Emma una vez frente a mí, extendió su mano en mi dirección y con la forma más dulce y amable que podía llegar a salir de ella, pidió de manera clara a mi persona que tras entregar a ella una coronilla, me pusiera de pie, tomara su mano y la siguiese. Sin mediar palabra obedecí y nos dejamos envolver en el silencio que nos rodeó mientras caminábamos hasta llegar a la orilla nuevamente de aquel lago, allí, una vez frente a las aguas Emma indico tras guiar sus ojos hacia mí y yo la verdad no pude evitar no también hacerlo lo mismo y de seguido contemplarla. — Como dije en un principio, esto no será nada fácil, pero sin dudas sé que es algo necesario. Aunque han pasado ya los años desde que sus almas expiraron eso no significa que tú y yo no podamos darle una despedida honorable, por ellos y por nosotros debemos hacerlo, como ellos se lo merecen. — Por eso has hecho las coronillas. — Si, has acertado — Emma aparto sus ojos de los míos y los fijo en la vista que se alzaba de fren
Sëlwer por tercera vez ante nosotros quienes permanecíamos atentos sin ninguna sospecha o presunción de lo que aquel pretendía hacer, nuevamente volvió a aullar, esta vez haciendo énfasis en la continuidad que aquel aullido contenía tras ser prolongado unos cuantos segundos en el tiempo, sin imaginar Emma y yo que aquel detrás acarreaba un momento bastante significativo para los dos. A medida que el aullido se escuchaba justo al lado izquierdo de aquel lobo aparecieron dos figuras que iban haciéndose visible poco a poco, a medida que aquel aullido iba disminuyendo aquellas figuras clareaban tomando forma y contexto ante nosotros y ya para cuando Sëlwer guardó silencio aquellas se habían hecho completamente notables. Valla sorpresa nos habíamos llevado Emma y yo, sorpresa que sin dudas contenía todas las letras que le conforman a aquella palabra junto a su esplendor. Anonadado replique a Emma una vez intentando entender si lo que mis ojos observaban era cierto y no un juego hech
— Que acabas de decir — repliqué con toda admiración al escuchar salir aquellas palabras de la boca de Dominieck. — Lo que has escuchado Emma, por favor quédate te lo pido — aquel por un momento tomo una actitud algo vergonzosa, de modo que involuntariamente para aquel instante terminó apartando sus ojos de mi como si se encontrase negado a aceptar sus propias emociones y replicó — digo, no sería justo que desaparecieses tan repentinamente, todos te extrañarían demasiado y no sería algo ecuánime que ya que has hecho tales estragos en nuestras vidas te esfumases, así como si nada luego de que te hemos tomado tanto cariño. Podría decirse que aquello al salir de él llegaría a pasar como un simple pedido de su parte, pero yo era consciente de que más que referirse a los demás aquel sin dudas apelaba en secreto a su propio beneficio partiendo desde sus propias negaciones, así que con evidentes sospechas le cuestione. — Dime algo, te preocupas solo por el duelo de los demás o más bie
Al salir del almacén por el que Lyall se había dedicado a guiarnos buscando la mejor forma de llegar al exterior, finalmente tras atravesar la única puerta que nos mantenía por el momento a las sombras, no muy bien nos escabullimos pudimos llegar a contemplar la fachada trasera de la casa Lombardi. Aquel hombre y yo, teniendo conocimiento de las artimañas de las cuales aquellos cuatro demonios toman partido para ganar sus batallas, intentando resguardarnos del peligro en silencio y con cuidado probamos atravesar el jardín trasero, lugar en donde se encontraba aquel depósito oculto queriendo llegar hasta la puerta más cercana. En este caso sería una puerta posterior oculta dentro de la misma pared que permitía el acceso hasta el interior de la residencia sin tanta obviedad. Para suerte nuestra la puerta se encontraba aun en buen estado, los hombres de los alfas no habían destruido nada próximo a ella cosa que hizo algo aún más sencillo el ingresar a la residencia. Lyall fue el prim
¡Fuuuuuuuuu! Aliento, calma ¡Fuuuuuuuuu! Reposo, serenidad, quietud ¡Fuuuuuuuuu! Ante la paz y la tranquilidad que me otorga siempre estar en medio de la naturaleza, sentada sobre una manta, debajo de una magnolia totalmente llena de flores, acomodada encima de la hierba me encuentro casualmente disfrutando de la brisa fresca que el viento otorga a los mortales la cual de vez en cuando bate mi pelo tras su respectivo azote contra mi ser y de la tierna en tanto opaca luz del sol que ilumina el jardín en algunos momentos de la tan emblemática mansión Bastrii, tras el cielo tornarse algo gris una vez empezó a acercarse la noche. Sí, efectivamente me encuentro aquí en esta residencia, ajena a todo lo que quisiera pensar o hacer puesto que desde que llegue hace unos días a este hogar me eh vuelto prisionera dentro de sus dimensiones por orden estricta de Dominieck. Al principio, pensaba que realmente estaría solo unos pocos días y que por ende volvería tarde o temprano al ritmo de m
Escucharlo refutar aquello me hizo sentir algo tonta y me hizo dudar respecto a que, si yo estaba siendo demasiado exigente o no, pues era algo evidente de que últimamente solo me encuentro preocupada por lo que yo quiero y deseo sin importarme mucho los demás. — Quiero que me entiendas te lo pido Emma y quiero que me creeas, la persona que esta más interesada en que tu tengas libertad soy yo, pero dada las circunstancias no es algo que pueda permitirte, mi deber ahora es protegerte mientras resuelvo a algunos negocios, así que por favor obedeceme te lo pido. Al notar aquella mirada de cual niño suplicante que se había formado a lo largo de la extensión de su rostro y que era dirigida con todo interes hacía mí, no pude evitar sentir como la tensión se disipaba de mi alma cosa que casi siempre solia suceder siempre que miraba los ojos de aquel hombre, pues la capacidad que había tomado Dominieck para controlarme era cada vez mayor tanto que incluso aquel sin dudas podría doblegar m
Admirándole, mientras dejaba que una pequeña sonrisa tomara posesión de la comisura de mis labios, di ante aquel cual respuesta evidentemente algo tímida una vez agaché mi mirada.— Eso solo lo dices para hacerme sentir bien.Aquel mirando mi tan curiosa respuesta, acortando la distancia en la cual nos manteníamos, Dominieck buscó acercar con especial interés nuestros cuerpos el uno del otro, tras sujetarme con avidez de la cintura haciéndome prisionera de sus brazos, aquel me unió a su solo ser y eventualmente, tras colocar una mano debajo de mí barbilla tal hombre me obligó así a verle a los ojos.— No Emma; no hay nada que salga de mí, que te concierne a ti, que no tenga consigo una absoluta verdad, eres hermosa y eso grábatelo bien en tus pensamientos.Su voz, su solo olor y su cálida temperatura que percibía al tacto, para aquel instante poseían el toque exacto de locura y deseo capaz de embriagarme de la peor manera, pues tenerlo tan cerca hacía que sobre mi piel experimentara l
— Vamos Emma, ya hemos llegado, por favor sígueme — indicó aquel de inmediato mientras me sujetaba guiándome con sumo cuidado, por tanto, confiando en sus palabras aunque era algo incierto el propósito con que aquello contaba, hombro a hombro ambos nos adentramos al elevador y desde allí espere con paciencia llegar finalmente a donde sea que aquel me dirigía. Con suma cautela, pocos segundos después de haberse cerrado las compuertas detrás nuestra, Dominieck me hizo girar sobre mi propio eje probablemente hacía donde en algún momento estuve dando la espalda intentando así acomodarme para que al subir fuera más fácil salir de aquel elevador. A poco menos de un minuto, finalmente aquel se detuvo en tanto, ambos habiendo abandonado aquel especial espacio nos adentramos a uno nuevo interesantemente algo diferente. Dominieck ante aquello no se hizo esperar pues la emoción no se lo permitía, de modo que me hizo avanzar un poco hacia el frente dando no más que algunos diez pasos y habiéndo