar en poco tiempo. Crecer me ha hecho tomar una perspectiva diferente de lo significa la vida como loba y aunque me queda mucho por aprender eh sabido aprovechar el tiempo que tanto Lyall como Dominieck me ofrecen cada día. Todo ha sido a la largo un subidón de emociones uno que no tiene precedentes y que lamentablemente solo iría en aumento. … … … Son más o menos las siete y diez de la noche y a diferencia de todos los días hoy me encuentro dentro de la cocina, sí... en pleno territorio enemigo lugar en el que se me permitió ingresar luego de que Dominieck hablara con la señora Zoe pues realmente algo que quería hacer era ayudarle precisamente a ella pues quería sentirme útil en la residencia y menos sola. Hace ya un buen rato que las tres nos
Ver como Dominieck me abrazaba hizo que su sangre hirviese, sus ojos se tornaron rojos y se podía notar cómo rechinaba los dientes del enojo. Kira gritó mientras miraba hacía todos lados algo enloquecida — no, no... tú tienes que ser mío, solo mío, tú tienes que rendirte a mis pies no a los de ella. Por primera vez me atreví a tomar la palabra y dirigirla contra ella, no era algo que yo quería hacer, pero si realmente me encontraba allí era sin dudas para ofrecerle apoyo a Dominieck, así que no era justo que simplemente me quedase callada. — Lastima que no eres tú la que eliges o te tengo que recordar lo rigurosas que son las leyes de los lobos. — Tu no harás nada inmunda, tú no eres nada ni nadie aquí como para dirigirme la palabra, yo soy la que elijo y para complacerme en lo que quiero, cuando lo quiero tengo al mejor de todos de mi parte, mi padre sin duda acabaría con ustedes en un abrir y cerrar de ojos. Ante sus palabras yo me reí, sabía que sin importar lo que ella dijes
Sin tener ninguna otra alternativa Izra nos miró y finalmente se retiró tras haberle hecho una señal a sus hombres, de allí salió huyendo quizás queriendo evitar por un momento peleas o situaciones absurdas evidentemente comprometedoras que no son bien recibidas al menos no por el momento.Dominieck y yo contemplando como el auto se perdía en la distancia allí nos quedamos un buen tiempo dejándonos guiar por el silencio, pero aquel siendo precisamente no participe de la calma en su totalidad cuando yo estoy eventualmente de por medio no puedo evitar exclamar.— Realmente tú eres un hueso duro y difícil de roer, aun sabiendo de lo que él es capaz porque decidiste de que era un buen momento para enfrentarte a Izra.— Oportunidades como estás son una en un millón, llevaba años esperando a poder enfrentarme a él, hasta que hoy finalmente pude, aunque sea dirigirle la palabra, sin miedo a contenerme.— Hablas como si tuvieras cuentas pendientes con él.— Las tengo de eso puedes estar segur
Así en completo silencio sumergida en mis pensamientos y en las múltiples suposiciones que aquello traía de por medio, junto a las inevitables lágrimas que de vez en cuando se escurrían por mis mejillas, escondida dentro de mi recamara la noche llegó trayendo consigo la hora de la cena, la cual para nada fue tan poco agradable, en medio de ella no muy bien me acerque a la mesa se instaló una extraña calma que no era para nada normal. De Dominieck ni de mi salía la más mínima palabra, en tanto Lina, Zoe y Leila quienes eran las únicas que se encontraban presentes se cuestionaban acerca de lo que sucedía pues desconocían los nuevos acontecimientos. Ante todo, aquello aparentaba ser una noche larga demasiado para mi agrado, sensación que se agravó una vez Lyall apareció en aquel lugar. Aquel hombre se adentro a la casa y al comedor con demasiada prisa mientras llevaba consigo una cara de total terror. Todos los allí presentes nos vimos obligados a voltear en dirección a aquel
— Así como escucho y tanto ha sido el caso, que no fue necesario encadenarla, ella no se ha opuesto a nada, nadie en su sano juicio siendo acusada como ella en este caso lo es se entregaría tan fácil, no se usted pero sin dudas siento que algo no está bien. Habiendo finalmente escuchado aquello Izra se acercó a mí pues deduzco que aquello era algo de no creer por su persona en vista de la pregunta que realizó. — ¿Qué pretendes? Todos aquí sabemos que nadie se entrega a sus perseguidores por justa voluntad. Con la frente en alto y segura de mí misma ante aquel me quede, de su ser no aparte mis ojos y conteste. — Todos aquellos que son culpables no se entregan por justa voluntad, más yo soy inocente y por eso eh venido hasta aquí. — Inocente tú, no me hagas reír, hay imágenes que dicen lo contrario, confiesa que tienes la culpa y yo me encargare que tu muerte sea rápida. — No voy a confesar algo que no eh hecho, júzgame en base a tus criterios, pero te aseguro que si lo haces so