Pov Leina Había pasado una semana; los días pasaban tan lentos que juraría que era una forma de castigo. Por las noches, apenas podía dormir y veía a Bastian preocupado. Muchas veces me preguntó qué me pasaba y solo podía aferrarme a él y llorar amargamente hasta quedarme dormida. Estiro mi mano para acariciar la cicatriz que esconde su tatuaje. Sus ojos aún permanecen cerrados; me alegra saber que está descansando tranquilo, pese a todo el estrés de los últimos días. Tres semanas y el reloj sigue corriendo. Con cada segundo que pasa, muchos respiran libertad, mientras que para mí es una condena silenciosa. Subo mi mano para acariciar su rostro, dibujando en mi mente a la perfección todo de él. Creo que tal vez es una forma de despedida que nunca podré darle. —Te amo, Bastian, con toda mi alma; nunca lo olvides, aunque todo parezca ir en nuestra contra. Me levanto para dejar un beso en sus labios y me reí un poco cuando me atrapó con ellos y me jaló con sus fuertes brazos a su
Pov Bastian Me tomé un momento antes de entrar a la reunión; necesitaba aclarar mi mente, que está dividida en demasiados lugares. La caída de Guillermo está a solo tres semanas, pero nada de eso importa ahora, como mi compañera. —Bastian, los informes que me pediste de la visita de nuestra Luna a la manada de su familia. Tomé el informe y lo abrí. Solo ella entró a la mansión de su tío junto con Reiner; Bell se quedó afuera. ¿Por qué Reiner entró con ella? Aquí describen que Bell parecía nerviosa por algo. Seguí leyendo y ahora solo hablan de su salida. Leina salió de la mansión con Reiner de la misma forma en que entró y rápido abandonó las tierras. Ella parecía perdida en todo el camino de regreso; intentó retrazarlo por razones desconocidas. No hay más. Esto es todo. —Dile a Neil que tiene una nueva misión: infiltrarse en la manada Copo de Nieve y averiguar todo sobre su familia y la visita de Leina. Algo aquí no está bien; Thorin también siente que algo está marchando
Pov Leina Todos dimos un paso atrás en la sala, viendo volar el escritorio que se estrelló contra la ventana, esparciendo vidrios por todos lados. Deiros y Mara mantuvieron la cabeza agachada, mientras que el informante cayó de rodillas frente al hombre que estaba a nada de transformarse. —Lo siento mucho, señor… —Pues a mí no me sirven las disculpas; eso no va a regresarme a más de doscientos hombres muertos y los suministros destruidos. El pobre mensajero se hizo más pequeño ante el rugido de Bastian. —Nadie sabía de esa ruta más que nosotros, entonces debo suponer que hay un traidor aquí, y cuando lo encuentre, deseará nunca haberme traicionado. —¿Qué hacemos, Bastian? Si hay un traidor, hay que conseguirlo ya; esto pone en riesgo todos nuestros planes. Más de doscientos hombres muertos, los suministros que deberían llegar al ejército, todas las intercepciones de armas y las rutas bloqueadas. Todo se debe a mí. Me sostuve de la pared, cerrando los ojos para calmar aquel m
Pov Leina El cielo hoy está gris; la brisa ni siquiera soplaba, aunque hacía frío. Todo el ambiente se siente pesado y desolador. Una tormenta se avecina, una que podría ser devastadora. La pregunta es: ¿para quién? Veo la ancha espalda de Bastian; se mantiene firme, esperando al mensajero por las noticias del ejército. Se supone que esta madrugada deberían haber llegado al campamento enemigo. Restriego mis manos de ansiedad; solo espero que no haya pasado nada grave. Estoy segura de que dieron aviso y no encontraron nada; deberían estar regresando a esta hora. Bell viene corriendo para entregarme un abrigo que no dudo en tomar, apretándolo con fuerza. Escuchamos por fin el galope, el jinete apurando al caballo, y ahí está nuestro mensajero. Podía escuchar los latidos de mi corazón en mis oídos; sentía que se me iba a salir del pecho. Comencé a temblar de forma involuntaria, y esta vez fue de miedo. Podía sentir a Bastian tenso; todos lo estábamos, conteniendo el aliento ante
Pov Leina Bell se retiró dejándome sola; podía escuchar el alboroto afuera, hombres corriendo de un lado a otro. Los Alfas gritaban órdenes mientras el tiempo pasaba. Toqué cada mueble, cada objeto, y solo me detuve en su armario para abrirlo. Pasé mis dedos por su ropa y tomé una para olerla y tratar de grabar su aroma. Algo en mi interior me decía que no iba a regresar, que no podría disfrutar de su olor por mucho, mucho tiempo. Me abracé a ella con fuerza, grabando lo mejor que podía su aroma. —Lo siento, Bastian, no tuve opción. No me dejaron opción. Todo esto es mi culpa y solo mi culpa. Perdóname por haberte hecho daño; intenté decirte muchas veces lo que pasaba, sin embargo, esto no me dejó. Dejé un beso largo en aquella prenda, que se fue empapando poco a poco con mis lágrimas. —Solo espero que no me odies tanto y puedas encontrar la verdad. Te ayudaré desde allá, lo prometo. Volví a doblar la camisa y la dejé tal cual como estaba. Salí de allí para hacerlo menos difí
Pov Bastian —Parece que nunca lo esperaste, Rey Bastian, que tu propia compañera fuera la traidora. Mis ojos permanecían fijos en ella; el dolor me estaba oprimiendo el pecho, mi respiración salía pesada. Buscaba en sus ojos la verdad, de que me estaba equivocando. Al principio, cuando se acercó a él, pensé que lo hacía bajo amenaza, bajo algún poder que no veía. Pero a medida que veo su mirada de odio y desprecio, algo en mi interior se agita de una forma salvaje. —¿Cómo crees que tus planes no se dieron? Los únicos que lo conocían tan bien y a fondo eran tus más allegados. Gruñí al verlo enrollar su brazo en su cintura, atrayéndola a él. Quería avanzar y arrancarla de su lado, pero la mano de Mara me mantenía fijo. Podía quitarla, claro que podía; sin embargo, era ella quien me detenía. —LEINA, TE ESTOY HABLANDO, DIME QUE TODO LO QUE ÉL DICE ES MENTIRA. Estaba perdiendo la cabeza; ella no podría haberme traicionado. Ella me ama demasiado para hacer esto. La conozco bien; l
Pov NarradorEn medio de la oscuridad de la noche, una sombra se mueve entre los árboles; es sigilosa y rápida. Unos ojos violetas brillan a través de su capa.Quiere poner toda la distancia posible con el grupo de lobos para poder conectar con su señor.Llega a lo alto de una montaña, chasquea sus dedos y, entre la piedra lisa y filosa, se abre una gruta.Sonidos de criaturas salen desde sus entrañas; sin embargo, él no se siente amenazado.En su mano crea una llama violeta que alumbra el camino húmedo y estrecho. Encima de él, miles de ojos lo observan, brillando ante la luz que apenas ilumina sus oscuros cuerpos.Sus garras están clavadas en las pequeñas ranuras, sus cuerpos colgados hacia abajo y sus colmillos brillantes hacen crujidos desagradables.El hombre llega al final de la cueva y un círculo se enciende en el suelo; en el centro de este se materializa una daga. Él avanza para tomarla, se corta la mano y deja que la sangre manche los símbolos.Miles de murciélagos pequeños,
Pov LeinaCon ayuda de Bell, logré recostarme contra un árbol. Me dolía el pecho, como si me lo estuvieran aplastando.El sabor metálico de mi sangre aún se sentía en mi lengua. Bell me limpiaba con cuidado, haciendo todo como siempre.No debería tratarme así, no después de lo que hice.—No debiste haber venido.—Usted es mi Luna. No importa todo lo que haya pasado allá atrás; estoy segura de que tiene que ver con ese hombre.Rasgó su vestido, dando una rápida mirada al brujo, sus ojos violetas fijos en el fuego, asando una carne.—Soy testigo del amor que tienes por tu gente, por esa manada que siempre la trató con respeto, y también fui testigo del amor grande y puro que mostrabas a Bastian.—Él debe odiarme.—Supongo, pero estoy segura de que se le pasará. Ahora dígame por qué no habló de esto con nadie.Suspiré y, antes de contarle, miré a los alrededores para que nadie pudiera escucharme.—Por esto— alcé mi brazo mostrándole el lazo amarillo que ahora brilla en él—, no puedo habl